Desde que fue declarada la pandemia de la COVID-19, miles de venezolanos que habían migrado buscando mejores condiciones de vida regresaron al país luego de perder fuentes de ingreso y, en muchos casos, ser desalojados de las viviendas que alquilaban.
Por Carolina Alcalde / voanoticias.com
Pero el regreso a Venezuela fue tan o más dramático que la partida. Muchos de ellos fueron sometidos a cuarentena en albergues dispuestos por el Gobierno en disputa que prometió velar por la integridad y salud de los retornados, pero las denuncias dan cuenta de una realidad diferente.
La retornada Elizabeth Lugo, que lleva 57 días en un refugio del gobierno, dijo que, si bien dio negativo en la prueba a la cual fue sometida, continúa aislada en un lugar que, a pesar de la disposición del gobierno, no es el adecuado.
“Toda mi familia tiene la PCR negativa, estamos en condiciones inhumanas, aquí no tenemos un médico de guardia, ni vigilancia la cual se necesita, para todos los refugios” dijo Lugo.
Otro caso es el de Hortensia*, regresó en autobús desde Arauca y desde hace dos meses se encuentra varada en un refugio en el estado Apure, fronterizo con Colombia a unos 450 kilómetros de Caracas.
“Al ingresar nos hicieron una prueba rápida que resultó negativa, al llegar aquí nos hicieron otra que fue negativa. Luego nos han hecho 3 PCR y los resultados se han perdido. Cuando llega una prueba no llega la de otro miembro de mi familia entonces no me puedo ir” explica a la Voz de América.
Hortensia relata que el lugar en el que se encuentra no está acondicionado para atender a las aproximadamente 100 personas que ahí se encuentran y que atraviesan condiciones muy precarias.
“Dormimos en colchonetas en el piso, el agua del pozo es sucia, la comida a veces ha llegado piche (dañada), hay muchos zancudos, los niños se han enfermado con cosas feas en la piel. La funcionaria a cargo se lava las manos, te lo digo con un nudo en la garganta” sostiene.
Consultada sobre si han recibido atención medica, si los han dotado de artículos de higiene personal y cómo son los alimentos que reciben, Hortensia asegura que no llega “absolutamente nadie”.
“Aquí ni pañal dan para los bebés, ni toallas, ni jabón, ni cloro para el baño. Nadie tiene tapabocas porque no dan y los que trajimos ya se dañaron. Los baños están horribles, además hay personas cochinas, pero tampoco tenemos como lavarlos” afirma, y agrega que la comida llega en malas condiciones muchas veces.
“La comida es pésima, hasta con gusanos ha llegado la comida. Nos dan arepa con huevo de desayuno y cena, algunas veces arroz y arvejas con un pedacito de pollo. De broma viene el aseo a buscar la basura, ni el monte cortan. Nosotros limpiamos un día sí y uno no y amontonamos la basura en contenedores” explica.
Hortensia, quien no se identifica por temor a represalias, advierte que si se enteran de que ofrecen testimonios a la prensa los “castigan” y reciben amenazas de durar más tiempo en el centro de aislamiento.
La mujer pide a las autoridades que los “ayuden” e insiste en que los niños necesitan alimentarse bien pues “han bajado de peso, esto no es un amiente para ellos y nosotros no merecemos seguir aquí”.
“Regresé de Colombia porque quería estar con mi familia, a raíz de la pandemia me dio sentimiento estar lejos y me quise venir, me decía a mi misma que si iba a morir lo haría en mi tierra” expresa. Hortensia cree que ha bajado más de 10 kilos y asegura sentirse mal física y psicológicamente “uno se deprime con todo esto, como juegan con uno”.
Riesgo de contagio
El médico Carlos Prosperi alertó que no todas las personas que están en esos lugares han dado positivo, por lo que corren riesgo de contagio
“Este tipo de aislamiento debe ser completamente consciente no solamente desde el punto de vista del paciente, si no de los responsables de tener a estas personas en aislamiento, dado que no le están garantizando la comida, que es importante, dado que no le garantizan los fármacos, que es importante, dado que no le están dando el ambiente adecuado para el descanso y el seguimiento que hay que darle que es de suma importancia” sentencia Prosperi.
Según el más reciente informe de la Oficina de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas, desde el 6 de abril, cuando se estableció la cuarentena obligatoria para los retornados y hasta el presente, más de 72 517 personas han regresado a Venezuela por fronteras terrestres.
Parlamentarios opositores como Carlos Valero han denunciado un trato “vejatorio, discriminatorio, cruel e inhumano” hacia los retornados.
La vicepresidenta del gobierno en disputa, Delcy Rodríguez ha dicho que “nunca” se han “negado” a recibir a los migrantes, mientras que el presidente Nicolás Maduro ha pedido a los venezolanos no aceptar a personas que haya entrado por pasos ilegales y que hayan “burlado los controles sanitarios”.
*Hortensia es un nombre ficticio para proteger a la entrevistada que no se identifica por temor a represalias.