Un grupo de jóvenes reflexiona sobre las protestas y surgen opiniones divergentes. Esa es una de las escenas de la película Simón. Es lo que en realidad pasó en algunos momentos y escenarios después de las protestas de 2014 y, con más intensidad, luego de la derrota de la rebelión popular de 2017.
Si, la de 2017 fue una rebelión vencida con crímenes de lesa humanidad. Desde la cúpula del poder se ordenó reprimir sin contemplación.
Esa Rebelión, sin embargo, entre otros aspectos positivos sirvió para mostrar al mundo las atrocidades que son capaces de perpetrar quienes hoy gobiernan Venezuela. Evidenció, a su vez, la valentía de un pueblo que desafió el autoritarismo.
En algunos momentos de la película se requiere de temple para ver las torturas que se realizan a jóvenes. Vi personas que se retiraron de la sala, supongo que no aguantaron observar tanto dolor y maldad.
La realidad es más dura. Se torturó en el pasado y se tortura en el presente.
El protagonista encarna el sufrimiento y las contradicciones que viven en el exterior muchos jóvenes que huyeron ya sea porque padecieron la represión o temían ser detenidos. Esa autoculpa de quien se siente comprometido con una causa, pero no puede participar de la manera que desea.
El exilio no es dorado como con frecuencia se piensa. Y así se refleja en la pantalla. El trabajo duro, las limitaciones materiales, mientras te estableces, y los riesgos. Muchos venezolanos y venezolanas de los más de siete millones de refugiados deben verse reflejados en el filme.
Lo que más rescato es que la película constituye un aporte a la memoria. Que no se olvide ni los crímenes perpetrados por quienes detentan el poder ni la resistencia ciudadana, los deseos de cambio y democracia. Contribuye a la reflexión de lo que se hizo y de lo que se puede hacer.
En tiempos en los cuales se invierten recursos para borrar videos, noticias, fotos de la cruel represión, queda una narración y documentación de hechos vividos y un homenaje a las víctimas.
Ante los que apuestan al olvido y la impunidad hay que contraponer el trabajo por la memoria y la exigencia de justicia.
Marino Alvarado | @marinoalvarado
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