Controlar las finanzas personales es crucial para cualquier persona, pero mucho más para las mujeres. En el caso venezolano la crisis humanitaria, los trabajos precarizados y la disminución de las mujeres en el mercado laboral formal se ha convertido en una combinación peligrosa porque se traduce en dependencia y limitaciones. Encuestas e investigaciones muestran que a medida que las mujeres tienen menores y peores ingresos, disminuye sustancialmente la autonomía sobre su vida y desarrollo, lo que se convierte en la diferencia entre alcanzar una meta o conformarse con un rebusque
El estado financiero no es un asunto de entidades bancarias. Comprender y controlar las finanzas personales es crucial para cualquier persona, pero mucho más para las mujeres porque a mayor control de sus finanzas se traduce en un símbolo de independencia que les brinda autonomía para decidir sobre sus vidas y su desarrollo.
Pero en Venezuela la combinación de una sostenida crisis humanitaria, trabajos precarizados y la significativa disminución de las mujeres del mercado laboral formal han configurado un escenario que se muestra en las cifras: mientras empeoran los ingresos, las mujeres son más dependientes y están limitadas a tomar decisiones sobre sus propias vidas. Esto hace la diferencia entre alcanzar una meta o conformarse con el rebusque diario.
Un estudio de opinión nacional realizado en 214 municipios a 600 mujeres entrevistadas, llevado a cabo por la empresa More Consulting, determinaba que las mujeres que se dedicaban a labores del hogar -un trabajo no remunerado- era el grupo con el índice más alto que reportaba no tener autonomía para decidir sobre sus vidas. Estas mujeres representan 35% de las encuestadas.
Quienes se definían como trabajadoras por cuenta propia se convertían en el segundo grupo: más de 25% aseguraba que no tenía autonomía en sus decisiones.
El tercer grupo que se señalaba con menos capacidad para poder tomar decisiones en aspectos relacionados a su desarrollo personal eran las trabajadoras del sector público, un número que supera el 18% de las entrevistadas.
Otro dato destacado que revela el estudio realizado por la encuestadora es que a pesar de que 64,8% de las mujeres consultadas señalaban que tenían alguna ocupación o actividad que les generaba algún tipo de ingreso, la proporción ante la pregunta de si tenían autonomía para decidir sobre aspectos esenciales de su vida, 50% respondió que NO, es decir que resultó prácticamente igual que aquellas mujeres que no estaban generando ingresos (49%).
A esto se suma, lo que se conoce como brecha salarial de género, la diferencia -muchas veces ni siquiera conocida- que existe entre los ingresos que perciben los hombres en comparación con las mujeres y esto ocurre cuando incluso hacen el mismo trabajo y ocupan los mismos cargos: en Venezuela esta brecha supera el 21%, según un estudio hecho por el Banco Interamericano de Desarrollo durante 2022.
Y no solo ganan menos por hacer el mismo o más trabajo que los hombres sino que en el caso de las venezolanas se han convertido en las que tienen la participación femenina más baja de Latinoamérica en el mercado laboral formal: pasó de 51% en el año 2013 a 37% para finales de 2021.
Economía doméstica se come todo
En la práctica, la respuesta reiterativa de las mujeres es que «todo lo que gano se va en los gastos de la casa», como responde Erlinda Mijares, de 52 años, quien tiene una bodega en La Vega y está a cargo de dos nietos adolescentes.
Mujeres de diversas zonas, ocupaciones y edades tienen en común un historial de sacrificios, esfuerzos y maromas para mantener a flote sus economías personales porque se termina mimetizando con la de sus hogares. La respuesta frecuente es que administran el dinero siempre priorizando el entorno familiar y ellas quedan fuera de la lista.
Al consultarles: ¿En qué gastan sus ingresos las mujeres? la mayoría coincide en que se va en comida, la gestión del hogar y la manutención de los hijos.
«Mis ingresos se van en mis tres hijos y sus gastos de escuela, meriendas y uniformes para el colegio. También compro comida y algunas cosas para la casa”, dice Yelis Arias, experta en oficios y habitante del sector Mirador, en Petare.
«Mis ingresos los gasto en cosas que necesito para la casa, en comprar comida y en lo que necesitan mis hijos. Con la otra parte le hago mantenimiento a mis lavadoras, pago a los motorizados y ahorro, si me da chance», comenta Nakary Torrealba, propietaria de un alquiler de lavadoras en el oeste de Caracas.
“Mis gastos hormiga son las tortas, los dulces, las galletas. También compro comida y cosas para la casa, gasto en mi hija, sus estudios y en los pasajes”, agrega María Salgado, experta en oficios y habitante de La Dolorita.
Mujeres prósperas
Adquirir experiencia en el manejo del dinero debe convertirse en una política social para transformar la vida de las mujeres. Ese fue parte del objetivo del programa social Mujeres Prósperas, llevado a cabo en 2022, a través de una empresa de transacción de criptomonedas.
Para la mayoría, la asignación de montos a través de criptomonedas fue una sorpresa. Las obligó a pensar fuera de lo tradicional, a entender el mercado de las criptomonedas e incorporar la tecnología a sus vidas supuso un reto: había que cumplir varios requisitos, completar desde el proceso de registro hasta la verificación en las plataformas de asignación y canje del dinero virtual, lo que significó un cambio de mentalidad para muchas de las beneficiarias debido a la poca pericia para tratar asuntos financieros y el nulo manejo estructurado de sus economías personales.
