«Adelante a luchar milicianos, a la voz de la revolución…”

Redaccion El Tequeno
  1. AD es un acontecimiento fundamental del siglo XX venezolano y latinoamericano. Ver a este partido con la mirada de su decadencia actual no le hace justicia a su formidable significado histórico. Fue un partido; pero, mucho más que eso. Fue el tejido a través del cual, en buena medida, se constituyó la Venezuela moderna; fue un hecho político, ideológico y cultural. Fue un partido entre otros, pero también fue la trama que articuló el país que conocimos por más de medio siglo.
  2. AD era bastante horizontal, en el sentido de que había una cercanía física y espiritual entre los líderes y la militancia. Una de las prácticas que conformó a la AD de sus años fulgurantes fue el de las asambleas de base, en la cual los más reconocidos dirigentes compartían con los más humildes miembros del partido, literalmente a su lado, silla con silla. Allí se debatían los problemas de la cotidianidad y también se presentaban los informes políticos sobre la situación del país. Había discusiones, críticas, enfrentamientos y acuerdos. Militantes y jefes se entremezclaban no como juego demagógico sino como real forma de convivencia.
  3. AD se presentaba como un partido nacional revolucionario, separado del marxismo-leninismo porque se asumió como partido policlasista. El proletariado aislado no tenía la entidad ni la fuerza para llevar a cabo la revolución procurada: antiimperialista y antifeudal, capaz de promover la industrialización nacionalista, de defender la elevación de la participación estadal en el negocio petrolero y finalizar la política de concesiones a las empresas extranjeras. Era un partido de izquierda desafiliado del movimiento comunista, ajeno a los dictados del Kremlin, desde el inicio en pugna con los internacionalismos soviéticos.
  4. El carácter nacional de AD fue acentuado por dos líneas maestras decisivas: primero, la incorporación de figuras representativas del pensamiento y la modernidad, entre los más simbólicos e ilustres Rómulo Gallegos y Andrés Eloy Blanco, y luego una inmersión total en todo el país, en sus más recónditos caseríos, con aquella idea que llegó a ser famosa de tener una casa del partido en cada lugar. Pueblos en los que había plaza Bolívar, iglesia, escuela, farmacia, telégrafo y… la casa de AD.
  5. Dos hechos no deseados, aunque con responsabilidad al menos en uno de ellos, definieron para siempre el perfil global de AD. Uno fue la polarización extrema que condujo al derrocamiento de Gallegos, el pase a la clandestinidad del partido y la feroz lucha entre este y la dictadura. Esta lucha forjó la esencia épica de AD porque nunca renunció al derrocamiento de Pérez Jiménez, aunque abrió un compás corto con las elecciones de 1952, cerrado por el asesinato de Leonardo Ruiz Pineda el 21 de octubre de ese año poco antes del 30 de noviembre, fecha de los comicios.
  6. La resistencia fue ese período heroico de AD, proceso en el cual participaron el Partido Comunista y después del fraude de 1952, URD y Copei. Ese tiempo forjó cuadros templados en un combate desigual y glorioso. Hubo un elemento clave que fue el que muchos de los dirigentes dedicaron buena parte de su tiempo en el exilio a la formación intelectual; igual proceso vivieron dirigentes de otros partidos. Lo que explica que después del 23 de enero de 1958 Venezuela dispuso inmediatamente de cuadros forjados en la lucha y en el pensamiento.
  7. Rómulo Betancourt, al lado de sus tareas de dirección, escribe su obra fundamental Venezuela, política y petróleo, publicada por el Fondo de Cultura Económica en 1956. En ella muestra la visión del tiempo que le tocó vivir hasta la culminación de su libro, y desde allí juzga los gobiernos desde Gómez en adelante entre los polos del petróleo y los militares. Lo esencial es que Rómulo le proporciona una perspectiva a su partido y al que será su gobierno después de 1958.
  8. El otro hecho no deseado que contribuyó al perfil de AD, al lado de la lucha contra la dictadura, fue el enfrentamiento a Fidel Castro. Cuando “los cabeza calientes” de AD que después constituyeron el MIR, emprenden con los comunistas la lucha insurreccional, Betancourt y AD toman la decisión que los perfila por 40 años: se enfrentan sin vacilación. Construyen una alianza que destruye las prevenciones que existían contra Betancourt (algunos señorones caraqueños se preguntaban si no continuaría siendo comunista o indeseable promotor de “los alpargatúos”) y se forja un entendimiento entre el presidente, su partido, Copei, los empresarios, Estados Unidos, los sindicatos y por sobre todo, los militares.
  9. Betancourt se constituyó en un efectivo comandante en jefe al vencer con determinación la insurrección de izquierda, la que incluyó en varias oportunidades a oficiales captados por las fuerzas insurrectas. Cabría anotar que solo Lusinchi ejerció similar liderazgo militar con el incidente del Caldas, cuando las Fuerzas Armadas se aprestaron a enfrentar las fuerzas colombianas por la incursión de esa corbeta en aguas venezolanas. Rómulo Betancourt dedicaba especial atención a su relación con los militares, lo que consolidó un liderazgo militar más allá del debido acatamiento institucional.
  10. AD en el gobierno, en sus divisiones internas, en la oposición, ejerció durante unos 30 años consecutivos, desde 1958 hasta aproximadamente 1988 un papel que le dio rumbo y propósito a la nación venezolana. Con la crisis del modelo rentista, el deterioro de su dirección, la pérdida del oficio del pensamiento político, vino la decadencia; sin embargo, AD marcó la formación y consolidación de la República del siglo XX.
  11. Fue el gran partido de masas venezolano, a la par del PRI mexicano, el APRA peruano, el MNR boliviano entre otros. Nadie puede decir hacia dónde habría ido la historia si no participa en el golpe de estado contra el general Medina, pero lo cierto es que al hacerlo generó un sentido de revancha en el medinismo desplazado que mutó en varias formas, la última de las cuales fue la especie de “los notables” que realizó su venganza histórica con el derrocamiento de Carlos Andrés Pérez. En este proceso final, AD cambió su piel y su esencia para quedar en lo que es hoy. Sin embargo, AD se hizo con este país en su modernización y en su decadencia, 80 años en septiembre.
  12. Es posible que no vuelvan a existir partidos de masas. La función de comunicadores cuando no había medios de comunicación y de portadores de que otro destino era verosímil, tal vez no sea necesaria en la época posmoderna y quién sabe si posdemocrática. Pero, cuando se reflexione sobre política, liderazgo, formación de los dirigentes, compenetración con la gente común y corriente, la historia de AD conserva nociones invalorables.

Carlos Blanco

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