Carlos Valencillos ha vivido más de dos años sin internet. Tanto, que tuvo que hacer su trabajo final para graduarse de bachiller zanqueando entre los megas de su celular y el de sus padres.
Vive en Colinas de Carrizal, una de las urbanizaciones altomirandinas más golpeadas por la indiferencia de CANTV y de las autoridades locales.
«El confinamiento por la pandemia ha sido una pesadilla para los carrizaleños, especialmente para los que no tenemos Internet», agrega el joven.
Según los propios vecinos, organizados para hacer frente a la referida empresa Estatal, unas 2 mil familias estaban sin el servicio al iniciar la pandemia.
Tras protestas en redes sociales e incluso de calle, lograron que a un reducido número de vecinos los conectaran nuevamente. «Pero la mayoría sigue sin internet no línea fija, yo tuve suerte de graduarme, pero muchos vecinos no», agrega el adolescente.
La imposibilidad de poder estudiar a distancia, obligó a muchos a poner en pausa los estudios en espera del regreso de las clases presenciales.
«Es muy frustrante, en esta urbanización uno siente que vive en el Delta o el Amazonas, porque es que ni señal de celular llega», destaca, agregando que el alcalde está igual que internet: «ausente».
Redacción El Tequeño
