Cartones de huevos, combos de carne y pacas de papel higiénico son sólo algunos de los productos que se pueden adquirir a través de grupos de WhatsApp. La aparición de esta nueva tendencia de consumo en Venezuela constituye una forma de «aliviar» los efectos de la crisis para vendedores y compradores.
Santiago*, un abogado de 40 años que trabaja en la administración pública, tiene más de 6 años dedicado a la venta de combos de carne mediante esta aplicación de mensajería inteligente. Comenzó como una manera de obtener dinero extra a su salario, que no cubría sus necesidades básicas, así como para solventar las necesidades médicas de un familiar que se encontraba enfermo.
“Se dio la oportunidad con un mayorista de proteínas, carne pollo y cerdo, y surgió la idea de vender a domicilio, muy rudimentario, por mensajería”, indica. Ahora, esta actividad se ha convertido en su principal fuente de ingreso. Sin embargo, ha tenido que ampliar su oferta e incluir también una línea de detergentes a granel, pues asegura que el mercado está “muy saturado”.
La mayor parte de su clientela está compuesta por venezolanos que viven en el extranjero y aún tienen familiares en el país. Ellos adquieren sus combos de proteína y detergente para que estos les sean entregados en las puertas de las casas, y así evitar peligros. “El cliente lo que quiere es que sus padres, o su familia, reciban una manutención en Venezuela, pero directo a su casa”, explica.
“Hay personas mayores que no salen de su apartamento y sus hijos les mandan una manutención o las medicinas. A la gente le parece más seguro pagarme directamente que darle el dinero a sus familiares para que salgan a la calle a buscar los productos”, expresa. Afirma que su elemento diferenciador es que con su servicio “no hay cola” y “no hay tarjetas”. Ahora tiene como meta ampliar su negocio a otras redes sociales, como Instagram.
Para Andrés Azpurua, vicepresidente de la organización Internet Society (Isoc) y director de VE sin Filtro, los problemas con la banca y los bajos límites de las tarjetas de crédito, sumados a la falta de conectividad, hacen que el comercio a través de tiendas online sea poco práctico para los venezolanos y cada vez menos atractivo para los usuarios. Así, se impulsan otras formas de comercio en línea, como la venta por aplicaciones de mensajería.
Azpurua indica que las condiciones culturales también hacen que los compradores no consideren el comercio online formal como opción. Destaca que existe una tendencia a buscar “un trato más cercano”, que sí es posible a través de WhatsApp, pues permite conversar con el vendedor y “hace que sea más confiable”.
“No hemos tenido tiempo para generar la confianza en este tipo de transacción”, dice. El poco conocimiento de experiencias de e-commerce “más sencillas o rápidas” también hace que el comprador busque opciones que lo vuelve más vulnerable. Azpurua asegura que estas condiciones no son exclusivas de Venezuela, sino que se extienden en la región.
“Mercado Libre, pero más protegido”
Mariana* es una educadora que administra un grupo de ventas de vecinos del municipio Baruta, y sus alrededores, desde hace 3 años junto a otra persona. Lo que comenzó como un espacio de intercambio de información sobre alimentos escasos se transformó en una de sus fuentes de ingresos.
“Cuando vimos que estaba siendo más útil de lo pensado, decidimos unir a más personas y darnos la oportunidad de ayudar a buscar, comprar y hasta vender lo que ya no utilizamos o cosas nuevas”. A partir de esa experiencia, más conocidos fueron agregados al grupo, a través de recomendaciones de vecinos y conocidos. Para la fecha, está conformado por 141 personas.
Cada grupo tiene medidas de seguridad para evitar las estafas. “En algunos grupos piden la foto de la cédula, la zona en la que vives y el número de teléfono de algún familiar, para tener esos datos en caso de que ocurra algo”, destaca.
Para ella, si es un grupo vecinal es mucho más seguro porque conocen a la persona a quien le venden o compran. “Los grupos se han vuelto algo así como Mercado Libre, pero más protegido”, agrega. En el que ella administra, hacen vida personas que venden como una forma de obtener ingresos extras y otros que se dedican de lleno a la venta.
Mariana es parte de un fenómeno de expansión de la informalidad. Felipe Capazzolo, presidente del Consejo Nacional del Comercio y los Servicios (Consecomercio), menciona que, debido a la inseguridad, la falta de servicios públicos y condiciones económicas, muchos vendedores han migrado hacia lo informal para abaratar los costos asociados, de producción y comercialización.
“En una economía en la que el comercio cayó 40 puntos, puede ser que los comercios migren a este esquema porque es más económico”, asegura. Si bien Capazzolo indica que esto da cabida a muchos emprendedores, también asegura que entrar en la categoría informal significa que no genera estadísticas ni tributos, por lo que no contribuye al desarrollo de la nación.
“Si no hay una factura, o un ticket, podríamos estar hablando de evasión de impuestos”, afirma. Igualmente resalta que es poco probable que los comerciantes informales tengan los permisos necesarios para vender ciertos alimentos o medicinas.