Hace 29 años, cuando Yadibel Valdés tenía casi 3 años, convulsionó en la guardería a la que asistía; sus maestras notaban que algo ocurría. Angustiada, su madre, Yadira Burque, comenzó a buscar alternativas de ayuda en el directorio telefónico hasta que llegó al Instituto Venezolano para el Desarrollo Integral del Niño (Invedin), lugar que se convirtió en un nuevo hogar para ambas.
Por CAROLINA ALCALDE – VOA NOTICIAS
Yadibel recuerda que no hablaba, no caminaba bien y tampoco leía ni escribía. En Invedin fue diagnosticada con esclerosis tuberosa y recibió múltiples terapias al punto de lograr una notable independencia.
“Me siento en familia. Hay papás que no tienen cómo apoyar a su hijo con cualquier tipo de condición no solo como la mía. Yo les digo que no tengan miedo de venir porque se les va a prestar el apoyo”, dice a VOA mientras realiza con destreza y confianza diversas tareas en el Laboratorio de Chocolates de Invedin.
Burque recuerda que el pronóstico no era bueno, pero salieron adelante y se siente satisfecha del progreso. Si ella no lo cuenta, asegura, nadie nota que su hija tiene una “condición”.
“Todo cambió cuando llegué a Invedin. Lo importante es tener el apoyo y ser consecuente con las terapias, las indicaciones, seguir todos los pasos. Invedin me dio tanto apoyo que ahora estoy aquí haciendo confitería con los muchachos”, relata intentando contener las lágrimas.
Invedin, que está por cumplir 50 años, asiste de manera integral a niños con discapacidad en el neurodesarrollo, abarcando desde terapia de lenguaje, déficit de atención, hasta trastornos de espectro autista y síndrome de down. Cuentan con todos los especialistas, desde neuro pediatras hasta terapistas.
Invedin tiene dos sedes en Caracas; el Centro de Evaluación y Tratamiento y el Centro de Educación Especial en el que ofrece educación integral a niños y jóvenes en edades entre 3 y 25 años.
Pero, además, cuenta con el Centro de Investigaciones y Estudios de Postgrado de Invedin (CIEPI), que se dedica a organizar actividades de capacitación y asesorías en el área de salud y educación para profesionales u organizaciones en alianza con la Universidad Monteavila y la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB).
Patricia Guevara, presidenta de Invedin, explica que, parte de los objetivos de la institución es lograr insertar a los niños en la escuela regular, con terapias, dependiendo del trastorno o discapacidad.
En los casos de discapacidades más severas, añade, se concentran en insertarlos laboralmente y, con algo de asistencia y herramientas que les brindan sus profesores y familiares, ayudarlos a que puedan ser autosuficientes.
“Es un trabajo muy reconfortante porque llegan con cierta discapacidad, los papás con mucha preocupación, buscando lo mejor, que lleguen a su máximo potencial, sabiendo que ese ser humano puede dar mucho más, pero eso se logra con un trabajo en equipo de profesionales, del niño que es el primero que pone el esfuerzo y tiene ese poder de lucha que te sorprenden los grandes resultados”, explica.
Guevara detalla que en Invedin cuentan con programas para personas de bajos recursos, entre ellos “Corazones blancos”, un programa de becas en el que, mediante donaciones, se cubren los costos de atención del niño y también un programa de asistencia en la comunidad, en el que los especialistas de Invedin se trasladan a un centro para dar terapias.
Dulces con propósito
El Laboratorio de Chocolates de Invedin (Invedin Sweets) es un proyecto de autogestión de fondos, pero además de educación e inserción laboral. Allí, los alumnos acompañados de especialistas, desarrollan varias actividades y participan en el proceso de elaboración de bombones, galletas y gomitas.
“Es un esfuerzo combinado donde están involucrados los papás de la institución que llevan el proyecto, junto con los alumnos, para generar recursos de auto sustentabilidad. Cuando compras las gomitas, los chocolates, estás aportando para mantener la operatividad de la institución”, afirma Guevara.
Consultada por VOA, Guevara admite que, en años recientes, el contexto país les impactó en el área de crecimiento de donaciones, lo que los llevó a reinventarse con los proyectos de autogestión para conseguir fondos. Sin embargo, asegura, con tono positivo, que “siempre” se consigue alguien dispuesto a ayudar y “grandes alianzas”.
Yadira Burque, la madre de Yadibel, pasó de ser una representante más de la institución a convertirse en coordinadora del Laboratorio de Chocolates de Invedin. Asiste a diario con entusiasmo, atiende pedidos por encargo y cuenta que cada vez que los alumnos entran al centro de procesamiento de alimentos, se inicia “una fiesta”.
“Unos desmoldan gomitas, otros empaquetan, otros lavan. Los pones a hacer las gomitas, el proceso de vaciar el líquido en los moldes, lo hacen con destreza. Les sirve de terapia a ellos, a mí también. Nosotros somos una familia, Invedin es una gran familia”, asegura mientras dirige a varios jóvenes en el proceso y en medio de agradables olores a chicle, uva y fresa, algunos de los sabores de las gomitas.
El laboratorio inició en el 2014 y se ha convertido en uno de los proyectos más notables de la institución que, desde hace 48 años, lleva a cabo reconocidos bazares orientados a recaudar fondos que consideran su “columna financiera”.
“Me siento satisfecha con lo que hago. Creo que lo he hecho bien, con cariño, con amor, para el beneficio de mi hija y de los otros muchachos”, dice Burque durante su faena que interrumpe brevemente para dar detalles sobre el metódico proceso de elaboración de las coloridas gomitas.