El desolador equipaje emocional del exilio

Redaccion El Tequeno

El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) señaló, al destacar la importancia de asistir la salud mental en el exilio forzado, que es necesario que las personas migrantes puedan acceder a los servicios de atención psicológica. “Nadie debería verse obligado a huir de su hogar por ser quien es”, opinión que refleja la posición de la agencia de la ONU en relación con este tema.

No obstante, el paso indetenible de venezolanos que escapan del país porque no pueden subsistir ante las carencias de todo tipo, así como el abandono y la ausencia de la más elemental seguridad revela que no solo necesitan asistencia en el área de salud mental. Los que huyen, y una enorme cantidad de los que se quedan, están en una emergencia humanitaria compleja.

El autoritarismo reinante en Venezuela minimiza y desatiende la gravedad de esta evidente situación, al igual que las denuncias que se han generado internacionalmente. La estrategia de “maquillar” su imagen ha develado su máscara funesta, pero resulta que han tenido un septiembre negro con tres negaciones consecutivas fallidas.

Primero, el Tribunal General de la Unión Europea no aceptó el recurso del gobierno de Nicolás Maduro para eliminar las sanciones impuestas por este bloque de países. Segundo, la Oficina Pública de Defensas de las Víctimas de la Corte Penal Internacional se opuso a paralizar la investigación por presuntos crímenes de lesa humanidad cometidos en el país. Tercero, la Misión Internacional de determinación de los hechos argumentó al respecto ante el Consejo de DDHH de la ONU sobre la reiterada violación de los derechos humanos en Venezuela y sabemos el poder demoledor qué tienen estos hechos.

En esa lista de derechos violados están el de la vida, el valor del ser humano y su libertad, el derecho a un trabajo que permita tener una vida digna, entre muchos otros. Los que escapamos no podemos desvincularnos de este drama sobre el que intentamos alertar como una manera, quizás, de estar presente estando tan lejos.

Los sin derechos

Los docentes de todos los niveles han vivido esta debacle sin ninguna consideración pese a la importante labor que realizan. Han manifestado sus exigencias a lo largo y ancho del territorio sin recibir respuesta oficial como si no existieran.

Los otros gremios también han protestado por las necesidades que impiden la sobrevivencia, la población entera está en similar condición. Al adentrarnos en esta precaria realidad se concluye, por su extensión y gravedad, que se acerca a un genocidio definido como el exterminio de un grupo dominante sobre la ciudadanía desprovista de recursos para enfrentarlo.

Es por esto que los ciudadanos huyen cuando tienen quien los auxilie afuera o salen caminando desesperados, generalmente a los países fronterizos, buscando mejores condiciones de vida.

Aun cuando la crisis no la ocasionó una guerra como la de Ucrania, nuestro país tiene un volumen de migrantes que ya se acerca a 8 millones, lo que representa cerca de 25% de la población. La diáspora sufre todo tipo de rechazo y de incidentes graves como la deportación y enfrenta riesgos que ponen en peligro la vida, como ocurrió con ocho inmigrantes arrollados y muertos y once heridos como en el incidente en Texas, Estados Unidos, o el dramático paso por la selva del Darién.

Nos hemos convertido en fuente de malas noticias por la enorme cantidad de violencia, injusticias y rechazos a nuestros connacionales en otros países. Esto es una especie de dolor compartido entre quienes permanecen y enfrenten el drama y los que logramos salir en un exilio forzado; es decir, de forma no voluntaria.

Ahora bien, los que se quedan en el país imaginan que los migrantes están en la gloria, disfrutando de todo, siendo felices y se entiende. Eso quizás es una conclusión que proviene de la comparación con la situación venezolana, pero el exilio forzado es una vivencia muy dura y difícil de gerenciar. Es duro por la constante y triste evocación de lo que alguna vez fue. Algunos no tuvieron tiempo para evaluar su salida ni ayuda familiar en el país receptor o han experimentado el desamparo que abruma a lo que se agrega el dolor por los hijos desparramados por todo el mundo.

