Las curvas de Google Trends pueden dar una idea de la situación actual de la covid en Venezuela. La herramienta muestra cómo se han disparado las búsquedas con la palabra “oxígeno” durante el último mes. Los reportes oficiales muestran un aumento de casos, pero por debajo de la percepción en la calle, donde crecen las peticiones desesperadas de equipos para respirar y de camas de hospital, y por la multiplicación de las campañas de recaudación de fondos para ayudar a los enfermos.
Por FLORANTONIA SINGER / elpais.com
En las últimas tres semanas, los casos positivos de coronavirus han pasado de poco más de 700 a casi 1.800 diarios, el mayor número reportado en el país que menos test hace en la región, según ha advertido la Organización Panamericana de la Salud (OPS). Así atraviesa Venezuela su segunda ola de contagios, de mayor expansión e impacto que la anterior, en un escenario de crisis política, social y económica que complica el panorama y pone difícil el arranque de la vacunación.
La prolongada fricción entre el chavismo y la oposición liderada por Juan Guaidó alcanzó una tregua en junio pasado, cuando se firmó un acuerdo conjunto, auspiciado por la OPS, para la gestión de la pandemia. Con varios traspiés, el acuerdo permitió que con los recursos del Estado en cuentas en el extranjero —que controla Juan Guaidó tras las sanciones impuestas por Estados Unidos— se compraran equipos de protección para el personal médico —han fallecido más de 400 sanitarios en un año— y se ampliara la capacidad de diagnóstico del país. Un total de 137 toneladas de productos médicos han llegado por esta vía, pagados con 10 millones de dólares (8,4 millones de euros) “descongelados” por intermediación del dirigente opositor.
Este año, los mismos actores volvieron a sentarse en una mesa con un solo objetivo: elaborar un plan único para la vacunación masiva y lograr el acceso al mecanismo Covax de la OPS, pese a las deudas que el país acumula desde 2017 con algunos de sus fondos. El organismo multilateral reservó entre 1,4 a 2,4 millones de dosis de la vacuna de AstraZeneca para Venezuela. Desde la comisión parlamentaria que dirige Guaidó comenzaron los trámites administrativos para el pago de 30 millones de dólares (25,2 millones de euros) para la primera dotación y para hacer las inversiones necesarias para garantizar la cadena de frío en el desmantelado sistema de salud venezolano.
Rechazo de Maduro a AstraZeneca
Todo parecía marchar bien. Pero horas después del anuncio, Nicolás Maduro rechazó la oferta de las dosis de AstraZeneca, apoyándose en las alarmas que se activaron en otros países tras la aparición de trombos entre algunos de los vacunados. “No va a entrar ninguna vacuna al país, ni debe ser enviada, que no haya sido autorizada por nuestros institutos científicos nacionales”, dijo el mandatario hace unos días, tras lo cual afirmó que Venezuela no necesitaba “mendigar” vacunas.
La mayoría de los países de la región ha iniciado sus planes de vacunación, unos con demoras, otros a más velocidad. A Venezuela han llegado apenas 750.000 dosis (500.000 de la china de Sinopharm y 250.000 de la rusa Sputnik V), para apenas el 1,3% de la población. Solo el personal sanitario requiere un millón. De la administración poco se sabe. Parte de los trabajadores del sector sanitario, algunos docentes, diputados, gobernadores, Nicolás Maduro y su esposa, Cilia Flores, fueron vacunados. “Yo ya me vacuné. Tengo inmunología [sic]”, alardeaba Maduro este domingo. Para aplicar una dosis al 70% de los venezolanos se necesitan 20 millones de vacunas. El país está muy lejos de ese objetivo.
El chavismo no ha querido aparecer retratado en los esfuerzos de negociación política para obtener las vacunas a través del Covax. También parece negado a cumplir los acuerdos. “Hay una guerra en el mundo por las vacunas y la vacunación no ha tenido el impacto deseado”, ha dicho Maduro, mientras ordenaba una tercera semana consecutiva de confinamiento estricto en todo el país. “Hasta ahora, la primera generación de vacunas que existe son vacunas que protegen al cuerpo para que la enfermedad no te pegue tan fuerte, pero no impiden que te contagies. Tú vacunado puedes contagiarte y transmitir”, agregó.
