Santorini, joya cicládica

Redaccion El Tequeno

Perderse por las estrechas callecitas de Santorini es la mejor manera de empezar a conectar con la isla más famosa del país heleno. Recorrer los pueblos que se encuentran en el borde del acantilado de cara a la caldera que le da otorga su forma de media luna, deslumbrarse por la belleza del azul intenso del cielo y del mar, por el blanco de las casas que despuntan en sus laderas, por el rojo de sus atardeceres, por el negro de su arena volcánica, es la mejor forma de empezar a quererla y desearla como a pocos sitios donde hayas estado antes. Santorini es el sitio al que vas y siempre querrás volver.


Qué hacer en Santorini
Empezaré por los tres imprescindibles. Esos que de ninguna manera te puedes perder.

  1. Paseo por Fira, su capital. Caminar entre las casas blancas e iglesias de cúpulas azules va a ser la constante. El centro neurálgico de Santorini está enclavado aquí, en el medio de la isla. Este sitio te va a regalar las postales más bonitas que en la vida vas a tener. 


Sus colores, sus formas, el azul claro del cielo que se fusiona con el oscuro del mar, las casas blancas que hacen lo propio para mostrar su mejor faz, y las cimas de Nea Kameni y de Thirassia que disputan su aparición en la composición de la foto, darán lo mejor de sí para que cada instantánea se convierta en Laa Foto.


2. Paseo en barco: desde Fira tomarás un pequeño barco turístico que te conducirá a Nea Kameni, una pequeña isla deshabitada donde se encuentra aún el volcán activo que originó las actuales islas de Santorini.


Durante el recorrido te sumergirás en unas aguas termales, visitarás Thirassia – pequeña isla que compone el pequeño archipiélago – y terminarás a la hora perfecta para sumarte a nuestro tercer imprescindible…


3. Contemplar el atardecer en Oía, uno de los más famosos del mundo.  A eso de las seis de la tarde, comienza la gente a moverse como si una fuerza sobrenatural los arrastrara hacia el extremo noroeste de la isla. Todos van a busca del mejor rincón para no perderse ni un segundo de la evanescencia del astro rey. Y sí, no te lo puedes perder.


Ahora bien, a estos tres imprescindibles genéricos, por así llamarlos, vamos a agregar un par más: los míos.

4. Ruta a pie Imerovigli – Fira: subir y bajar por estrechos senderos de tierra, de cara al Egeo, en busca de tesoros escondidos y en encontrarlos, no tiene precio.


5. Ver el atardecer en el monte del profeta Elías, tampoco lo tiene. Desde aquí disfrutarás de unas vistas preciosas del ocaso, pero con la suerte de que encontrarás poca o nula la cantidad de  gente. El ambiente llama a la serenidad, a la introspección. Se respira paz.


Pero Santorini es muchísimo más. Por ejemplo, sus playas multicolores, como diseñadas para distintos públicos.
Digamos que las más visitadas son Perissa y Kamari. En ellas encontrarás kilómetros de playa de arena negra fina, cubiertas por cientos de sombrillas, y cuentan con gran cantidad de servicios de restauración.


También encontramos la Red Beach que, como bien indica su nombre, en su paisaje predomina el rojo de la montaña que la abraza. Todo un espectáculo.


Y luego está Vilhada, mi favorita. Metidita en pueblo pesquero en donde los griegos suelen ir a darse el baño. No hay casi turistas. La restauración es la justa: solo un par de tabernas. En una de ellas paramos a comer y fue PERFECTO. La camarera me hizo pasar a la cocina para que eligiera el pescado que me quería comer. Me recomendó uno en particular porque estaba rico y la ración traía dos, así podía compartirlo con mi esposo. El sabor del pescado era increíble, muy muy fresco y la sazón, deliciosa. Comimos como reyes, tratados como tal y solo por 13 € (bebidas incluidas). Hago este apunte porque siempre se dice que Santorini es carísimo y lo que hay es que aprender a estar donde están los griegos.


Otro lugar maravilloso e imprescindible es el yacimiento arqueológico de Akrotiri. Aquí se encuentran los restos de un asentamiento ocupado, aparentemente, por la civilización minoica. Su excelente estado de conservación se debe a que fue cubierto completamente por una explosión volcánica ocurrida hace 3.600 años.
En la actualidad solo se ha excavado el 3% del antiguo pueblo y es extraordinario lo que se puede apreciar. El valor de la entrada: 5 €.


Y si aún no estás convencido, solo te digo que si no vas, te perderás la mejor moussaka del mundo, el pulpo a la vinagreta más delicioso que te hayas comido, la ensalada griega perfecta y el yogurt más exquisito del planeta.
Y si aún no te convenzo, solo te diré que si hay algo de lo que pueden presumir los habitantes de Santorini, es de su amabilidad perenne. Muestran una nobleza y unas ganas de ofrecerte lo mejor de sí cada vez que se les presenta la oportunidad. Da igual si les compras o no, si gastas un euro o diez. Destilan afabilidad de la buena por todos sus poros.


Por esto y muchísimo más, Santorini es ese sitio al que siempre querré volver.

Beatriz Lopez Diaz

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