Entre la devastación, los restos de objetos, coches y materiales de naves industriales por la calle, fango a cantidades y sirenas constantes en Picanya y alrededores; un fuego de barbacoa, una ensalada con especias o un pollo al estilo sirio para quien lo necesite.
Por Violeta Peraita | Levante El Mercantil Valenciano
Un hotel de Picanya que acoge a migrantes de distintos orígenes, entre ellos Afganistán, Siria, Georgia o Venezuela (cerca de unos 200, tal como ellos mismos contabilizan) ha quedado inundado en su planta baja y las personas que allí están durmiendo, sin agua y sin luz, han hablado con el dueño para poder utilizar la comida que había en la despensa del gran comedor de las instalaciones y cocinar para todos y para quien lo necesite.
Esta mañana un equipo achicaba el agua de la planta baja, retiraba fango de las puertas y liberaba las entradas de montones de residuos que habían acabado allí tras el temporal que arrasó con todo. Mientras trabajaban, un niño pequeño en bicicleta le preguntaba a un adolescente que retiraba basura con un rastrillo: “¿Cómo estás?, ¿Estás bien?”.
Ofrecen comida a todo el que pasa y el menú es variado y se acerca a la gastronomía de cada grupo de migrantes dentro de la comunidad que vive, por ahora, en el hotel. Dicen que son de un recurso de Cruz Roja y están en la fase 1, que es la que viene después de la primera acogida tras llegar a España.
“Estamos bien”, señala Pedro, un venezolano que también está alojado en el hotel del recurso social. “No podemos quejarnos, estamos vivos, tenemos un techo donde dormir y comida; eso sí, necesitamos provisiones y que vuelva la luz y sobre todo el agua”, apunta.
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