Si alguna rama del Estado ha sido objeto de acaloradas controversias entre los venezolanos en todos estos años ha sido el Consejo Nacional Electoral (CNE). Es un poder público con rango constitucional, teóricamente autónomo, inscrito en el criterio de la democracia participativa que promovió Hugo Chávez cuando llegó al poder en 1999. No tiene contemplado el financiamiento público de organizaciones, ni de actividades políticas. Sin embargo, en la práctica, sus funcionarios suelen tener intereses partidistas y es evidente que sus estructuras están mayoritariamente integradas por actores leales a la revolución bolivariana.
Controlando siempre las reglas y el tiempo en cada elección, el chavismo ofrece cuotas a técnicos cercanos a partidos moderados de la Plataforma Unitaria. En la actualidad, el directorio del CNE es un tres a dos a favor del chavismo. En otras ocasiones, como en 2018, ha sido de cuatro a uno. A veces, ha sido de cinco a cero. El chavismo jamás ha sido minoría en la directiva del CNE.
El primer gran actor de esta era del CNE en manos del chavismo fue Jorge Rodríguez, actual jerarca del PSUV y hombre de máxima confianza del presidente Nicolás Maduro. Formó parte de su directiva de 2003 a 2005 y se ofendía cuando sus críticos ponían en duda su imparcialidad. Para muchos, Rodríguez es uno de los padres de la criatura electoral de esta era.
Después, entre 2006 y 2020, el CNE fue presidido por Tibisay Lucena, socióloga fallecida hace dos años. Mientras el chavismo era una fuerza y dominaba el panorama político del país, la actuación de Lucena y el resto de los rectores fue relativamente equilibrada. Cuando la oposición comenzó a crecer, las decisiones del directorio fueron cada vez más apegadas a los intereses chavistas. Lucena se convirtió en la “bestia negra” de la oposición, en una de sus villanas por excelencia.
Las resoluciones del CNE en las citas consultivas de este tiempo fueron ampliamente favorables al PSUV. Le permitieron apoyarse en los recursos públicos del Estado, asegurar su presencia masiva en los medios, distribuir los circuitos electorales de acuerdo a sus necesidades, determinar la duración de la campaña, escoger la fecha de las elecciones y recibir el apoyo de las Fuerzas Armadas para acarrear votos.
La directiva del CNE tuvo una metamorfosis tras la muerte de Lucena. En el marco de la crisis política, entró en las negociaciones entre el chavismo y la oposición con la comunidad internacional, con el objeto de buscar una salida a la crisis multidimensional del país. En 2022, luego de un trabajado acuerdo político, se acordó integrar una nueva directiva, presidida por el moderado Pedro Calzadilla, concediendo de nuevo dos rectores a la oposición. Esta directiva renunció sin dar explicaciones a mediados de 2023.
La actual directiva del CNE fue electa en la Asamblea Nacional y tiene mayoría chavista. Sin embargo, la oposición mantiene sus esperanzas de ganar el domingo. La transmisión del voto en el sistema automatizado local está comprobadamente encriptado y las máquinas imprimen actas para que los testigos electorales puedan constatar los resultados con lo que anuncie el CNE. El sistema ha sido varias veces auditado y no parece haber dudas sobre la garantía de su secreto. Esta es una certeza que tiene la dirigencia de la oposición, y también la ciudadanía, que lo ha ido aprendiendo elección tras elección.
Elvis Amoroso, presidente
Abogado, es militante chavista desde los años noventa. Fue uno de los fundadores del PSUV y ha sido varias veces diputado de su bancada legislativa. Fue primer vicepresidente de la fallida Asamblea Constituyente de 2017. Excontralor de la República, es el autor de la inhabilitación a María Corina Machado y una persona cercana en lo personal y en lo político al presidente Nicolás Maduro y a la primera dama Cilia Flores.
Carlos Quintero, vicepresidente
Militar de carrera, es un cuadro técnico de larga data en la institución. Es cercano a Tibisay Lucena y a Jorge Rodríguez y poco conocido en la opinión pública. De acuerdo a las versiones de los entendidos, es el verdadero cerebro del metabolismo del CNE en esta directiva y uno de los conocedores más completos de su dinámica, por ser uno de sus creadores. Lleva las riendas logísticas de la institución, y en eso se complementa a la perfección con Amoroso, vocero político de la instancia.
Rosalba Gil Pacheco, presidenta de la Comisión de Registro Civil y Electoral. Miembro de la Comisión de Participación Política y Financiamiento
Abogada, cercano al aparato de movilización social del PSUV durante un buen tiempo. Su esposo, el fallecido Darío Vivas, fue el máximo responsable de esta instancia en el partido. Se desempeñó como cónsul de Venezuela en Boston y fue secretaria de la Asamblea Nacional.
Juan Carlos Delpino, miembro de la Comisión de Registro Civil y Electoral
Abogado y docente, es uno de los rectores cercanos a la oposición, en este caso al partido Acción Democrática. Su padre, Juan José Delpino, fue un conocido dirigente sindical en los años ochenta.
Jaime Nogal, presidenta de la Comisión de Participación Política y Financiamiento
Abogado con especialización en procesos electorales. Es funcionaria del CNE desde 2005, formando parte también de su departamento de Consultoría Jurídica. Es cercana al partido opositor Un Nuevo Tiempo.