Un hijo que recién perdió a su padre, una joven que terminó una relación sentimental y un adolescente al que llevó su madre: rompen botellas, platos, televisores y computadoras en desuso con palos de golf, bates y mandarrias para descargar tensiones, o solo por diversión, en un “cuarto antiestrés” abierto en Caracas.
Los vidrios destrozados saltan en el aire, otros chocan contra una pequeñísima ventana desde donde familiares y amigos curiosos observan y graban la experiencia.
“Lo que queremos es que la gente salga completamente desestresada, liberada (…) que pueda venir a drenar”, dice a la Voz de América Evelyn Pinto, socia de El Templo Escape Room, ubicado en un barrio acomodado de Caracas.
Antes de entrar, una parada para cambiarse a un overol de seguridad, casco, guantes, lentes y botas. También para escuchar las reglas de precaución.
El cuarto está pintado todo de gris cemento, las paredes tienen huecos y rayones, muestra de que alguno que otro rompió hasta las reglas.
“Hay gente que viene solo a divertirse, a entretenerse entre amigos (…) Como también nos hemos encontrado que vienen amigas y te dicen ‘ella no sabe a qué viene, la traje de sorpresa porque está pasando por un despecho y quise que viniera a liberarse’”, sigue Pinto.
Pinto también recuerda el caso de “un joven al que se le acababa de morir su padre” y un familiar lo llevó a su centro “a desestresarse”. “Al final nos abrazó, lloró con nosotros, se sintió bastante liberado (…) fue una buena medida de escape en la que pensaron sus familiares y él lo agradeció mucho cuando estuvo aquí”.
La mayoría de los usuarios es reservada y prefiere no hablar de su experiencia en este establecimiento que cobra unos 20 dólares por la experiencia individual.
Abel Saraiba, psicólogo clínico dijo a VOA que “los cuartos de estrés pueden ser una alternativa para que las personas liberen tensiones acumuladas (…) sobre todo lo que tiene que ver con la rabia”. Sin embargo, aclara que aunque “puede tener algún efecto de alivio, no es un sustituto de terapia” psicológica.
Este tipo de establecimientos van más en una línea “recreativa y de juego”, agrega la también psicóloga clínica María Eugenia Tovar. “Un espacio como este de ir a romper cosas se queda en descargar una emoción y ya”.
“Una propuesta en la línea terapéutica implicaría que puedas contactar con las emociones que tienes, las puedas expresar, pero que además te puedas hacer cargo de esas emociones. No solo descargarlas, entender lo que pasó o lo que te pasa”, añade Tovar.
Pinto, como empresaria, reconoce que no buscan sustituir la terapia psicológica. “Esto es una terapia de entretenimiento (…) no podemos sustituir la función de un psiquiatra o de un psicólogo”.
Pero dice que están trabajando con especialistas en busca de cooperación. “Hay psicólogos que recomiendan este tipo de terapias para que [el paciente] drene. Hace poco tuvimos una reunión con una psicóloga y vamos a realizar alianzas, ella es especialista en ansiedad y estrés y vamos a realizar alianzas”.