A Henry Pérez le gusta ir a los museos de Caracas. Siente que aprende, dice. Después de casi un año quiso hacer un recorrido por algunas de las salas de la capital, pero su experiencia, cuenta, fue un “tortazo en la cara”.
Fue al Museo de Arte Contemporáneo y estaba cerrado, en la Galería de Arte Nacional se encontró apenas con una pequeña sala abierta con cuatro piezas y en el Museo de Bellas Artes el aire acondicionado está fallando y no hay baño para los visitantes.
“Estoy disfrutando mucho la muestra de Claudio Perna. Lo conocí. Fue profesor mío y por casualidad entré”, dice el geógrafo mientras mira la exposición de 32 fotografías de uno de los principales exponentes del arte conceptual en Venezuela, instalada antes de que comenzara la pandemia.
Solo 3 salas de 18 están abiertas en el Museo de Bellas Artes, el museo de artes plásticas más antiguo del país. Las paredes están manchadas, hay filtraciones entre los pasillos y en el patio central falta mantenimiento. Tampoco está abierta el área de la Cinemateca Nacional, donde también es visible el deterioro: paredes derruidas, filtraciones, humedad. De acuerdo con la Fundación Museos Nacionales, los espacios abrirán de manera progresiva y por cada visita guiada podrán entrar un máximo de 10 personas.
Una trabajadora reconoce que el aire acondicionado suele fallar y que es notable el deterioro de la estructura, sin embargo reivindica el esfuerzo de los empleados (826 en total) de la fundación para seguir mostrándole las obras al público. El sueldo mínimo que perciben no llega a un dólar de la tasa del Banco Central de Venezuela. Se ayudan con los bonos que otorga el régimen.
El 11 de febrero varias de las instituciones adscritas a la Fundación Museos Nacionales abrieron luego de que Nicolás Maduro autorizara al sector cultura a sumarse a las “semanas de flexibilización” luego de permanecer cerrados durante casi un año.
Los primeros en abrir en Caracas, además del Bellas Artes, fueron el de Ciencias, la Galería de Arte Nacional, el Museo de la Estampa y del Diseño Carlos Cruz-Diez, el Alejandro Otero y el Museo Arturo Michelena.
Los horarios de visita de los museos son de jueves a domingo, de 9:00 am a 2:00 pm, salvo el Michelena, que trabaja de miércoles a viernes. En el interior reabrieron el Museo de Arte de Valencia, el de Barquisimeto y el Museo de Los Llanos.
Se espera que el Museo de Arte Contemporáneo, que por ahora solo está ofreciendo visitas programadas a la bóveda de esculturas, retome actividades la próxima semana de flexibilización (del 1 al 7 de marzo).
Frente al Museo de Bellas Artes está el Museo de Ciencias, que tiene bajo su custodia más de 120.000 piezas de arqueología, antropología física, etnografía, paleontología, entre otros. La última exposición se inauguró hace dos años: ¡Habla Tierra! Venezuela, país sísmico, organizada en alianza con Funvisis. El diorama, una de las muestras más atractivas, está cerrado por remodelación. La primera etapa, calurosa y oscura, es la única que está abierta por ahora.
Alexandra Suárez, coordinadora de guías docentes del Museo de Ciencias, considera que la institución hace el esfuerzo por ofrecer novedades, pero las exposiciones permanentes son las más visitadas. “Tenemos colecciones permanentes porque son las favoritas y son identidad del museo. Hay personas que vienen todos los días como un ritual y saben lo que verán. Nosotros lo que hacemos es ofrecer talleres y cambiamos las piezas de sitio para darle otro ambiente. Pero hay piezas que son las consentidas, como el oso. Siempre estarán en exhibición porque es patrimonio”, explica Suárez, y anuncia que están trabajando en tres muestras en las que se reflexionará sobre temas como la pandemia, el árbol filogenético y el origen de la célula.
Durante el tiempo que permanecieron dice que se han dedicado a ofrecer información y entrevistas con especialistas en sus redes sociales. Esta semana será dedicada a la antropología física, Nicolás Copérnico y la astronomía. “Hemos ofrecido también clases de yoga, origami, flexibilidad. Estamos dando todo, también con las nuevas exposiciones, las salas tendrán aire acondicionado y todas las condiciones necesarias para los visitantes”.
Para Henry Pérez, al Museo de Ciencias le falta estar más actualizado: “Comparas con otros museos y este se ha quedado en las mismas exposiciones. Les hace falta novedad. Reconozco el esfuerzo, sigo sus redes sociales y siempre estoy pendiente, pero uno siente que hace falta refrescar, falta colorido. Creo que está anquilosado”.
Salsa y kizomba
Cerca de la Plaza los Museos, entre Bellas Artes y Parque Carabobo, está la Galería de Arte Nacional. En la entrada principal no se ve a nadie. Hay que recorrer un largo y solitario pasillo para encontrarse con un grupo de vigilantes que, aburridos, conversan. Después de anotarse en una carpeta, medirse la temperatura y limpiarse las manos con alcohol se autoriza el ingreso al área de las salas.