En Venezuela, el asedio contra la población es un mecanismo de control. En mi caso, la pensión de profesor jubilado de la UCV, con la que había podido vivir, fue reducida a la mitad. En parte es el castigo por las protestas y reclamos de este gremio combativo.

Duele leer en las redes las historias y demandas de colegas tan preparados, reducidos a una pobreza extrema. Los profesores activos tienen casi dos años sin aumento salarial, pese a que el país tiene la inflación más alta del mundo. Igual situación viven los docentes de los otros niveles. La ministra de educación, Yelitza Santaella, afirmó que había que esperar que el gobierno tuviera recursos para aumentarles, cuando el robo millonario,  producto de la corrupción oficial,  es de una enormidad avergonzante.

Destierro injustificado

¿No podría llamarse el exilio forzado en Venezuela una forma de destierro inhumano?, de esa manera se narra y se vive.

La búsqueda de arraigo del migrante inicia con el medio de subsistencia, para ello hay que dejar a un lado la profesión, los títulos y el orgullo. En muy contadas ocasiones, y con carreras técnicas como Informática, Biomedicina, Física Nuclear, se respeta la formación profesional para acceder al mercado laboral. Pero es necesario revalidar los títulos con importantes sumas de dinero.

El conocimiento, clave para el desarrollo, también está huyendo sin que se tome en cuenta como fuente clave para el desarrollo. También algunos migrantes, en ciertos casos y con mucho esfuerzo, logran emprendimientos personales.

En conversaciones personales con otros colegas observo desencanto vivencial. “¿Cómo llegué a esto y metí a mi familia en esta aventura que imaginábamos distinta?”, se preguntan algunos. Así hay abogados, corredores de seguro, médicos en negocios de comida, en labores de limpieza, en mensajería. En estas circunstancias también se experimenta una dolorosa pérdida de identidad.

No obstante, se mantiene la ilusión de volver. El exilio realmente comienza cuando se percatan de lo difícil y complejo que es este anhelo. También es muy importante reconocer y valorar la valentía de los compatriotas que se enfrentan a la dictadura y luchan con voluntad para sacar al autoritarismo del poder. Seguro estarán en primera fila cuando ello se logre.

Pero el monstruo tiene muchas patas, la información a la que se accede en el exilio señala lo enquistado que está el régimen y el apoyo que ha adquirido no solo con los gobiernos de izquierda, al que se añade el presidente colombiano Gustavo Petro, sino también con aliados como Rusia, China y países de Asia occidental como Irán. Esto se debe considerar y estimular las conexiones con el Occidente que se han atenuado por decisiones desacertadas.

La búsqueda de un lugar seguro

El desarraigo no se quita con llegar y pisar tierra ajena o tener residencia. La sensación de no pertenecer se da porque no se abandona la visión de tu país, sus costumbres, los allegados, tu lengua y el clima. Pero esto parece una nimiedad frente a las razones que expulsan a venezolanos y venezolanas a diario.

A los migrantes que se envalentonan a caminar kilómetros y kilómetros, atravesando varios países, los mueve la desesperación y necesitan protección internacional. Sin embargo, se evidencia en países de América Latina que no cesarán los controles ni las deportaciones.

Vivir la deportación es la más dolorosa circunstancia que seguramente humilla a los afectados porque destruye el plan de escapar a como dé lugar, refuerza el fracaso ante la tragedia vivida y el temor. Sin duda esta situación es la más demoledora emocionalmente y no existe apoyo psicológico para ellos.

En este demoledor contexto existen algunos profesionales, los que hacen coaching, que comentan también lo positivo del exilio en cuanto a que se sale de la zona de confort y obliga a cambiar de paradigmas, vivir los sueños, pero esto es totalmente desacertado en relación con la inmigración venezolana.  Al analizar este drama uno  se percata que el gran proceso migratorio nacional ha despertado un rechazo hacia nuestra nacionalidad: interrogatorios en aeropuertos, sospechas en las fronteras, acusaciones sin fundamento como que amenazamos sus trabajos, ahora nos llaman despectivamente “venecos”.

Dulce Yumar

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