Los videos que han grabado los vecinos de los pueblos costeros de los estados Falcón y Carabobo, en el mar Caribe, muestran una tragedia cotidiana. Un nuevo vertido de combustible fluye desde las instalaciones de la estatal PDVSA y llena las playas con el crudo traído por las olas. Al menos 35 derrames han ocurrido este año, según han podido contabilizar las organizaciones ambientalistas. El Gobierno venezolano no ha dado información sobre las causas ni las medidas de reparación. Tampoco sobre cómo evitarán que la situación se siga repitiendo, mientras las olas traen cangrejos y peces negros de petróleo, base de la economía nacional.
El País | Florantonia Singer
El biólogo venezolano Eduardo Klein lleva desde hace años un registro satelital de los derrames de la industria petrolera. El que ahora se ve sobre la costa empezó días atrás, en el Golfo Triste, muy cerca del Parque Nacional Morrocoy, que preserva un frágil ecosistema de manglares. La mancha se extiende por cinco kilómetros de la playa Boca de Aroa, con una afectación sobre el mar de 450 kilómetros cuadrados en torno a la Refinería El Palito y las instalaciones de la central termoeléctrica Planta Centro, según las imágenes del satélite Sentinel 2 que el experto ha reportado en sus redes sociales.
“Este desastre puede tener graves efectos tanto ambientales como sobre la salud y economía de los pobladores en toda la zona afectada, tanto en la actualidad como en los próximos días, a medida que los contaminantes se mueven debido a las corrientes”, alertó la ONG Clima 21 en un informe sobre la situación. “Son particularmente preocupantes los efectos que pueda tener sobre la salud de los pescadores locales y sobre las personas que puedan estar consumiendo pescado que puede estar contaminado con sustancias tóxicas presentes en el hidrocarburo derramado”.
El derrame ha afectado embarcaciones de pescadores artesanales. Como en ocasiones anteriores, las autoridades no han dado información. El grave estado de la industria petrolera venezolana, tras años de malos manejos, corrupción y la caída de los ingresos por las sanciones petroleras, tiene su expresión en los derrames, producto de la falta de mantenimiento. Después de llegar a sus mínimos en 2020, un año después de que el presidente Donald Trump impusiera un embargo petrolero a Venezuela, la producción de petróleo ha ido recuperándose lentamente y se acerca al millón de barriles diarios, lejos todavía de los picos de más de 3 millones de una década atrás.
En noviembre pasado, Venezuela experimentó un amplio alivio de sanciones que luego fue sustituido por un régimen de licencias específicas que impuso Estados Unidos en mayo, en respuesta al incumplimiento de Maduro de las garantías democráticas para las elecciones del pasado 28 de julio, que el mundo ahora ha condenado por las sospechas de fraude. Aun así, Maduro ha invitado recientemente a empresarios extranjeros a invertir en el sector petrolero.
En estados como Zulia, las fugas sobre el Lago de Maracaibo, el más grande de Sudamérica, son constantes. El año pasado, el presidente, Nicolás Maduro, anunció un plan para sanear el lago, del que todavía no se han presentado resultados. “Estoy empeñado en un plan estructural para ir recuperando progresivamente el Lago de Maracaibo. El renacimiento tenemos que lograrlo entre todos, porque esta no es una tarea partidista o política, esto nos corresponde a todos”, dijo durante una visita al estado Zulia, días después de que fuera reportada una enorme mancha de hidrocarburos de 30 kilómetros de largo sobre el agua.