Cada cierto tiempo se abre una ventana de oportunidad para generar el cambio político en Venezuela. A veces es muy evidente su apertura (elecciones presidenciales 2018), otras tantas es necesario ponerse anteojos (elecciones legislativas 2015).
La próxima ventana de oportunidad –hasta ahora– se abrirá en 2024 y hoy la oposición política está haciendo esfuerzos para no desperdiciarla. La organización de la primaria del 22 de octubre es una muestra de esto. En esta organización quisiera invitarlos a detenernos un poco.
Para todos es conocida la fuerte arremetida antidemocrática por parte del autoritarismo de Nicolás Maduro. Ejemplo de ello son los frecuentes actos de violencia orquestados en contra de los candidatos opositores, la persecución judicial para transmitir el mensaje de que cualquiera puede ser inhabilitado de un plumazo, la censura a los medios de comunicación que intenten informar sobre las actividades de las primarias o las constantes amenazas sobre el cambio de fechas de las elecciones para descolocar a la oposición. Nada nuevo bajo el sol.
Sin embargo, lo que sí parece presentarse como novedad es la clara voluntad de que la oposición entregará una opción política a los venezolanos en el 2024. Con riesgo a equivocarme, creo que esta vez hay suficiente acuerdo para mantenernos por la ruta electoral, independientemente de quien sea el candidato. Aparentemente, se percibe una gran disposición a participar en las elecciones y aumentarle al gobierno el costo político.
Ahora bien, asumiendo que todos estamos viendo el mismo melodrama, podemos estar de acuerdo en que hoy todos los candidatos son potenciales inhabilitados y que, pese a los sobrehumanos esfuerzos que dediquemos a defender la habilitación del eventual candidato ganador de la primaria, lo más probable es que los autoritarios impongan su arbitraria decisión y eviten su inscripción.
Por lo anterior, es urgente que, después de la primaria, todas las fuerzas opositoras demuestren madurez política para diseñar un protocolo que despeje este nuevo obstáculo. Repito, madurez política para no seguir cambiándonos los pañales (o si prefiere, evitar quedar desnudos) ante la presumible decisión del régimen autoritario para dinamitar cualquier opción opositora.
No es difícil suponer que, por todas las arbitrariedades y abusos que conocemos, ciertamente el cambio político luce estrecho y restringido.
En consecuencia, solo una estrategia consolidada alrededor del camino electoral (pese a las ridículas garantías), que comprenda la conducta autoritaria y que esta vez sí capitalice la pequeña ventana disponible, ayudará a no decepcionar nuevamente a la gran mayoría nacional que anhela la redemocratización del país. Es el momento de aprovecharla, pues, quién sabe si sea la última ventana de las próximas décadas.
Oscar Morales Rodríguez***
Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.