Entre las condiciones de lo acordado con la oposición está que el plan responda a criterios técnicos y epidemiológicos y que la distribución sea neutral. Pese al desplante del Gobierno, las gestiones ante el Covax continúan, aseguran fuentes de la negociación.
Maduro ha rechazado la gestión de las dosis de AstraZeneca, pero ha apostado por las vacunas experimentales de Cuba: la Soberana 02 y la Abdala. El mandatario aseguró que 30.000 dosis de cada prototipo llegarán este mes para aplicarlas como parte de la fase 3 de los ensayos clínicos. En junio, dijo, su aplicación será masiva.
Las buenas relaciones de Venezuela con China y Rusia no se han traducido, hasta ahora, en un mayor acceso a las vacunas producidas por esos dos países. Maduro prometió en octubre que para abril llegarían 10 millones de dosis de la Sputnik V, un anunció que se ha desvanecido ante la presión mundial por conseguir vacunas.
Preocupación empresarial
La patronal empresarial de Venezuela, Fedecámaras, también presentó hace unos días un plan para sumarse a la vacunación y aportar fondos para comprar cinco millones de dosis que servirían para inmunizar a trabajadores del sector privado.
La incertidumbre por la vacunación ha alimentado la preocupación de varios sectores en un momento en el que la inmunización debe acelerarse para evitar el desastre. En las redes sociales, los últimos días se ha promovido la etiqueta #VacunasParaLosVenezolanos y #DejenEntrarLasVacunas para visibilizar las trabas. “Si vacunamos y evitamos la propagación amplia del virus evitaremos la aparición e impacto de nuevas variantes, abonando el camino para salir de la pandemia”, señalaron esta semana las academias de Medicina y Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales en un comunicado en el que hacen un llamamiento a iniciar con urgencia un plan robusto de vacunación contra la covid-19 en Venezuela.
Sin oxígeno
Mientras la vacunación está atascada, la covid avanza como un tsunami, después de que durante todo el año pasado estuviese contenida. Sin gasolina y sin conexiones aéreas, los venezolanos apenas han tenido contacto entre regiones y con el mundo. A Arianallys Pea le tocó a finales de marzo conseguir un concentrador de oxígeno para su padre, afectado por el virus y con diabetes y obesidad. En su casa se contagiaron sus padres y ella también. Con malestar leve, la joven de 23 años, sin un seguro médico privado, gestionó la atención de toda la familia para evitar pasar por los colapsados hospitales públicos de Caracas.
Durante varios días, Arianallys llamó a más de un centenar de proveedores y particulares en busca de oxígeno. “No disponible”, escuchó decenas veces, hasta que un día pudo lograr un equipo para usarlo durante 15 días. Pagó 300 dólares (253 euros). Durante su búsqueda le ofrecieron equipos en venta o el pago de garantías por el alquiler, desde 1.500 hasta 5.000 dólares, en un país en que el salario mínimo es de apenas un dólar. Entre varios miembros de la familia costearon el dinero del equipo y de la atención de un médico a domicilio. “Es angustioso, porque esto se complica de un momento a otro”, comenta por teléfono.
La crisis del oxígeno es un indicador claro del incremento de los casos, pero poco puede hacerse cuando se llega a este punto, reconoce Betulio Chacín, presidente de la Sociedad Venezolana de Neumonología. “Un paciente con enfisema pulmonar, asma o fibrosis pulmonar puede requerir de dos a tres litros de oxígeno por minuto. Lo que estamos viendo es que en los pacientes con covid necesitamos 15 litros de oxígeno por minuto, por lo que es necesario conectar dos bombonas al mismo tiempo y una sola persona puede agotar hasta seis al día”, explica este especialista desde Maracaibo, en el occidente de Venezuela, donde se vieron desbordados el año pasado.
“No hay manera de suplir esa demanda de oxígeno al mismo tiempo, porque se escapa de todo cálculo”, afirma. Por eso, este médico se une a la llamada de los demás sectores. “Conseguir vacunas es lo más importante, y comenzar a vacunar a los que están en la batalla del día a día, porque nos vamos a quedar sin personal”, advierte. “Cada vez que muere un trabajador de la salud, crece el miedo”.