Aparentemente la tradición del Espíritu de la Navidad es pagana y de origen escandinavo y celta. Copio, sin modificar, una hermosa y simple reseña sobre esta festividad (espiritu navidad):
“El Espíritu de la Navidad, al igual que ocurre con la Navidad, tiene sus orígenes en una antigua tradición celta que celebraba la llegada del invierno, actualmente llamamos a esto Solsticio de Invierno es decir, el sol estático, y que tiene lugar cada 21 de diciembre en el Hemisferio Norte.
La tradición celta que celebraba del solsticio de invierno, al igual que muchas otras incluyendo la navidad, se ha ido transformando con el paso del tiempo hasta derivar en el Espíritu de la Navidad.
Se dice pues que el Espíritu de la Navidad baja a la tierra y visita a los hombres de buena voluntad la noche del 21 de diciembre entre las 22:00 y las 00:00 horas, y es un momento especialmente propicio para que los que creen en dicho ser, envíen sus peticiones y deseos.
El Espíritu de la Navidad, eso que viene, no es más que una especie de pensamiento colectivo relacionado con dos energías fundamentales que es muy importante recordar cada fin de año: la de dar y recibir; y la de agradecer.”
Me sumo pues a la energía de este día, y escribo una petición y deseo no para mí, sino para mi sufrido país.
Espíritu de la Navidad, concédele sabiduría al liderazgo de la oposición democrática venezolana que se reunirá el día de mañana para tratar de llegar a un acuerdo en la Asamblea Nacional legítima sobre la continuidad del gobierno interino de Juan Guaidó.
Intuyo que probablemente sabes todo sobre los asuntos humanos, pero solamente a modo de antecedente, y de forma brevísima, te cuento que Venezuela tiene un gobierno legítimo, representado por Juan Guaidó como presidente encargado, cuya autoridad emana de la AN y, en última instancia, del pueblo venezolano, y también tiene un gobierno de facto, dirigido por Nicolás Maduro, que ha sido señalado como usurpador de la voluntad popular por buena parte de la comunidad internacional. Su régimen populista autoritario es responsable de la miseria de millones de venezolanos y de la ruina moral, ética, social y económica de la nación. Estoy seguro de que las peticiones de muchos de esos compatriotas te están llegando hoy por diversas vías, rogándote que su situación mejore en Venezuela, o en las decenas de países de acogida donde se han visto obligados a emigrar atravesando a veces circunstancias inenarrables. Pero esas peticiones serán, con frecuencia, por la mejora individual y la de los seres queridos de quienes ruegan. Yo intento una que va mucho más allá de mí mismo.
Lo que hace el régimen enemigo de su propio pueblo debe estar inscrito entre las más nefastas acciones de oprobio y agresión de unos humanos contra otros. Pero hoy te quiero pedir que ilumines no al régimen, cuya maldad y sevicia probablemente no tienen remedio más que su improbable arrepentimiento, sino al liderazgo de la oposición, y especialmente a los diputados a la AN. Estos representantes del pueblo tienen una responsabilidad histórica en unirse en una estrategia única, con un solo lenguaje, para presentarle a los venezolanos una decisión sobre la continuidad del mandato del gobierno interino que asegure la defensa de los activos de todos, hoy sometidos a una situación de protección de parte del gobierno norteamericano y británico, y que garantice que ni CITGO, ni importantes recursos en reservas y bonos, queden en una suerte de limbo y a merced de los acreedores y del propio régimen. Lamentablemente, dentro de la AN priva un espíritu de rencilla política y de división que augura muy malas nuevas para los venezolanos y su combate por reducir su miseria y recobrar su libertad y democracia, una terna de objetivos que están indisolublemente unidos, porque no puede haber recuperación económica sin libertad y sometidos al yugo castrante del régimen.
Te pedimos pues que ilumines a nuestros representantes: que el Día de Dar, le den a los venezolanos más allá de sus rencillas; que el Día de Agradecer, agradezcan lo que han hecho otros pueblos por nosotros, y los sacrificios de nuestra propia gente. Que entiendan que no se trata de una disputa política en una democracia convencional, sino de una lucha terminal contra una oligarquía del mal que pretende eternizarse en el poder, y que desmantelar a un gobierno interino establecido bajo preceptos constitucionales y transformarlo en un gobierno colegiado, es el equivalente de un golpe de estado, como lo han señalado algunas de nuestras mejores mentes jurídicas, y nos expone a generar desconcierto y desconfianza entre nuestra propia gente y nuestros aliados internacionales.
Termino disculpándome, quizás pidiendo perdón, Espíritu de la Navidad, por elevar una tragedia colectiva a tu atención. Valga de disculpa que hay demasiado en juego, demasiadas vidas, y demasiados espíritus en riesgo de perderse. Se que Jesucristo advirtió en su sentencia “Al César lo que es del César, y a Dios lo que es Dios”, sobre la inconveniencia de mezclar los asuntos humanos con los divinos, pero creo que la historia de la humanidad nos enseña que a veces es necesario emplear todos los recursos a nuestra mano en el combate contra el mal. De eso, y no otra cosa, se trata la disyuntiva que hoy nos acongoja.