En Venezuela la producción de petróleo durante el primer cuatrimestre de 2022, según fuentes secundarias, fue 694.000 barriles diarios (b/d) y en abril se ubicó en 707.000 b/d, lo que refleja un estancamiento luego del repunte observado desde el segundo semestre de 2021 gracias a la combinación de precios del crudo dentro de una franja de 100 y 120 dólares por barril, y el programa de intercambio con Irán de crudo por condensado.
Este plan ha estimulado la producción en la Faja del Orinoco (FO) y el aumento de la mezcla obtenida con el diluente iraní, propiciando, asimismo, exportaciones promedio entre enero y mayo de este año en torno a 620.000 barriles por día, 5% menos que el mismo período en 2021.
Reuters reportó extraoficialmente una fuerte caída de las exportaciones en mayo debido a retrasos en los envíos por problemas de calidad del petróleo y cierre de dos atracaderos por mantenimiento en Jose (Edo. Anzoategui). Otra fuente mencionó menos cantidad de crudo exportable debido a problemas en dos de los cuatro mejoradores de PDVSA.
Los datos no oficiales de la producción en mayo revelan un nivel de 593.000 barriles diarios, por debajo de lo alcanzado en abril, y que se atribuye a la escasez de diluente. Se observa la reiteración de la falla estructural de producción que arrastra PDVSA desde hace ya más de 15 años, mucho antes de aparecidas las sanciones, y que solo ha sido posible capear con el concurso del condensado iraní.
Es decir, mientras no haya una inversión notable que permita resolver la rehabilitación de mejoradores, aliente la reactivación de taladros, la reparación de pozos y detenga la canibalización de la infraestructura, no se podrá recuperar la producción.
De hecho, continuará mermando la capacidad de producción, lo que imposibilitará una recuperación sostenida en torno a 800.000 barriles diarios, lejos de la meta oficial de 2.000.000 b/d para finales de este año, tal como lo señaló Nicolás Maduro y su ministro de petróleo, el criminólogo Tareck El Aissami.
Tercerización en refinerías
Igual reflexión cabe respecto a la tercerización de la recuperación de la Refinería de El Palito y los intentos por apuntalar alguna reactivación de las plantas del Complejo Refinador de Paraguaná (CRP), al dejar en manos de la petrolera pública iraní la reparación de estas plantas, con la inexplicable desincorporación de 800 trabajadores que venían desde hace años laborando en dicha refinería.
Esta medida, que fue calificada de “arbitraria y como una ‘masacre laboral’ impulsada por el gobierno nacional y la actual gerencia de Pdvsa” (José Bodas), indica claramente que, por si misma, PDVSA no tiene la capacidad financiera ni pericia técnica para levantar la producción de derivados, amén de la mermada disponibilidad de crudo nacional para refinar.
Muestra de ello es que en abril, se enviaron más de 200.000 barriles de crudo pesado iraní a la refinería Punta Cardón y llegaron al puerto de Jose 400.000 barriles de petróleo procedentes de Irán.
En cuanto al tema de las sanciones estadounidenses, la OFAC prorrogó (por novena vez) sin modificaciones la licencia otorgada a Chevron, luego que una semana antes le había aprobado a la petrolera una autorización «restringida» hasta noviembre para entablar conversaciones con el gobierno del presidente Nicolás Maduro sobre actividades futuras.
Cualquier plan de reanudación de producción de esta empresa va a estar supeditado en el plano político al estado de las negociaciones entre el gobierno y la oposición en México. El gobierno se sienta o simplemente no habrá flexibilización de sanciones petroleras, pareciera decir EE.UU.
De todas maneras, el gobierno de Maduro recibió una señal de flexibilización del gobierno estadounidense al autorizar en junio a que las empresas Eni y Repsol empiecen a comerciar desde julio cargamentos de petróleo venezolano para el pago de deudas pasadas.
Sin embargo, eso no representa dinero fresco para Venezuela, aun cuando el gobierno de Maduro seguramente intentará intercambiar alguna carga de exportación por diésel, como lo hizo en 2020 hasta que fue suspendido. Hay que acotar que estas empresas europeas básicamente producen gas natural, y seguramente condensado, en el pozo “Perla” frente a las costas del estado Falcón.
Ahora la pregunta inevitable es qué petróleo y cuánto se va a enviar para Europa, puesto que los barriles que actualmente se producen (6.8 millones por día) ya tienen destino, porque están amarrados a contratos estructurales cuyos compromisos estamos obligados a honrar.
Así está desglosada nuestra producción: 395.000 barriles por día para China; 50.000 para Cuba, 20.000 para unos 9 países de Petrocaribe y 180.000 para consumo interno (refinación aún insuficiente), por lo que solo viene quedando la irrisoria cantidad de 35.000 barriles diarios para Europa a los efectos de “compensar” cerca de 6 millones de b/d que este bloque dejará de comprarle a Rusia.
Cuando se habla de irrelevantes 35.000 barriles diarios pareciera que fuera una broma, o que se estuviera jugando a “Monopolio”. Seamos serios. El mercado de los hidrocarburos es algo serio, bastante serio. Venezuela en estos momentos, y por mucho tiempo, no está en condiciones de suplir de petróleo a nadie, ni a EE.UU., ni a Europa, ni a Asia, etc.
Solo tenemos producción petrolera para medio comer todos los días, y esa comida, que nos la sigue proveyendo el petróleo, no alcanza para todo el mundo; la Venezuela saudita quedó atrás y no volverá jamás.
El 2022 finalizará escasamente con una producción máxima de alrededor de 900.000 barriles diarios, tal como lo venimos diciendo desde el pasado mes de enero, muy distante a lo ofrecido por Nicolás Maduro de 2.000.000 millones “salieran sapos o salieran ranas”; pues sapos y ranas, y también culebras, salieron de los campos petroleros, pero no salieron barriles.