Todos los 1 de mayo se celebra en el mundo el Día del Trabajador, una fecha que reconoce la labor de quienes a diario salen de sus casas para ocupar puestos de trabajo con los que sostienen económicamente a sus familias y apoyan el desarrollo del país. Algunos incluso continúan sus rutinas de siempre pese a que el coronavirus ha obligado a las personas a mantenerse confinadas en sus casas.
Por Fabiana Rondón / voanoticias.com
Venezuela no es la excepción. Trabajadores de sectores llamados priorizados, como alimentación, transporte, medios de comunicación, salud y seguridad han asumido el riesgo de salir a la calle a trabajar.
“Desde que comencé en enfermería jamás me imaginé vivir una pandemia de esta magnitud y muchos colegas todavía están igual de asombrados que yo, nunca pensamos vivir algo para lo que no estábamos preparados”, dijo a la Voz de América la enfermera Daniela Amundaray.
Entusiasmada como está de haber elegido la profesión correcta, no elude los contratiempos que implica su ejercicio. El nacimiento y la muerte, van de la mano en su oficio, afirma.
Está en el grupo que sigue trabajando después que el gobierno en disputa de Nicolás Maduro ordeno el pasado 16 de marzo una cuarentena nacional para evitar la propagación del coronavirus. Cifras del gobierno en disputa indican que hay 333 contagios y 10 fallecidos por la pandemia desde que se detectaron los dos primeros casos el 13 de marzo. El gobierno interino que lidera Juan Guaidó rechaza los datos.
Amundaray habló a la VOA sobre lo mal pagados y hasta poco valorados que son en Venezuela los enfermeros.
Afirma que una situación de la magnitud de una pandemia es aún más difícil en un país como Venezuela, donde desde hace años hay una profunda crisis humanitaria que se acrecienta con la falta de insumos y medicinas en los centros hospitalarios.
“Nos toca vivir encomendándose a Dios, es lo único que nos queda aquí en Venezuela”, expresa.
Dice que la pandemia ha sacado la peor y la mejor versión de cada persona.
“Como personal de salud no pedimos ser reconocidos como héroes, simplemente tener unas buenas condiciones de trabajo, que seamos valorados y reconocidos como merecemos”, agrega.
Para la joven enfermera, la mejor manera de honrar el Día del Trabajador es ejerciendo su profesión con mucha vocación como todos los días, con cada paciente. Expresa que esa la forma en la que desea devolverle a su país la formación que recibió.
Temor a la inseguridad
El personal de salud no ha sido el único que se ha visto en primera línea expuesto al coronavirus.
Carlos González se dedica a hacer delivery. Cuenta que una de las cosas que lo motivan a salir a trabajar cada día es querer ver un país mejor, sin las calamidades y el desespero con los que, asegura, hoy viven todos los venezolanos.
“Me da mucho miedo la inseguridad que hay en el país. Yo voy en moto y creo que de esta manera se corre más riesgo al momento de estar en la calle, aunque creo que es lo que menos les importa a los clientes”, expresa.
Es contador público, pero dice que no ha logrado ejercer su profesión porque las oportunidades que hay en el país son escasas y el empleo como delivery le genera más ingresos.
Joan Camargo es parte de un sector que le ha tocado seguir en las calles para ser la voz de las personas afectadas por la crisis: es periodista. Desde que comenzó la cuarentena está expuesto al contagio. Afirma que debe salir cada día a buscar las noticias que no dejan de acontecer en el país.
Comenta que el agotamiento es muchísimo más fuerte que en la faena normal. Salir y hacer las coberturas de la situación que ha originado la pandemia, buscar nuevos enfoques, el estrés del riesgo de contagio y la crisis de la gasolina, son muchos factores que triplican el cansancio y la angustia.
“Es estresante también salir, exponerte y volver a casa. Mis padres son adultos mayores y el temor de contagiarlos por contacto es fuerte”, expresa.
En cuanto a las coberturas, Camargo cuenta que lo más difícil es ver cómo ya muchas personas están saliendo a la calle, en su mayoría ancianos, a mendigar, expuestos, sin tapabocas, con hambre.
“A pesar de lo duro que a veces puedan ser los días jamás cambiaría mi profesión. La satisfacción de que el trabajo salga bien y de ser el puente para que se conozca la realidad es algo que nada lo paga”, dijo a la VOA.
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