El régimen de Venezuela subió el salario mínimo a 250.000 bolívares, unos 3,71 dólares al tipo de cambio oficial vigente, en una economía que desde hace dos años sufre una hiperinflación que destruye el valor de la moneda local.
El ingreso mínimo, que suma el salario básico y un bono de alimentación obligatorio, pasó de 300.000 a 450.000 bolívares por mes, equivalentes a 6,7 dólares al cambio oficial, en medio de una inflación que el FMI proyectó en 200.000% el año pasado y la violenta depreciación de la moneda local.
Ese incremento combina un alza del sueldo de 150.000 a 250.000 bolívares (3,7 dólares) y del bono que lo complementa, sin impacto en prestaciones sociales y otros beneficios laborales, de 150.000 a 200.000 bolívares (3 dólares).
Se trata del primer reajuste de 2020, después de tres aumentos decretados por el mandatario socialista en 2019 y seis en 2018, sin poder recuperar con ello el poder adquisitivo de los venezolanos, que sufren la peor crisis en la historia moderna de su país, con una economía que encadena seis años de recesión.
En la última alza previa, en octubre pasado, el ingreso mínimo mensual equivalía a unos 15 dólares.
La situación ha llevado a una dolarización informal, con la población tratando de protegerse con divisas ante la hiperinflación y la pérdida de valor del bolívar.
El nuevo ingreso mínimo solamente alcanza para comprar unos cuatro kilos de carne de res.
Maduro culpa del agravamiento de la crisis a una batería de sanciones de Estados Unidos que incluyen un embargo petrolero, fuente de 96% de los ingresos de Venezuela.
La producción de crudo, en tanto, se ubicó en 912.000 barriles por día en diciembre, según cifras reportadas por el gobierno a la OPEP, frente a los 3,2 millones de hace una década.
La oposición atribuye el descalabro al elevado gasto público y a la corrupción en medio de la más prolongada bonanza petrolera de Venezuela (2004-2014).