Todas, salvo la primera, están cerradas, y apenas se ofrece una exposición sin título visible de cuatro piezas que no guardan relación. Entre ellas se encuentra, aislada en una de las paredes, la obra Soldado cabito de Tito salas.
“Ha habido poca afluencia. Pocos han entrado a la sala, 30 o 40 personas que pasan más que todo a las actividades de salsa casino y kizomba que están en la parte de arriba”, dice un vigilante, quien considera que la GAN está en buenas condiciones y las salas bien cuidadas. “Solo falta el aire acondicionado, pero las instalaciones están bien. No hay humedad. Aquí siempre están los guías pendientes de que no se toquen las piezas ni que se tomen fotos con flash”.
Pero la verdad es que la sala está sola, no se ven guías salvo los vigilantes de la entrada.
La Galería de Arte Nacional, por ahora, luce como un edificio grande y solitario donde la gente va a bailar. Un trabajador de la Fundación Museos Nacionales, que prefirió no identificarse, explicó que preparan una exposición para conmemorar los 200 años de la Batalla de Carabobo, que se cumplen el próximo 24 de junio.
Salas solitarias
Soledad y calor acompañan la visita al Museo de la Estampa y del Diseño Carlos Cruz-Diez, en la avenida Bolívar. Por ahora solo está abierta la sala permanente Espacio Cruz-Diez, reinaugurada en octubre de 2018 a propósito de los 95 años del maestro del color, fallecido en julio de 2019.
En la sala se encuentran la obra Labyrinthe Transchromies Rachel, las Duchas de colores y la Cámara de Cromosaturación, en la que pueden entrar máximo cinco personas.
“No sabría decirte si el aire acondicionado está apagado por prevención o si está dañado”, dice el guía José González.
Entre el jueves 11 y el viernes 12 de febrero solo seis personas visitaron el museo, cuenta un vigilante. “Se debe a la cuestión de la pandemia y comunicación. Se autorizó el ingreso a los museos poco a poco”.
El día que se inauguró la exposición, hace casi tres años, se presentaron 18 piezas. González no sabe con precisión cuántas hay ahora expuestas, pero apunta a que son 24. Las más recientes mostradas en el museo, dijo la familia del maestro en ese momento, son Labyrinthe Transchromies Rachel y Color al espacio. “Estas obras son antiguas, pero papá las ha adaptado especialmente para el museo”, explicó Carlos Cruz, hijo del creador venezolano.
La familia del maestro suele mantener una buena relación con el museo. De hecho, para reinaugurar la Cámara de Cromosaturación, se adquirieron unas gelatinas a través de una alianza con Articruz.
Al sur de Caracas, en la parroquia Coche, está el Museo Alejandro Otero, a pocos metros del Hipódromo La Rinconada. Por su ubicación es una institución que recibe pocas visitas. Las que tienen son gracias a su relación con las escuelas locales y a los vecinos interesados en ver las obras expuestas o asistir a los talleres que ofrecen.
Aunque la fuente que está enfrente no tiene agua y la fachada tiene filtraciones, Yaneth Colmenárez, jefa especialista del Área de Educación del museo, se muestra optimista sobre la reanudación de actividades.
Mientras tanto, el agua que sale de la filtración ha ido erosionando la parte interna del museo.
Entre los planes comenta que para el centenario de Otero, que se cumplen el 7 de marzo, ofrecerán encuentros musicales, talleres de arte y pondrán a disposición la sala de lectura, y en la sala 1, como ha sido desde 2016, seguirá abierta la exposición permanente Cronología y obra de Alejandro Otero, que cuenta con emblemáticas piezas como el Coloritmo número 1 y fotos del artista bolivarense.
“Aquí lo que hace falta es impermeabilizar este espacio por las filtraciones y arreglar la brequera del anfiteatro”, dice Colmenárez, y recuerda que la asistencia al museo se empieza a ver con el período escolar, pues los docentes los llaman para que los estudiantes asistan a los recorridos y los talleres. También considera que en los alrededores del museo falta iluminación, ya a las 6:00 pm hay mucha oscuridad.
De seis salas del MAO solo tres están abiertas. En la Sala 2 se exhibe Icónicas imágenes devocionales en la colección, que cuenta con piezas de distintas tendencias y técnicas, y en la 3 está Ídolos y artificios que incluye una pieza de Andy Warhol y Marcos López. Entre todas las exposiciones hay al menos 10 espacios vacíos que advierten que la obra no está porque se encuentra “en conservación”.
En la sala 3 hace falta una mejor curaduría: entre las fotografías de Fran Beaufrand, orientadas al mundo de la moda, está aislado un retrato ecuestre de Antonio Herrera Toro sin una explicación o justificación.
Fuentes de la Fundación Museos Nacionales aseguran que la asistencia de visitantes ha sido significativa desde que se retomaron las actividades. En el Museo de Bellas Artes contaron más de 300 personas y más de 500 en el de Ciencias entre 11 al 13 de febrero.
Una de las peticiones del visitante Henry Pérez es que haya más promoción de las actividades, que no sea solo en redes sociales. Trató de ir a la bóveda del Museo de Arte Contemporáneo, pero el número que dispusieron no le ha funcionado para programar una cita. “Llamas y no atienden o te mandan a otra operadora”.