El País de España | ‘Pablito Arauca’, el jefe militar del ELN que sabotea la paz en Colombia desde Venezuela

Redaccion El Tequeno

Al interior de la guerrilla del ELN, en el escalafón más alto donde comparten asiento los viejos comandantes como Pablo Beltrán o Antonio García, saben que Gustavo Aníbal Giraldo (Sarare, 57 años), conocido como Pablito Arauca, es quizá el único que puede frenar o controvertir de forma vehemente las decisiones de los líderes históricos de la última guerrilla de Colombia.

Por EL PAÍS DE ESPAÑA

Lo dicen con la certeza de que Pablito es el tercero al mando, y que de su posición dependen al menos 2.000 hombres, entre combatientes y milicianos —la estructura más grande de esta guerrilla―. Además, su frente tiene el control armado en la frontera con Venezuela en el nororiente del país, desde los Santanderes y Arauca, hasta los llanos orientales. Su nombre está en los expedientes judiciales por los hechos más mediáticos cometidos por esa guerrilla, dos de los cuales han puesto en jaque los esfuerzos del Gobierno colombiano por alcanzar la paz con el ELN.

Pablito está detrás del atentado en 2019 contra la Escuela General Santander, en Bogotá, en la que fueron asesinados 22 cadetes de la Policía y que desencadenó la ruptura de la mesa de diálogos de paz con el gobierno de Iván Duque. Pero también está detrás del caso del asesinato de Pedro Antonio Bohórquez, secretario de Desarrollo de Saravena, en 2014; del ataque del ELN a una misión electoral en Boyacá, en la que fueron asesinados 12 uniformados en 2015; y, más recientemente, de los ataques en el Catatumbo, que en menos de dos semanas han dejado 52.094 personas desplazadas y 52 muertos.

El presidente Gustavo Petro expuso que, durante varios meses, al menos 1.000 hombres en armas se movilizaron desde Arauca hasta Catatumbo, vestidos de civil, para fortalecer al grupo armado y comenzar los ataques armados en medio de la ola de violencia que se ha vivido este año en esa subregión. “La responsabilidad de esta acción recae principalmente en alias Pablito. Por soberanía nacional, el ELN debe ser derrotado, al igual que cualquier fuerza que comparta sus objetivos”, escribió el mandatario en sus redes sociales.

Aunque Pablito es uno de los combatientes más poderosos de esa guerrilla y con más fuerza militar, nunca ha integrado ninguna delegación de paz del ELN, en sus múltiples intentos por dejar las armas. Carlos Velandia, exintegrante de esa guerrilla y coordinador del Observatorio de Paz y Conflictos de la Universidad Nacional, lo describe como la persona que “conduce todas las operaciones militares del ELN en el país”. Llegó a integrar esa guerrilla en Arauca a mediados de los años ochenta, a los 14 años, y se convirtió, según Velandia, “en la segunda generación después de los fundadores”. Andrés Aponte, investigador de conflicto armado, dice que representa “la generación más pragmática del ELN y la más militarizada a la hora de perseguir sus objetivos”.

Desde esa época, y por la cercanía geográfica con Venezuela, su participación en la guerra comenzó a traslapar la frontera. En 1994, Pablito comienza a participar de las primeras acciones militares de esa guerrilla en Venezuela, como el ataque a la base militar fronteriza de Cutufí, ubicada en el estado de Apure. Meses después, en 1995, el ELN se tomó el puesto naval de Cararabo, en el país vecino, para robar armamento. En el hecho violento fueron asesinados ocho oficiales, lo que registra como la peor masacre de la guerrilla colombiana en territorio venezolano. “En esa época se dijo que Chávez le había regalado al ELN ese armamento, pero eso no es verdad, eso los recuperó Pablito”, cuenta Velandia por teléfono.

Con esos dos ataques en la frontera, Pablito comenzó a consolidar su accionar militar en ambos países y, en el año 2000, fue designado comandante del frente Domingo Laín, la estructura más grande del ELN con presencia en el departamento de Arauca. Para Velandia, su poder militar es tal, que en las últimas décadas la guerrilla ha logrado concentrar el 70% de su poder en esa zona fronteriza que ha liderado Pablito por casi cuatro décadas. En 2005, el Comando Central de la guerrilla lo invitó a formar parte de ese grupo de dirigentes político-militares en los que se toman las decisiones más importantes para la organización criminal. Aponte advierte que ese gesto marcó un precedente en la guerrilla, entre otras, porque “siempre ha habido reticencia entre la gente del Domingo Laín ―el ala más militar del ELN― y el comando central, su estructura más política”. Quienes conocen el intríngulis de la guerrilla dicen que es, con seguridad, el único comandante que se atreve a contradecir algunas decisiones de los viejos fundadores de la guerrilla, y que para eso fue nombrado.

Dos años más tarde, en 2007, cuando las autoridades ya tenían su nombre en la mira, fue capturado por el Ejército en Bogotá y apenas un año después se fugó de la cárcel en Arauca. Según informes de inteligencia, tras su escape trasladó su centro de operaciones al estado de Apure, en Venezuela, donde permanece quien es el cerebro y la columna vertebral militar del ELN en Colombia. Las autoridades, que lo han ubicado en el escalafón más alto del organigrama militar del ELN, ofrecieron en su momento 4.000 millones de pesos (cerca de un millón de dólares) por su paradero. “Conoce perfectamente Venezuela y la ha recorrido y controlado siempre”, cuenta Velandia.

A pesar de su poder, su nombre siempre ha estado a la sombra de las decisiones más determinantes de la guerrilla. En 2015, se ratificó su nombramiento como integrante del Comando Central, con la pretensión de que su participación significara una representación del frente Domingo Laín, que siempre se ha mostrado en contra de las negociaciones de paz y apático a las decisiones del resto de la comandancia. Lo que siempre ha estado claro, según Velandia, es que a Pablito nunca le ha interesado la agenda de paz y siempre ha estado en desacuerdo. “No está dentro de sus intereses, y siempre ha sido la rueda suelta de la guerrilla porque tiene todo el poder militar, pero su posición es chocante para el ala política y conservadora, de la que hacen parte Pablo Beltrán o Antonio García”, cuenta.

Según Velandia, en caso de firmar un acuerdo de paz con esa guerrilla, en el Gobierno de Petro o en algún otro, “Pablito difícilmente se acogería y el 70% esa fracción podría seguir en armas en la frontera venezolana”. Dice que ese siempre ha sido el talón de Aquiles de la guerrilla. Lo explica también Aponte, quien además señala que, con las condiciones sociopolíticas de Venezuela, el ELN en ese país “actúa más como una suerte de grupo paramilitar que de guerrilla, por la simpatía con el régimen”. No solo por un asunto ideológico, sino también por algunas condiciones económicas. “El Estado venezolano, debido a la crisis petrolera, posa sus ojos sobre el arco minero y, siendo que eso estaba en manos de otros criminales, hay alguien que sabe hacer muy bien ese tipo de regulación y con toda la experiencia. Ahí el ELN es muy funcional para ellos”, señala. Lo dice porque en ese territorio la guerrilla regula las zonas de explotación minera. “El ELN tiene más que ganar en Venezuela que acá, porque allá estaría el Estado que ellos quisieran tener en Colombia, sería el mantenimiento del status quo”.

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