“Sin luz y filtración” se lee en un papel pegado en una de las habitaciones del piso 7 del hospital Victorino Santaella de Los Teques, el cartel se repite en prácticamente todas las puertas del área de pediatría y maternidad, sólo varia el mensaje: “Sin agua ni luz”, “sin agua con filtración” rezan otros, todos redactados por el personal médico y de enfermeras como una medida de protesta al avanzando estado de deterioro de la estructura.
Son los padres de los pacientes los que deben ingeniársela para sortear los inconvenientes que representa el mal estado de las habitaciones, “me traje un bombillo de mi casa y lo instale yo mismo, porque al caer la noche la oscuridad es total en la habitación”, narró una de las madres, quien acompaña a su pequeño en la recuperación tras ser intervenido quirúrgicamente.
Al caer la noche la oscuridad se apodera prácticamente de todo el nosocomio. Las escaleras que conectan los 10 pisos de la institución, en la actualidad el único medio de acceso ante la paralización de los 18 ascensores, lucen como “cueva de lobo” ante la falta de bombillos, socates y balastros.
“Me encierro en la habitación con mi niño y solo dejo entrar a las pocas enfermeras que hay de guardia cada noche, me da terror que entre alguien a robar”, agrega otra de las madres, quien no entiende como el director del Santaella “se mantiene de brazos cruzados ante el deterioro del hospital”.
Las enfermeras aseguran que han entregado medio centenar de informes y comunicados tanto a la Gobernación de Miranda como a los diputados del Consejo Legislativo detallando la grave crisis sin obtener hasta ahora respuesta. “Evidentemente –a los diputados del PSUV- no les interesa la calamidad que viven los mirandinos porque ellos cuando se enferman van a clínicas privadas, ni por equivocación vienen al HVS”, agrega la trabajadora de la salud.
Del bolsillo de las enfermeras sale muchas veces el dinero para comprar los detergentes para lavar los baños de las habitaciones, “hay familiares que muchas veces tienen que traer ellos mismos, además de las medicinas e insumos, cloro u otro jabón para lavar y limpiar las pocetas y la ducha”, narró la mujer.
De los 14 pisos que tiene el HVS, son pocos los que están operativos. Lo que era antiguamente el piso de hospitalización pediátrica luce actualmente desvalijado, personas ajenas a la institución, ante la falta de vigilancia, arrancaron lámparas, puertas, toma corrientes, griferías, pocetas, lavamanos y cargaron hasta con las camas.
Los largos pasillos están repletos de camas y otros muebles abandonados. “Esto se presta para cualquier cosa, no hay vigilancia eficiente”, reseñó uno de los trabajadores del HVS, quien permitió el acceso al equipo de La Región para grabar un video –posteados en el Instagram @LaRegionWeb- de las actuales condiciones tanto del piso 6 como del resto de la estructura.
Daniel Murolo