Tequeño logra 2do puesto en Premio Nacional de Literatura Infantil de Colombia

Redaccion El Tequeno

Como todos sabemos muchos connacionales se han visto en la obligación de abandonar nuestro territorio nacional: crisis humanitaria, crisis en el sistema de salud, crisis económica, crisis alimentaria, crisis educativa, crisis social, crisis y más crisis. Sea cual sea el motivo, las personas continúan huyendo de Venezuela y, según cifras oficiales de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), actualmente la cantidad de migrantes venezolanos asciende a 5,4 millones; la gran mayoría ha intentado echar raíces en países de América Latina y el Caribe, lo que a su vez ha producido crisis en las naciones que nos acogen.

Pero no todo es malo, cada historia tiene dos caras y como dijo el arquitecto británico, Premio Pritzker (1999) y Premio Príncipe de Asturias de las Artes (2009) Norman Robert Foster: «La crisis te obliga a hacer más con menos. Algunos de los mejores proyectos surgen de las mayores dificultades.» Y es precisamente lo que el escritor venezolano Fanuel Hanán Díaz logró el pasado 4 de octubre de 2021 en la primera edición del Premio Nacional de Literatura Infantil Pedrito Botero de Colombia, en donde con su cuento «Hemos llegado a Berlín» logró el segundo galardón en este certamen organizado por la Secretaría de Cultura Ciudadana de Medellín, la Biblioteca Pública Piloto y los Eventos del Libro de Medellín.

El cuento narra la travesía que hace un niño venezolano de 10 años de edad junto a sus padres desde Venezuela hacia un destino desconocido, el cual a lo largo del camino irá conociendo y enfrentando situaciones que marcarán su vida. No es novedad para nadie la xenofobia que en ciertos países hermanos hemos sufrido los venezolanos, por lo que ésta estará presente en las líneas de Díaz, pero también encontraremos la solidaridad y la parte humana que nos caracteriza como latinos.

Pese a la distancia, diferentes husos horarios y ocupaciones diarias pude contactarme con Díaz, quien además de ser un ex vecino de los Altos Mirandinos, es además egresado en Letras de la Universidad Católica Andrés Bellos (UCAB), teórico especializado en Literatura Infantil y migrante.

¿De dónde surgió la idea y cómo fue el proceso de escritura de «Hemos llegado a Berlín»? ¿Hubo algún punto de quiebre o alguna situación en particular que lo hizo decir: voy a escribir esta historia?

En este caso puedo decir que es una mezcla de muchas circunstancias. Desde hace algún tiempo he tenido el fuerte deseo de escribir ficción, es un reto personal, por así decirlo. Siempre me he movido cómodamente como investigador en el área de Literatura Infantil y Juvenil y he escrito varios libros, ensayos, artículos y conferencias, sobre temas como «El realismo mágico en la Literatura Infantil Latinoamericana» o «Sombras, censuras y tabú en los libros para niños». Así que cuando vi la convocatoria del premio quise medirme y decidí dar un salto a otro registro de la escritura, de alguna manera por tener puesto el sombrero del crítico me había estado saboteando esta incursión en la ficción. Al mismo tiempo un proceso personal de darle forma a los sentimientos de desarraigo que nos acompañan cuando dejamos el país, sabes, eso de no tener país golpea, aunque uno no lo asume conscientemente. Es una mezcla de nostalgia y rabia, que llevas contigo y que aflora en el momento menos esperado. Hay muchas imágenes que se quedan dando vueltas, las de los caminantes que van en largas filas, desde la madrugada envueltos en cobijas, con sus botellas de agua en la mano y junto con ellos muchos niños. Los ves cuando vas por carretera, y siempre te haces la pregunta de qué estará pensando uno de esos niños que va allí en medio de esa marcha. Este quizás ha sido el detonante espiritual para querer contar la historia, parta inventarla. Pero durante el trabajo de escritura hice mucha investigación, siempre ha sido un tema que me ha interesado, pero en este casi vi documentales de hace algunos años o recordé muchas experiencias que he tenido. Vivo en Bogotá muy cerca de un refugio de la Cruz Roja y he tenido contacto con familias migrantes y he observado la manera como llegan o como siguen su camino. Todo esto, mi propia experiencia y lo que he sumado durante este proceso creativo me han ayudado a darle forma a la historia.

Tengo entendido que el «Berlín» del cuento no es precisamente la capital de Alemania. ¿En un lugar ficticio simbólico o en realidad existe? ¿Por qué Berlín?

Berlín es un lugar físico, pero también es un lugar metafórico. Así se llama un páramo que está en la ruta entre Cúcuta y Bucaramanga, un gran reservorio de agua cuyas alturas sobrepasan los 4 mil metros. En esta ruta las temperaturas pueden bajar hasta -10º C. Imagina entonces a una familia de migrantes venezolanos que vienen con el Caribe en su maleta, que deben atravesar este páramo, con las ropas ligeras que llevan, a veces con chancletas envueltas en bolsas de plástico. Al mismo tiempo, para mí Berlín representa uno de esos tantos «no lugares» que por un instante atraviesan los migrantes, muchas veces puede ser en una barca en medio de un lugar o cuando están en medio del desierto.

¿Qué papel juega la literatura infantil en la época que estamos viviendo y por qué es importante fomentarla?

Esta pregunta me parece muy retadora, sobre todo para mí que creo profundamente en los libros como instrumentos de transformación personal y social. Lo primero que debo decir y que quiero decir es que la literatura infantil va mucho más allá de los estereotipos que se han construido en torno a esta literatura: cuentos de hadas, pura fantasía, cuentos con moraleja o historias cargadas de valores, estereotipadas y con abundantes diminutivos. No. La literatura infantil es una literatura mayor de edad, con sus propios territorios de la fantasía y la realidad, con autores y libros que tienen la potencia, el rigor y la misma resonancia que cualquier literatura. En ese sentido, creo que es circunstancial que tenga a receptores de estas edades, lo que también la hace esencial, no solo porque puede instalar temas acuciantes desde edades tempranas, sino que puede generar muchas reflexiones ante preguntas universales y puede ayudar a los lectores a sumergirse en contenidos profundos para conocer la vida y al ser humano. Por eso creo que definitivamente los libros para niños pueden ayudar a construir en las generaciones jóvenes nuevas formas de ver al mundo, puede abrir las mentes de los niños y puede ofrecerles muchos pretextos para indagar sobre el mundo y, sin dudas, hacerlos más humanos y sensibles.

¿Cuál fue su reacción al enterarse que resultó galardonado en este premio colombiano, teniendo en cuenta que fue el único extranjero en llevarse este honor? ¿Qué tan importante es este logro para los venezolanos?

Fíjate que sí me alegré mucho porque la participación fue retadora, muchos escritores reconocidos participaron, el jurado era de prestigios, el ámbito nacional, la dotación alta y es la primera vez que lo convocan. Algo que me satisfizo mucho en lo personal fue haber dicho «voy a escribir ficción» y entrar por la puerta grande, es algo más personal como te digo, de mis propias  convicciones. Sin embargo, para mí el premio mayor es haberle dado voz a un niño migrante en la ficción, que de alguna manera pone atención sobre esos protagonistas invisibles, nunca dejaré de agradecer que esta historia haya resonado tanto en los medios y haya empezado a labrar su propio camino. Yo estoy seguro de que seguirá un curso luminoso para este protagonista que tocará el corazón de muchos lectores, como tocó el mío al darle vida.

Ronald Gil

@pulpolector

@thedaniels88

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