Las colas son sinónimo de agotamiento, estrés y penurias tanto para los conductores como para los vecinos y comerciantes que hacen vida en las inmediaciones de las E/S.
A diario tienen que enfrentarse a la bulla en plena madrugada y hasta a malos olores generados por quienes esperan poder surtir que orinan y defecan en aceras y calles.
La escasez de gasolina que registra el país obliga a los conductores a permanecer hasta 24 horas en cola, período en el cual las calles y carros los han adaptado a un «segundo hogar», donde no sólo duermen y juegan una partida de dominó, sino que han llegado al extremo hasta de lavarse los dientes en plena calle y botar restos de comida.
Eso, para los que viven en las zonas adyacentes a las bombas, ya se está convirtiendo en un dolor de cabeza en Los Teques y San Antonio de los Altos.
En la capital mirandina la mayoría de la E/S están ubicadas en zonas cercanas a residencias, como es el caso de Independencia, Savil y Los Nuevos Teques.
«Tenemos meses ya, por no decir años, exigiendo a las autoridades mayor control sobre las colas», dijo Irma Blanco, habitante de La Hoyada.
Narra que además del colapso que generan, las filas son escenario de peleas y bulla. «La GNB o policía, dependiendo de la bomba, están pendientes de todo menos de poner orden», dijo.
En Los Salias el dolor de cabeza es la bomba el Pueblo, cuya cola recorre varios kilómetros por una calle angosta que complica el tránsito de los vecinos.
«Quienes vivimos en Bosque Alegre, El Limón, Quintana ect somos víctimas de la anarquía», dijo Pedro Rojas, quien clama a la PNB poner orden.
Narra que los conductores dejan en la vía ramas, cauchos y hasta escombros que utilizan para «apartar cupos», lo que representa un peligro para quienes circulan por la zona.
Agrega el caos vial diario en hora pico. «Uno pierde hasta una hora para tratar de salir a la perimetral», indicó.
Insisten en exigir a los cuerpos de seguridad, que custodian la bombas, poner orden al desastre que genera la escasez de combustible.
Redacción El Tequeño