La aparición de la nueva variante Ómicron, el 24 de noviembre pasado en Sudáfrica, cambió el curso de la pandemia. En apenas un mes y medio, la nueva variante ya está presente en más de 130 países y los contagios baten récords en todo el mundo.
Sin embargo, este panorama no es precisamente sombrío, muchos científicos coinciden en que la llegada de Ómicron, a pesar de su alta transmisibilidad marcará el paso de la pandemia a endemia. Los datos alentadores provienen de estudios recientes en Sudáfrica y Reino Unido, donde las investigaciones marcan que la nueva variante es menos grave que sus predecesoras y que la mayoría de los contagios son asintomáticos o causan enfermedad leve.
Animados por una infección que puede no presentar síntomas o provocarlos de manera leve, muchas personas quieren seguir entrenando y mantener su rutina de ejercicios a pesar de haber dado positivo por COVID-19.
Sin embargo, los profesionales de la medicina deportiva aconsejan que se debe poner en pausa el ejercicio, incluso si el paciente es asintomático. El Colegio Estadounidense de Medicina Deportiva sugiere que los pacientes de bajo riesgo deben descansar durante al menos 10 días después de ser diagnosticados con COVID-19. Si la persona es asintomática, el descanso debe ser al menos de 7 días.
“Cuando uno tiene un cuadro viral, en general, es porque las defensas están bajas, si bien cada organismo es diferente, lo recomendable es darle un cierto reposo el cuerpo. No hablamos de un reposo de estar en cama, hablamos de no exigirlo y ser prudente”, explicó a Infobae el médico cardiólogo y deportólogo Norberto Debbag (MN 51320).
Por muy leve que sea la enfermedad, se debe tener en cuenta que “el organismo que está dañado por ese cuadro infeccioso, necesita una buena alimentación y un buen descanso”, advirtió el cardiólogo.
Después de los 7 días para pacientes asintomáticos o luego de 10 días para los que tuvieron síntomas, Debbag recomienda realizar un electrocardiograma, una prueba de esfuerzo para volver a la actividad y un ecocardiograma porque aún no hay evidencia científica suficiente sobre las consecuencias del contagio por Ómicron y sus consecuencias a nivel cardíaco”, por más que en la mayoría de los casos, los pacientes desarrollan formas leves de la enfermedad.
Esto no implica permanecer inmóvil durante el curso de la infección. Los que sufren de coronavirus pueden evitar ser completamente sedentarios levantándose para realizar tareas livianas y moverse durante el día, siempre que no sientan dolor de pecho ni fatiga.
Tras el alta de COVID-19, la moderación es clave para reanudar los entrenamientos. Retomar de inmediato rutina intensa de ejercicios podría extender el tiempo de recuperación física o, lo que es peor, provocar una lesión o una recaída.
¿Cuándo se puede retomar los entrenamientos?
El momento adecuado para reanudar los entrenamientos varía según la edad, el estado de salud tras la infección, el estado físico previo y la experiencia con Covid-19.
“Aquellos que son jóvenes, activos y tienen síntomas muy leves o nulos después del período de aislamiento pueden volver gradualmente a su rutina. Siempre que la progresión de intensidad sea paulatina durante las próximas semanas”, dijo Julie Silver, profesora asociada de la Facultad de Medicina de Harvard en una entrevista a The Wall Street Journal.
Aquellos con hospitalizaciones o problemas de salud subyacentes, como diabetes o presión arterial alta, deben consultar con su médico cuándo y cómo retomar la actividad física. Estos pacientes posiblemente necesiten también consultar a un cardiólogo y otros especialistas, para planificar el regreso a los entrenamientos, advirtió Silver.
Las personas con los síntomas persistentes de COVID-19 deben manejar los entrenamientos con cuidado. Los síntomas de COVID prolongado pueden incluir una frecuencia cardíaca en reposo elevada, fatiga extrema y tos. Estos problemas pueden durar semanas o meses después de la infección, lo que hace que volver al ejercicio sea riesgoso sin orientación.