En México fue diseñado el único juego de mesa inspirado en Venezuela, que invita a recorrerla, a conocer sus sitios de interés y sus bellezas naturales. La idea fue desarrollada por Ruth Prato. Ella es venezolana y su esposo, Mohamed Morales, es un mexicano que la motivó a que hiciera del objeto lúdico una herramienta pedagógica de conexión con sus raíces y de unión familiar en tiempos de pandemia.
Antes de que las autoridades sanitarias decretaran el confinamiento mundial por el virus chino, el hijo de la pareja, de apenas 9 años le dijo a Ruth: «mamá quiero ir a Venezuela, quiero visitar sus playas e ir al Salto Ángel, quiero conocer tu tierra». El niño nació y se está criando en Ciudad de México. Su inquietud por conocer la tierra natal de su madre, hizo que a ella se le formara un nudo en la garganta. No solo porque le conmovieron sus interrogantes, sino porque no podía complacer su petición.
Venezuela no está en condiciones de recibir visitas, pese a sus encantos naturales que aún conserva. La inseguridad, el desplome de la economía y el colapso de los servicios básicos ahuyentaron el turismo. Sin embargo, Ruth quería buscar la manera de que su hijo conociera el país, sin necesidad de ir. Recordó que en su infancia ella tenía un juego de mesa que le permitía conocer la geografía de Venezuela de una forma divertida.
«Hice una labor de investigación para conseguir el juego. Pregunté en jugueterías venezolanas, entre personas de mi edad para ver si aún lo conservaban para comprarlo y enseñárselo a mi hijo, pero no tuve suerte. Ya no existe. Solo logré bajar dos fotos de su diseño original», relata. Su esposo le planteó: y si creamos un juego similar al que tenías de niña? Ella le respondió: no es mala idea. Fue así como ambos comenzaron a trabajar en el proyecto.
La vaga idea que tenía del juego le ayudó a Ruth y a su cónyuge a diseñar las estrategias y las reglas del objeto lúdico. No fue tarea fácil. No contaron con la asesoría de expertos en juegos de mesa. Era un trabajo de ensayo y error. Su hijo daba el veredicto. «Cuando no entendía algo, teníamos que corregir y empezar de nuevo. La idea es que los pequeños lo entiendan porque sería diseñado para personas de 6 años en adelante y era indispensable que los niños lo comprendieran», explica.
Fue así como lo titularon R3corr3 Venezuela. La mecánica es sencilla. El jugador que primero llegue a la ciudad que escogió como punto de partida, es el ganador. El juego tiene tres paradas obligatorias: la Isla de Margarita, el Salto Ángel y el estado Táchira (paso fronterizo con Colombia que muchos recorren con fines migratorios). Contiene además tarjetas sorpresas parecidas a la del Monopolio que desvían la ruta y hacen que pierdas tiempo para llegar al destino.
Evoca la gastronomía criolla
El tablero es el mapa del país y sus fichas tienen forma de arepas y empanadas como una manera de adaptarlo aún más a las costumbres criollas. «En Venezuela contacté a una artesana, amiga de mi familia para que diseñara las piezas. Antes de la pandemia pudo enviar el material. Un diseñador gráfico hizo el tablero que fue ajustado por una diseñadora mexicana, que también se comprometió con el proyecto», explica.
Hace unas cuantas semanas la pareja de creativos imprimió la primera edición. «Mi esposo me dijo, imprime más, muchos más para que no solo nuestro hijo lo tenga, sino también los niños de otros migrantes para que tengan la oportunidad de conectarse con la cultura de tu país. Se imprimieron 200 juegos que fueron lanzados a la venta hace dos semanas. Muchos lo quieren, pero no lo pueden adquirir por la situación, pero ofrecemos facilidades de pago», indica.
El juego le permite a los adultos reencontrarse con su tierra, establecer un canal de enlace con aquellos sitios que visitaron cuando paseaban por el país. Por ejemplo, el Mercado de Conejero, ubicado en la Isla de Margarita. «Ese lugar era parada obligatoria para los visitantes del estado Nueva Esparta. Quién no se detenía allí para saborear las empanadas de cazón y de mariscos, además de probar el pastel de Chucho. También aprovechaban de comprar la lencería que vendían los árabes a precios solidarios. Estos recuerdos los revives con el juego», expresa la criolla, quien lleva 19 años residenciada en tierras aztecas.
En vista de que las clases son dictadas vía remota, el juego representa un método de aprendizaje en materia de Geografía de Venezuela. «Le enseñas a tus pequeños lugares exóticos y las dependencias federales de una forma entretenida, sin recurrir a los clásicos textos. Aquellos niños que se están criando en tierras foráneas, también se les suministran dosis de conocimiento sobre la patria de sus padres para que se identifiquen, conozcan lo nuestro y se sientan orgullosos del lugar de sus ancestros», concluye.
El juego no se comercializa en jugueterías, ni en centros de abastecimiento de México. Solo se puede adquirir por encargo, a través de la página de Facebook: R3corr3 Venezuela. También hacen envíos a destinos internacionales. «La idea es distribuirlo en todos los rincones que alberguen migrantes venezolanos para que se reencuentren de alguna forma con su tierra».