Con un grado de molestia razonable, líderes en primera línea de la oposición venezolana han dejado conocer su desacuerdo frente a la posición asumida por la Unión Europea con relación a la falta de reconocimiento de la presidencia interina de Juan Guaidó.
Valdría la pena dejar claro lo que la Unión Europea representa y cómo actúa para entender la manera a través de la cual se expresa su política exterior. Ello con la finalidad de no generar expectativas falsas en la interpretación de los actos que atañen a sus instituciones y a los representantes de las mismas. Y también con el propósito de orientar las actuaciones futuras de la oposición al régimen tiránico madurista.
La política exterior común de la Unión es una de las atribuciones confiadas al Consejo de Asuntos Exteriores. Este consejo, presidido por el español Josep Borrell como alto representante para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, tiene asignada la función de velar por la unidad, coherencia y eficacia de la acción exterior de la UE. Ella se basa en directrices establecidas por el Consejo Europeo, donde están representados, en su más alto nivel, los gobiernos de los 27 Estados miembros. Es decir, en los casos en que existe una política compartida por todos los gobiernos miembros, corresponde al alto representante, con funciones similares a las de un canciller, plasmarlas en sus declaraciones oficiales. Cuando las posiciones de los gobiernos de los países miembros no son coincidentes en una materia específica atinente a la diplomacia o a la política exterior o la de seguridad –como es el caso venezolano- es evidente que la posición común se debilita, pues opera allí la ley del común denominador, la del rasero más bajo. La posición transmitida por su vocero debe, pues, transmitir solo los acuerdos. Los desacuerdos se quedan para ser dirimidos entre ellos.
Esto nos lleva al hecho de que en efecto no existe un criterio gubernamental unánime frente al reconocimiento de la presidencia de Juan Guaidó, mas sí lo existe frente a otros temas de muy trascendental importancia. Hoy, por ejemplo, en la página oficial del Consejo de la Unión, al referirse a las conclusiones adoptadas por el mismo, dice que las elecciones del 6 de diciembre fueron una “oportunidad fallida para la democracia por haber sido celebradas sin acuerdo nacional sobre sus condiciones electorales e incumplieron con los estándares internacionales para procesos democráticos”… Dice en otro aparte que “el Consejo establece que la única vía de salida para la crisis en Venezuela es asumir de inmediato negociaciones políticas y establecer con urgencia un diálogo encaminado a establecer un proceso de transición que conduzca a elecciones presidenciales y parlamentarias creíbles, inclusivas y transparentes.
Más claro no canta un gallo y esa resulta ser la posición del conjunto de los países miembros, aunque no todos acepten a Juan Guaidó como presidente del país venezolano. Lo definitivo es que esta falta de reconocimiento no plantea un problema de legitimidad a escala comunitaria.
Es bien cierto que este posicionamiento común que no se da la mano con nuestras exigencias de reconocimiento de la condición de presidente de Juan Guaidó dificulta el tratamiento y la resolución de un importante número de asuntos, conflictos y temas que actualmente deben ser manejados por sus representantes, pero tal declaración del Consejo representa un paso de avance importantísimo en la consecución de apoyo internacional para un avance hacia una situación negociada.
No puede decirse que la posición comunitaria es ambigua y mucho menos plantear que existen incongruencias internas en su relacionamiento con Venezuela con el argumento de que el Parlamento Europeo responde a un posicionamiento en esencia diferente. Esta otra instancia de la Unión reúne a los partidos políticos de los 27 países y por ello tiene sentido que sus posiciones no sean totalmente coincidentes con las del Consejo donde quienes sesionan son los gobiernos.
En fin, es preciso trabajar con el tipo de apoyo que se ha logrado conseguir gracias a una labor titánica del equipo opositor. Y lo logrado no es poca cosa.
Beatriz De Majo