El talento de un gran artista, difícilmente se puede expresar a través de las palabras. Sin embargo, los hechos son capaces de revelarlos por sí solos. El venezolano Samuel Marchán migró hace más de 30 años y desde aquel momento, se convirtió en un explorador de sonidos. Una viola, mucha perseverancia y entusiasmo sin límites fueron sus compañeros para iniciar un camino con múltiples desafíos, pero con gratificantes experiencias.
Quería ser militar, aunque el tiempo le enseñó que la música era su vocación. Esta elección no fue una casualidad, pues logró dirigir e inspirar a cientos de niños con su “orquesta de papel” en Nueva York. Su admirable labor resuena al ritmo de nobles sentimientos, compromiso desmedido y una motivación infinita: Los recuerdos de su tierra natal.
Por Elizabeth Gutiérrez / lapatilla.com
El profesor Samuel, originario de Mérida, tuvo su primer acercamiento con la música desde muy joven. Estudió en el conservatorio Simón Bolívar y tocó en la Orquesta Sinfónica Municipal de Caracas. Junto a sus hermanos, creó el cuarteto bautizado como “Los Hermanos Marchán”. “Somos fundadores de orquestas juveniles de la primera generación”, cuenta.
Recuerda que gracias a Joen Vásquez descubrió cuál era el instrumento que debía tocar. “El sonido de su viola me cautivó. Me enamoré de la viola, quería tocar como él. La música se ha convertido en una forma de vida. Te enseña a ser mejor ciudadano, a ser más sensible”, manifiesta Marchán.
Acordes de un sueño
Los cuatro hermanos fueron de gira a Nueva York y decidieron probar suerte en un escenario desconocido. Samuel se encontró con la oportunidad de estudiar en unas de las escuelas musicales más prestigiosas del mundo, The Juilliard School, donde también obtuvo una beca.
Según refiere Marchán, el comienzo fue difícil. Carecía de recursos para pagar vivienda y comida, pero asumió el reto y no dio tregua a su objetivo. “Los milagros de Dios tienen nombre y apellido. En las instalaciones de la Juilliard, aparte de estudiar, era el pintor. Pintaba la escuela, limpiaba, aprendí a reparar las paredes y puertas, con eso me ganaba la vida. Era la forma de mantenerme”, expresa.
Con su ímpetu, tenacidad y entrega logró graduarse en Juilliard. Además, cursó un master en la NYU y ha representado el modelo de las orquestas infantiles y juveniles venezolanas tanto en Nueva York como Nueva Jersey. Posteriormente se dedicó a aprender el método Suzuki, estrategia innovadora que implementa con sus estudiantes. Actualmente, es el fundador y director del East River Music Project en Santa Teresa.
“Descubrí el método Suzuki, muy efectivo, trabajando con niños desde temprana edad. Lo estudié y desde hace 25 años lo estoy aplicando. Combinándolo con mi experiencia, me ha funcionado. Me encanta trabajar con los niños y guiarlos a conocer cómo se toca un instrumento. Ver el brillo en sus ojitos es algo que no tiene precio. Por eso soy feliz”, enfatiza.
Orquesta de papel
Es una iniciativa que arrancó en Venezuela y tomó fuerza en Nueva York, gracias al concepto que desarrolló el profesor Marchán. La combinación de sonidos y emociones son la base del proyecto, que utiliza para fomentar el aprendizaje mediante prácticas entretenidas y promover un impacto social positivo.
Samuel diseñó las partituras perfectas para hacer y enseñar música de una manera distinta. Emplea vasos de plástico, cajas, pelotas, serruchos, y ligas para enseñar a los más pequeños a tocar el violín. “Hay cosas bonitas con este programa: La integración comunitaria, el acercamiento de los padres con sus hijos y entender que en la orquesta de papel el sonido no se genera con el instrumento. Eres tú quien genera tu propio sonido. Es algo que me enseñaron ellos. No lo podía creer. Es un proceso fascinante”, afirma el artista.
Músico virtuoso
Cambiar vidas a través de la música se convirtió en su gran pasión. Al compás de su buen humor, el violista Samuel Marchán recorre hasta Chinatown, Nueva York, en bicicleta y ayuda a decenas de niños a cristalizar sus sueños. No obstante, trabaja en una serie de proyectos con un talentoso equipo de artistas. “Viene el Festival de verano de Nueva York, serán tres conciertos durante la primera semana de agosto, y entrenaré a maestros con la metodología que he venido implementando”, explica.
Marchán se mantiene aferrado a sus raíces y agradece el legado de sus mentores. Asimismo, rememora con orgullo e interpreta la melodía de grandes compositores de su tierra, mientras la nostalgia lo invade y con lágrimas en sus ojos asegura: “Salí del país hace 31 años, pero Venezuela está 24/ 7 en mi corazón”.