Son las 06:15 y el frío se siente en el ambiente. En pleno centro de la población de Paracotos, a pocos metros de la iglesia, unas 13 personas esperan el bus. Todas visten chaquetas. En la acera no hay la infraestructura de una parada ni señalización.
Andrea Pérez vive en esta población mirandina. Cada mañana toma dos buses para llegar a su trabajo, ubicado en la ciudad de Caracas. Ella espera una unidad, mientras tapa parte de su rostro con el cuello de la chaqueta, para contrarrestar la fuerte tos que la aqueja.
Mira constantemente su reloj y espera con ansias el arribo del bus. “En las mañanas, el viento sopla fuerte y no hay un techo para cubrirse mientras se espera”, dice.
Junto a Pérez está Carmen Ortiz de 53 años. Ella se dirige igualmente al médico en la capital. En su opinión, el principal problema es la falta de asientos. “El bus que me lleva se demora en llegar y no hay dónde descansar. Tengo un problema de várices y no puedo estar mucho tiempo de pie”, comenta.
A pesar de ser la única parada de autobús que hay en Paracotos no cuenta ni con techo. «Cuando llueve toca mojarse y cuando hace sol cocinarse», agrega la mujer.
Crítica que el alcalde de Guaicaipuro tenga completamente en el olvido la parroquia. Dice que igual de abandonadas estan las calles internas del pueblo.
Piden la construcción de un techo y la instalación de asientos en la parada «como ocurre en cualquier otro pueblo del país. Guaicaipuro jamás estuvo tan abandonado», puntualizó.
Redacción El Tequeño