De allí la importancia que tiene para las mujeres, en cuyos hombros sigue recayendo la responsabilidad de sostener un hogar (hijos, padres y hermanos). Un ejemplo: la necesidad de estar bancarizadas (tener sus propias cuentas bancarias), administrar recursos extras, desarrollar estructuras de costos e invertir con propósito para generar reembolsos.
Una de las beneficiarias del programa fue Karly Ramírez, una maestra de educación inicial que intuitivamente pensó en invertir y no en resolver lo del día a día, y así fue como el dinero que recibió del programa se convirtió en el capital semilla para su propia guardería «Mi pequeño Araguaney». Hoy tiene la dicha de generar ingresos y además convertirse en empleadora haciendo lo que le gusta: enseñar a los niños.
Ha tenido que aprender sobre áreas ajenas a su profesión, tomar riesgos y decisiones estratégicas, por lo que gracias al apoyo de los más cercanos y la llegada de las criptomonedas, la maestra Karly es la directora de un centro educativo donde recibe diariamente a 30 niños del sector El Mirador de Petare.
Pensar en bitcoins
«Supe de las criptomonedas porque la mamá de uno de mis alumnos me habló sobre eso. Entré en una lista de mujeres beneficiarias que recibirían la ayuda. Aunque yo no sabía nada sobre ese tema, ni siquiera bajar una aplicación, pero aprendí», dijo la maestra.
Para ese momento, Karly estaba embarazada y recién se había mudado de local. Estaba en uno que carecía de condiciones aptas, pero se ajustaba a su bolsillo. «Había que hacerle todo el piso, arreglar el friso de las paredes y meterle luz. Pero era este o nada».
La llegada de las primeras criptomonedas fueron para invertir en la guardería, entre otros gastos. El apoyo financiero aceleró las restauraciones y, en solo dos meses, el lugar estuvo listo para usar.
De dar clases todo el día, Karly pasó a ser una emprendedora y autodidacta del manejo de finanzas. «Al principio no sabía ni registrarme, pero fui aprendiendo y a medida que me llegaban las criptomonedas, compraba comida y cosas para la casa, pero también cemento y arena; le hacía comida a los obreros y les pagaba por sus servicios», recuerda.
Por la urgencia del negocio, tuvo que aprender a llevar y sacar cuentas de gastos e ingresos, entender sobre administración, derecho laboral, pago de nómina, prestaciones sociales y liquidaciones, aunque también buscó asesoría de abogados, administradores y contadores.
«La ayuda de las criptomonedas fue fundamental para acondicionar este espacio que hoy recibe a 30 niños y ha generado empleos directos e indirectos», destaca Karly, y resalta la importancia de aprender todo lo que ha requerido hasta alcanzar su meta.
«Quiero empaparme en todas esas áreas, saber de administración y de contaduría, un poquito de cada cosa. Hay momentos en los que me ha tocado aprender algo que no sabía, como el pago de las vacaciones, entonces me quedo como en el aire, pero enseguida busco asesoría y aprendo».
El programa Mujeres Prósperas estuvo activo desde marzo de 2022 hasta la caída del mercado de las criptomonedas, en noviembre de ese año. Durante ese período, las beneficiarias seleccionadas por cuatro asociaciones civiles sin fines de lucro recibieron en varias cuotas de bitcoins un total de 1.500 dólares; a los que accedieron tras aprender a canjearlos mediante el uso de aplicaciones y otros recursos tecnológicos.
Muchas de las beneficiarias gastaron sus bitcoins en necesidades prioritarias, cada vez más apremiantes en un país con una crisis económica que no cesa. La mayoría de la proporción del gasto se invirtió en alimentos, cosas para sus hijos y materiales escolares, operaciones quirúrgicas pendientes por temas de salud, y darle apoyo con alimentos y medicina a otros familiares.
¿Qué son los gastos hormigas?
Son esos pequeños gastos que hacemos a diario casi sin darnos cuenta, pero que al sumarlos, pasan a ser montos considerables que interfieren en los propósitos de ahorro. Sin embargo, ser conscientes de ellos y saber identificarlos ayuda a reducirlos.
Comprar café cada tarde, agua envasada, antojos de snacks, pan dulce, comer en la calle, pedir comida a domicilio, compras online impulsivas, utilizar taxis en trayectos en los que se puede caminar, son gastos hormigas muy frecuentes que van minando el presupuesto diario y a veces se convierten en fugas importantes que desestabilizan las finanzas diarias.
¿Cómo evitarlos?
- Una manera de identificar estos gastos es medir su repetición: ¿son diarios, semanales o mensuales?
- Hacer una lista y sumar el monto para hacer visible el peso que tienen en las finanzas
- En vez de comprar en la calle, preparar café en casa.
- Llevar un termo de agua para evitar comprar botellitas en cada salida.
- Cocinar semanalmente en casa
- Caminar o usar la bicicleta para movilizarse a cortas distancias
- Identificar las compras impulsivas
- Revisar el consumo real de los datos móviles de telefonía
- Si está acostumbrado a comer varios antojos diarios y chucherías, hay que empezar a disminuir uno por uno, o alternar los días para «un gustico».
- Revisar los gastos de entretenimiento (plataformas de streaming) y cuánto realmente se usan)