Para las personas con un cáncer demama causado por la mutación genética BRCA podría resultar factible suspender la quimioterapia, en caso de que sea necesario, y aun así mantener la enfermedad a raya: un tipo de medicamento, llamado inhibidor de PARP, se mostró útil para eso en un ensayo clínico de fase 3, la última anterior a la aprobación de una droga. Las pacientes que recibieron el inhibidor de PARP junto con la quimioterapia, y luego suspendieron la quimioterapia pero continuaron con el inhibidor de PARP, vivieron dos meses más sin que la enfermedad progresara en comparación con las que simplemente interrumpieron el tratamiento.
La supervivencia sin avance de la enfermedad fue de 14,5 meses en el caso de las mujeres que recibieron veliparib, la droga en cuestión, y quimioterapia previa, y de 12,6 meses para las que recibieron quimioterapia y un placebo: una diferencia que puede parecer pequeña, pero que tiene impacto estadístico suficiente como para considerar el nuevo compuesto a la hora de diseñar mejores tratamientos en el porvenir cercano.
Los inhibidores de PARP son una familia de drogas que impiden la acción de la enzima poli ADP ribosa polimerasa (PARP), una proteína central para varios procesos celulares como la reparación del ADN y la muerte celular programada. Muchas formas de cáncer necesitan, para crecer, usar esa enzima mucho más que las células sanas para su reproducción normal, por lo cual los inhibidores de esa enzima se han investigado especialmente para combatir esta enfermedad. No obstante, los inhibidores de PARP también tienen usos potenciales en la apoplejía, las enfermedades neurodegenerativas y el infarto de miocardio.
En el estudio publicado en Lancet Oncologypresentó los casos de pacientes que recibieron veliparib junto con su tratamiento común y luego, al suspender la quimioterapia, optaron por continuar con el inhibidor de PARP. En total, del grupo estudiado, más del 40% de las pacientes recibieron veliparib como única terapia de mantenimiento.
“Los resultados de este ensayo de fase 3 muestran que, cuando se añadió al carboplatino y al paclitaxel”, explicó el artículo, en referencia a las drogas de la quimioterapia, “y se continuó como monoterapia”, es decir, se siguió usando como tratamiento único una vez suspendidos el carboplatino y el paclitaxel, “el veliparib dio lugar a una mejora duradera de la supervivencia sin progresión, con beneficio evidente a los dos y tres años después de la aleatorización en pacientes con cáncer de mama HER2-negativo avanzado y una mutación de la línea germinal BRCA1 o BRCA2”.
El texto de Veronique Diéras, del Centro Eugene Marquis de Rennes, Francia, y colegas, destacó: “Estos resultados son dignos de mención dada la alta actividad del grupo de control del carboplatino y el paclitaxel, en el que la mediana de supervivencia sin progresión fue superior a un año”. En un artículo de interpretación de los resultados, también publicado en Lancet Oncology, se detalló: “Con un seguimiento promedio de casi 36 meses, se estima que el 34% y el 26% de los pacientes no sufrieron la progresión de la enfermedad en el grupo de veliparib a los 24 y los 36 meses” respectivamente.
En cambio, en el grupo de control, que había suspendido el veliparib, el avance del cáncer fue mayor, y sólo el 20% y e 11% de las pacientes no lo sufrieron, comprobación hecha también a los 24 y los 36 meses respectivamente.
En ese análisis del texto de Diéras, Melinda Telli, del Centro Médico de la Universidad de Stanford se detuvo en un conjunto particular de pacientes, aquellas que sufrían cáncer de mama triple negativo, es decir un tumor cuyas células no contienen receptores de estrógeno o progesterona ni producen exceso de la proteína HER2, y por eso dan negativo en esos tres estudios. Se trata de una variedad que no responde a la terapia hormonal, por ejemplo. “De manera notable —escribió Telli—, en un análisis de subgrupos de pacientes con cáncer de mama triple negativo, la mediana de la supervivencia general fue de 35 meses, lo que representa la mejor supervivencia general que se haya informado hasta el momento para el cáncer de mama triple negativo”.
Si bien este ensayo no fue diseñado para evaluar eso, añadió Telli, “los resultados nos obligan a considerar si una estrategia de quimioterapia basada en platino, seguida de un mantenimiento de inhibidores de PARP, como la que se utiliza rutinariamente en el cáncer de ovario, podría en última instancia conducir a resultados superiores para este grupo de pacientes [con cáncer de mama]”.
En total, el estudio involucró a 509 personas con un cáncer de mama causado por la mutación genética BRCA confirmado en laboratorio. La mitad de ellas, aproximadamente, padecían de la variedad triple negativo, y la otra mitad, de formas susceptibles a los receptores hormonales.
Entre los efectos indeseados más comunes se verificaron la neutropenia (la disminución de los glóbulos blancos especializados en el combate de las infecciones, llamados neutrófilos), la anemia (baja de los glóbulos rojos) y la trombocitopenia (caída de la cantidad de plaquetas). Pero si bien la incidencia de estos eventos adversos fue de entre el 40% y el 81%, los casos más graves se verificaron en el 34% de las mujeres. No hubo ninguna muerte vinculada al veliparib.
Esta droga se sumaría a otros dos inhibidores de PARP que han demostrado eficacia en el tratamiento del cáncer de mama avanzado debido a la mutación genética BRCA: tanto olaparib (Lynparza) como talazoparib (Talzenna) se pueden utilizar también en estas terapias, según autorizó la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de los Estados Unidos. Diéras y sus colegas quieren seguir investigando el veliparib porque, en teoría, puede ser superior a esos medicamentos similares, según su diseño molecular.