Aunque uno es invisible y el otro mediático, ambos nos persiguen y de ambos debemos cuidarnos. Aunque ambos estén empeñados en acosarnos, a ambos debemos derrotarlos. Uno nos ataca sin darnos cuenta y el otro viola los derechos humanos a plena luz del día; uno se previene con higiene y el otro no manda el agua; uno es importado y el otro entrega la soberanía a la dictadura cubana; uno asfixia la salud y el otro el bolsillo; uno es invisible y el otro no acepta la disidencia.
Ambos nos quieren matar, pero la forma de ganarle a esta doble pandemia es con conciencia y disposición de llegar hasta el final. El confinamiento no es casa por cárcel, debemos ser críticos del régimen usurpador que miente en televisión y se desmiente en la calle.
El hambre y la desesperación de nuestro pueblo se reflejan en la protesta, porque no tiene otra opción: el pánico al virus pasa a segundo plano cuando la necesidad se hace imperiosa. Hace poco me decía un desconocido “prefiero infectarme a morir de hambre”, y ese es el sentir de la inmensa mayoría del pueblo venezolano que vive al día, a quien el sueldo no le alcanza y no puede permanecer en su casa esperando un CLAP que no llega.
Cada día el régimen muestra lo poco que le importan los pobres. Sus personeros juegan con frases revolucionarias, cuando en la práctica defienden solo sus intereses personales y el PSUV es una empresa de control social. La revolución no es para llevarla en los labios y vivir de ella; primero está el pueblo, no el gobierno, y es por eso que nada detiene la rebelión democrática.
Esta cadena de contagio económico de la pobreza no cesa. La canasta básica en el hogar hace tiempo que es un recuerdo y el confinamiento con hambre no es nada preventivo. ¿Cómo llegamos a esto? Pues, la renta petrolera se vino abajo, la ilegitimidad internacional del régimen se impuso, la improductividad, la dependencia y la asfixia al sector privado dieron paso a la escasez, ahora se buscan la regulación de precios en una coyuntura de hiperinflacion esto va derivar en la quiebra financiera.
“La culpa es de los gringos”, dicen los enchufados cada vez que hablan, sabiendo que tuvieron 21 años para hacer una economía estable e independiente y lo que hicieron fue quebrar al país. Para mayor desgracia, ellos mismos son la piedra de tranca para avanzar. Venezuela será más de lo que nunca fue cuando ambos virus sean derrotados; el orgullo por la identidad nacional se reflejará en nuestro progreso, no tendremos que emigrar nunca más y ningún venezolano será humillado de nuevo.
En estas horas oscuras llamo a la solidaridad, a la conciencia, al civismo y al desinterés. Obviemos la mezquindad y valoremos lo humano partiendo de nuestra fragilidad. Hoy debemos estar más unidos que nunca; nuestra mayor venganza contra el régimen es abrazarnos de nuevo para construir una democracia estable, con instituciones sólidas que nos lleven al progreso. La venganza al final estará en ser libres y buenos seres humanos.
Fabricio BriceñoSec. General Bandera Roja Guaicaipuro