Apagón somete a altomirandinos a segunda noche de «toque de queda» por miedo

Redaccion El Tequeno

Solo las luces de los pocos vehículos que circulan iluminan las calles de San Antonio de los Altos. Por segundo día consecutivo el apagón mantiene desolada la ciudad, solo algunos efectivos de la policía municipal patrullan.

Dos restaurantes y una sucursal de una conocida  cadena de farmacia son los únicos locales comerciales que cuentan con planta eléctrica en la jurisdicción; la luz que emana desde estos puntos se puede ver desde prácticamente toda la avenida Perimetral y la recta de Las Minas.

«Las pocas emergencias que se han reportado al caer la noche son relacionadas con temas de seguridad», asegura uno de polisalias que se mantiene en la redoma de San Antonio de los Altos.

Pocos apartamentos destacan, gracias a linternas y velas, en la oscuridad de la noche. Esporádicamente el silencio es interrumpido por algún vecino que, desde su ventana, grita «Maduro», recibiendo de forma automática la ya famosa respuesta.

Por su parte las autoridades recomiendan mantener la calma y permanecer dentro de las viviendas mientras se restablece el servicio eléctrico. Mientras que dentro de estas, la preocupación no es sólo por lo que podría estar ocurriendo en Guri, Fuerte Tiuna o Miraflores, sino por que con cada hora que pasa [27 al redactar esta nota] se descongela la nevera y los pocos alimentos que en ellas guardan, avanzan en el natural proceso de descomposición por falta de refrigeración.

En Los Teques, la ciudad más violenta de los Altos Mirandinos, la segunda noche de apagón se traduce en miedo. «Se escuchan detonaciones a lo lejos, no sabemos si son enfrentamientos entre bandas o la policía», reseña una vecina de la popular urbanización El Encanto.

Algunos efectivos de la policía municipal y regional custodian las inmediaciones de la plaza Bolívar, así como la alcaldia local y la Casa Amarilla, residencia oficial del gobernador de la entidad.

«Han ingresado varios heridos por arma de fuego en las últimas dos noches», reseña un enfermero del Hospital Victorino Santaella, nosocomio que se mantiene en emergencia por más de 24 horas.

La noche avanza y cacerolazos espontáneos se escuchan en algunos sectores tequeños. «Me siento en una guerra, no tenemos agua, gas, la nevera vacía y en completa oscuridad, solo le pido a Dios despertar pronto de esta pesadilla», sentencia otro vecino. 

Daniel Murolo

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