La verificación de las cuentas de Twitter se restablecerá el próximo año bajo un nuevo enfoque, que la compañía espera completar a partir de la participación de los usuarios, y que establecerá además los criterios por los que una cuenta puede perder su insignia azul.
La compañía compartió sus planes de relanzar el sistema de verificación de cuentas a principios de 2021, que acompañará de un nuevo proceso de aplicación y una nueva política, como expone en su blog oficial.
Esta nueva política, explica la compañía, “definirá lo que significa la verificación, quién es elegible para la verificación y por qué algunas cuentas podrían perder la verificación”. Y empieza por aclarar qué significa que una cuenta sea “notable”.
En ese sentido, señala que la política propuesta indica “que la insignia azul de verificación permite a la gente saber que una cuenta de interés público es auténtica”, y subordina su adjudicación a que la cuenta sea “notable y activa”.
Establece, además seis tipos de cuentas candidatas: gubernamentales, de entretenimiento, de empresas, marcas y organizaciones sin fines de lucro, de noticias, deportes y de activistas, organizaciones y otros individuos influyentes.
No obstante, el borrador de la nueva política incluye criterios que permitirán retirar la insignia azul a una cuenta, por ejemplo, en el caso de que esté inactiva o el perfil no se haya completado, o que de forma reiterada haya violado las normas de la plataforma.
Algunas cuentas actualmente verificadas “no deberían serlo”, reconocen desde Twitter, y por ello la compañía anunció que “empezará a eliminar automáticamente las insignias” de las cuentas que no cumplen los criterios.
La compañía preparó un cuestionario para recibir la opinión de los usuarios sobre el nuevo borrador, que ayudará al establecimiento de las nuevas políticas de verificación que se implanten el próximo año.
La verificación de cuentas concede a un perfil una marca azul que indica que esa cuenta es de interés público y que la persona que la gestiona es quien dice ser. Sin embargo, el sistema que empleaba la compañía generó polémica cuando en 2017 se descubrió que había concedido la marca a Jason Kessler, organizador de la marcha supremacista de Charlottesville, en Estados Unidos, que acabó con la muerte de una persona.