Democratizar la democracia … la futura democracia

Redaccion El Tequeno

Es difícil ser lo que no se es, más si no se quiere cambiar. No es una cita célebre de nadie, eso creo. Es imple sentido común. Los venezolanos aspiramos algo para lo que no estamos preparados, algo que en este momento no somos. Es absolutamente contradictorio pensar en un régimen de plenas libertades individuales y colectivas cuando somos duros sensores de los derechos de otros y segregamos minorías. No es posible sostener el delicado equilibrio democrático en un país donde las diferencias no son admitidas y la pluralidad considerada una falla.

Durante 40 años de una imperfecta democracia, fuimos acumulando resentimientos políticos y sociales, principalmente azuzados por un bipartidismo omnipresente. El mismo que decía en sus arengas gobernar para el “pueblo”, detesto el uso de esa palabra en política. Pero de alguna manera sus gustos y forma de vivir distaban mucho de ese pueblo. ¿Con menos descaro que hoy? Totalmente cierto, pero lo hacían. Creando las condiciones para el surgimiento de líderes aún mas populistas. Vengadores dispuestos a “freír cabezas”.

De allí surgió quien encarnaría nuestros más inmaduros y atávicos caprichos. Un “líder” envuelto en la niebla justificadora de la insurrección armada, gen defectuoso del que no logramos desprendernos. Revolucionario con poder de efectuar cambios inmediatos y radicales, los cambios radicales de un vengador son solo en su beneficio y perpetuidad. Y el proyecto social, con una prosa infinita, de esas peroratas que la mayoría deja de escuchar a los cinco minutos, el comandante se lanzaba horas describiéndonos un lubricante discurso con el que preparaba su plan de embestirnos a todos. Y nos embistió a todos. Fue tanto que a 9 o 10 años de su partida según quien saque la cuenta, Dios de paz a sus restos y los mantenga allá. Aun no podemos sacarnos del todo su… “discurso”.

No es que Chávez nos dividió, YA ÉRAMOS ASI. El y sus herederos solo aprovecharon nuestra predisposición natural a segregarnos. Otra condición aprovechada con mucha maestría es nuestra poca identidad nacional, nuestro escaso sentido de pertenencia para con nuestro país. Ese falso nacionalismo desplegado por el chavismo era solo en defensa del “ideal” bolivariano según San Hugo, su autodenominado apóstol. Nada se hizo por amor al país. Pero el arma principal, era algo con lo que tuvimos 4 décadas de bombardeo convencional intensivo, el “YO ME ENCARGO”. Como todo tirano que se autodenomina socialista, evolucionó esta arma táctica a grado termonuclear, con efectos devastadores al impacto y radiación residual por eras. Un país acostumbrado a dejar los temas de interés público en manos de las elites políticas, se rindió y renunció por siempre a ocuparse de los asuntos relevantes del país.

Todos le fallamos a Venezuela, incluso quienes creyeron tener en sus manos la cadena del pequeño simio que se les convirtió en gorila. Ninguno de sus impulsadores y benefactores le sobrevivió políticamente. Quienes menospreciaron la maldad que habitaba en él. Quienes conociendo su prontuario y absoluta ausencia de ética le compraron su discurso. Quienes olvidaron que el país está primero y se entregaron a unos amores tóxicos con quien vino a destruir a confesión pública y documentada. Me incluyo entre los que sabiendo todo esto, nos discurrimos en largos debates y no logramos convencer a nadie de un futuro cantado.

Hoy somos un país postrado, incapaz de asumir el compromiso de luchar por su libertad. En 60 años de abstenernos de participar como ciudadanos en las decisiones del país. No sabemos qué hacer, los pocos que si saben y lo hicieron en el pasado ya no tienen la fuerza para guiar a nadie. Escasas voces hablan de prepararnos para forzar de manera cívica y pacifica una transición, eso nos da pereza. Preferimos voltear a organismos internacionales que si nos apoyan y entienden nuestra necesidad de cambio. Pero en conocimiento de que los países y sus ciudadanos son los autores de su destino, centran todo su esfuerzo en asistirnos mientras ese cambio ocurre. Igual hacemos con los políticos de este país, nuestro apoyo llega hasta la puerta de la alcaldía, gobernación o congreso para el que los elegimos. De allí en adelante que ejecuten el YO ME ENCARGO o que “la patria os lo demande”. ¿Acompañar, apoyar, defender? Eso no se pactó en el acto de votación.

Así llegamos a estos días de absoluta incertidumbre. La botella vacía de una posible elección presidencial se presenta como barato trofeo. Como todo envase de vidrio si carece de contenido su valor es cero. Y el contenido son ciudadanos electores, capacitados y preparados para luchar. No solo para defender el voto, para conquistar y sobre todo ejercer DEMOCRACIA. Nuestra clase política en desconexión con ese país, luchará por ganar militancia que apoye en un triunfo de minorías para gobernar un país de mayorías descontentas y negadas a apoyarlos. No hay que ser un genio para saber que quien triunfe en esas condiciones, del bando que sea. Estará frente a un país que no lo quiere, inconforme, hostil, donde cualquier cosa puede ocurrir, incluida esta destructiva inercia hacia la involución al mas primitivo estado como nación.

Contrario a lo que se piensa, la democracia no reinicia con ganar la presidencia. Democratizar el país comienza hoy, comienza por abordar la lucha cívica por el conocimiento, por la instrucción y capacitación de que es lo que queremos a futuro. No podemos exigir al liderazgo algo que no sabemos que es. Y los líderes que calcen las características para lograr encaminarnos, en plural, hacia ese futuro, solo emergerán de una posición clara del ciudadano elector y ahora ejecutor de democracia. Ciudadanos que pasen a la acción, no por llevar a la presidencia un “fulano de tal”, ese fulano es pasajero, temporal. El país es para siempre. Las organizaciones políticas también deben contribuir a esta gigantesca obra, primero abandonando el YO por el NOSOTROS. Saben muy bien que solos no pueden lograr meta alguna, mucho menos sostenerse en el tiempo sin reiniciar un nuevo ciclo de crisis. Erradicar las practicas ventajistas a lo interno es un importante primer paso. No podemos invocar libertades políticas cuando limitamos a unos en beneficio de otros.

En conclusión, debemos asumir los derechos individuales y colectivos como principios regidores de una nueva sociedad. Mas tolerante, mas participativa, mas interesada en los asuntos públicos y las decisiones del país. Si tenemos alguna deuda que cobrar ya habrá tiempo y un estado mas justo donde hacerlo. Por los momentos la meta es alcanzar ese este estado donde impere el debido proceso y el trato igualitario. ¿Le parece inalcanzable esa meta? Pues sepa que la alternativa es este presente. Y eso ya lo conoce. Democraticemos la democracia… la presente que inicia dentro de nosotros y la futura que nos toca defender por generaciones para tener un mejor país.

Arturo Salazar

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