El estado de Alabama (sur de Estados Unidos) ejecutó este jueves al preso Kenneth Eugene Smith asfixiándolo con gas nitrógeno, un método nunca antes probado, según notificaron las autoridades.
A Smith, condenado a muerte por asesinar a una mujer por encargo en 1988, lo declararon muerto a las 20.25 hora local (02.25 GMT del viernes), tras haber inhalado el gas nitrógeno a través de una máscara y haberse quedado sin oxígeno.
Sus últimas palabras, ya con la máscara puesta, fueron: “Esta noche Alabama hace que la humanidad dé un paso atrás. Gracias por apoyarme. Los amo a todos”.
Periodistas que fueron testigos oculares de la ejecución relataron que, después de que el gas comenzase a fluir, Smith se estuvo retorciendo durante un par de minutos y luego se le vio con respiración agitada durante varios minutos más.
El director del Departamento Correccional de Alabama, John Hamm, dijo en rueda de prensa posterior que las sacudidas del reo fueron “involuntarias”, pero nada fuera de lo esperado.
El gas nitrógeno fluyó durante unos 15 minutos.
El Tribunal Supremo de Estados Unidos rechazó minutos antes de la ejecución el último recurso que la defensa del preso había presentado este mismo jueves por 6 votos a 3, dando así luz verde al inicio del procedimiento.
La magistrada progresista Sonia Sotomayor, una de las 3 que votaron por detener la ejecución, argumentó que “al no haber podido matar a Smith en su primer intento, Alabama lo ha elegido como su ‘conejillo de indias’ para probar un método de ejecución nunca antes usado”.
Desde que el Tribunal Supremo reintrodujo la pena de muerte en 1976, han sido ejecutados en Estados Unidos 1.583 presos, 73 de ellos en Alabama.
Los testigos de la barbarie
Familiares de Smith y familiares de su víctima, Elizabeth Senner, presenciaron la ejecución, en una cárcel de Atmore, en una zona rural de Alabama.
«Tiene una deuda que pagar y no nos importa cómo ocurra», dijo uno de los dos hijos de Sennet, Mike, a una cadena local días antes de la ejecución.
Esa deuda se remonta a 1988. Un pastor del condado de Colbert, en la otra punta de Alabama, les pagó mil dólares a él y a otro hombre, John Forrest Parker, para matar a su mujer, Elizabeth, de 45 años. La idea era que pareciera un robo doméstico que había acabado mal. El pastor mantenía un romance con otra mujer, estaba en la quiebra y había suscrito un seguro de vida con su esposa, que cobraría en su fallecimiento. El marido se suicidó cuando le declararon sospechoso, Parker fue ejecutado en 2010 con una inyección letal.
Esa misma suerte debió haber corrido Smith en noviembre de 2022, en la fecha señalada para su ejecución. Pero los verdugos no fueron capaces de encontrar sus venas y no pudieron colocar las sondas para la inyección letal antes de que expirara el plazo legal para llevar a cabo la ejecución.
El compañero sicario de Smith, John Forrest Parker, fue ejecutado en 2010.
Las autoridades de Alabama decidieron cambiar la inyección de fármacos letales por la asfixia por inhalación de nitrógeno, un método que se ha usado en casos de eutanasia.