Eso que llaman el don de gente sería suficiente para llevar a Víctor Rago al rectorado. Por lo menos en Sartenejas, en la USB, extrañamos mucho eso, como ayer quedó de nuevo demostrado en el tratamiento que el rector interino, físico por cierto y no casualmente, le dio a los estudiantes que reclaman elecciones.
Pero el currículum de Rago es impresionante. Antropólogo, lingüista, fundador de importantes revistas, participaciones internacionales con la UNESCO o en México, egresado de nuestra Universidad Central de Venezuela; también tiene en su haber Salamanca y el doctorado en la Sorbona. El consenso académico que pregona no es una impostura. Fue cofundador del Programa de Cooperación Interfacultades en la UCV. Sabe hablar y escribir bien. Es un experto de la comunicación interpersonal y en público, como ha podido notarse a lo largo de la campaña, por lo que destaca. Elemento de suma importancia para cualquiera que ostente u ose ostentar un alto cargo en cualquier institución, mucho más una universitaria.
Hay más. Hay más. Conoce plenamente la UCV y el manejo burocrático, los intríngulis gerenciales. Ya que en su dilatada trayectoria ha sido en tres oportunidades, nada menos, decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales. ¿No dice esto bastante ya? Es un aspirante a rector que conoce las profundidades de las dificultades institucionales y de las relaciones humanas. Es tremendo aspirante a la silla de Vargas. El mejor, sin duda. Sus adversarios, en la primera ronda intentaron sacudir su imagen haciendo correr por todos lados que estaba viejo, achacoso y enfermo. Pronto ha ido desmintiendo esos infundios. Lo hemos visto en videos estirando los brazos, con suficiencia juvenil en unas barras, hoy andará el campus en bicicleta. Su lucidez queda evidenciada en cada jornada diaria de la campaña.
Ante las circulación de esa especie malvada, malintencionada, surgen variadas respuestas. ¿Se requiere un muchacho imberbe, que ningún candidato lo es, por cierto, o se requiere conocimiento, experticia y habilidades comunicativas, hasta diplomáticas, en tiempos tan difíciles? ¿Queremos el administrador de una fiesta infantil pagada por agentes externos o un rector? Queremos un buen rector. Recordaba la anécdota del momento en que Enrique Planchart, para mi concepto, y el de muchos otros, liquidó definitivamente a su contrincante por el rectorado de la USB. El otro lo acusaba de viejo. Y en un foro, cuando se lo dijo, como para reducirlo, ante unos espectadores atónitos que esperábamos una respuesta agresiva, Enrique respondió riendo con un antiguo, depurado, adagio: “Más sabe el diablo por viejo que por diablo”. Allí obtuvo la inclinación de los votantes.
En cambio, lo que resulta imposible ocultar es que Rago carece de deudas con instituciones internas a las que no deberá rendirles cuenta al posicionarse como rector. No tuvo quien le pagara la camioneta alquilada y de lujo a Maracay y se fue en su carro, ni quien le consiga votos desde el poder rectoral, estudiantil, o profesoral, o, incluso, foráneo. No se sacó foto alguna, celebratoria, ni existe registro de él, levantando la mano ante ningún órgano manchado del poder político mal habido y mal usado. No busca con su elección alguna hegemonía en la universidad venezolana que incluya la USB u organizaciones profesorales, o políticas, mayores o menores. Rago va limpio con su haber que es el conocimiento de un académico de larga trayectoria que coronará su carrera con el rectorado. ¿Queda alguna duda de quién es mi candidato? Tengo más razones, pero ahora me las reservo. Se las digo el 30 en los pasillos para la elección.
Ah, que no se me olvide: queremos elecciones ya en la USB. Los interinos acaban con la vida institucional, especialmente el físico que ayer le dio la espalda nuevamente a los estudiantes y sus demandas.