El canciller socialdemócrata alemán Olaf Scholz ha destituido a su ministro de Finanzas y líder del partido liberal (FDP) Christian Lindner, lo que ha llevado a la ruptura de la coalición de Gobierno según los implicados. La destitución se produjo después de que Lindner se mostrara antes sus socios de coalición favorable a la celebración de nuevas elecciones como salida a la crisis que arrastran desde hace meses. El canciller anunció este miércoles que se someterá a una moción de confianza en enero, que previsiblemente perderá, y que podría provocar un adelanto de las elecciones (previstas para septiembre) a marzo de 2025.
Scholz, Lindner y el ministro de Economía Robert Habeck por parte de los Verdes volvieron a reunirse este miércoles con la intención de buscar salidas a una crisis en la que ninguno de los socios quiere dar el brazo a torcer. El nuevo titular de la cartera será Jörg Kukies, actualmente secretario de Estado en la Cancillería y principal asesor de Scholz.
Este político, de 56 años, es considerado un hombre de la absoluta confianza del líder socialdemócrata. El economista trabajó durante mucho tiempo para el banco de inversiones Goldman Sachs. Antes de trasladarse a la Cancillería fue entre 2018 y 2021 secretario de Estado en el Ministerio de Finanzas.Kukies está considerado un importante asesor del canciller Olaf Scholz en cuestiones económicas y financieras y negocia en su nombre los documentos finales de las cumbres del G7 y el G20.
Como ya adelantaba este periódico, la coalición se encuentra desde hace meses hundida en un bloqueo más ideológico que pragmático y para el FDP el dilema es existencial. Las encuestas, aunque pésimas para todos los integrantes del Gobierno anuncian prácticamente la desaparición de los liberales como partido. Si las elecciones fijadas para el 28 de septiembre del año que viene se celebraran este domingo, el FDP no superaría el 5% necesario para entrar en el Bundestag. La formación referencia de las élites económicas se ha desangrado en los comicios regionales de estos tres últimos años, diluido en el meandro de medidas ideológicas impulsadas por sus socios en ministerios más visibles y amigables que el de Finanzas.
La recesión económica no ha hecho sino acentuar las diferencias y con ellas la necesidad urgente del FPD por acometer el giro económico prometido a sus votantes.
Lindner prometió tras las nuevas derrotas de los partidos de la coalición en los comicios de Turingia y de Sajonia , y la del FDP fue brutal, que este otoño sería el de las decisiones. Cargo el aire con amenaza de ruptura, pero ya entonces quedó claro que Lindner no podía romper la baraja como reacción a un resultado electoral. Necesitaba una razón y este se materializó el domingo, cuando dirigió un documento de 18 páginas sus socios marcando las pautas para evitar daños a Alemania como lugar de negocios. En concreto, abogó por una moratoria inmediata de todas las normativas, por más medidas de consolidación y recortes en los gastos del Estado. Paralelamente, exigió reducir la carga de las empresas, dar los primeros pasos hacia la supresión total del recargo de solidaridad, la reducción del impuesto de sociedades y la sustitución de los objetivos climáticos nacionales por los europeos.
Socialdemócratas y Verdes han rechazado de plano ese giro con el argumento, obligando al líder del FDP a mover ficha. La partida parecía encarrilada cuando se dio a conocer que previo a la reunión de los tres líderes del tripartido, Scholz y el líder de la oposición conservadores, Friedrich Merz, acudieron a una llamada a consultas del Jefe del Estado, Frank-Walter Steinmeier. En la reunión se habló de elecciones anticipadas y de un gobierno en minoría de socialdemócratas y verdes. Esto significa que el canciller acudió a la reunión con sus socios determinado a poner fin a la crisis. Las fechas así lo exigían. La Comisión de Presupuestos debía reunirse el próximo día 14 para cerrar los presupuestos de 2025 y para los que aún no hay acuerdo por las fuertes diferencias entre los liberales y el resto.
En una breve declaración sin permitir preguntas, Lindner ha acusado al canciller de provocar una ruptura calculada y ha criticado que nunca aceptara sus propuestas económicas, ni siquiera como base de consulta. Scholz «llevaba tiempo sin reconocer la necesidad de hacer reformas económicas. Sus contrapropuestas son débiles, poco ambiciosas y no contribuyen en nada a superar la debilidad fundamental del crecimiento en nuestro país», ha afirmado Lindner.
Después, ha agregado que «desgraciadamente, el canciller ha demostrado que no tiene la fuerza necesaria para permitir que el país empiece de nuevo. En su lugar, ha exigido en última instancia que se suspenda el freno de la deuda. No podía acceder a ello porque habría violado mi juramento al cargo», explicó