Lo que está ocurriendo en Brasil no debería ser tomado a la ligera por las autoridades internacionales encargadas de la lucha antiterrorista, especialmente las europeas, porque como un efecto mariposa podría tener un impacto significativo especialmente en el viejo continente.
Por Infobae
En el espacio de unas pocas semanas, de hecho, han saltado a los titulares dos noticias que parecen ser la cúspide de un iceberg cuyas proporciones aún se desconocen casi por completo. La semana pasada la policía federal brasileña detuvo en el aeropuerto de Guarulhos, San Pablo, a un joven de 19 años que se dirigía a Turquía para alistarse en las filas del Estado Islámico, derrotado pero aún activo en muchas zonas de Oriente Medio, Asia y África.
Brasileño de Barbacena, en el estado de Minas Gerais, el joven había sido radicalizado en Internet por personas radicadas en Brasil. En las mismas horas en que fue detenido, una presunta célula de ISIS fue desmantelada por las autoridades argentinas en el distrito industrial de Santiago del Estero, en el norte del país, siguiendo una recomendación del FBI. Las autoridades estadounidenses se habían alarmado cuando el hombre, cuya identidad no se ha revelado, había buscado información en Telegram sobre el Estado Islámico e instrucciones sobre cómo fabricar bombas caseras. Las autoridades argentinas buscan ahora a otro cómplice.
Por si fuera poco, hace unas semanas el periodista Thais Alcântara había revelado en el sitio brasileño de noticias Metrópoles, la existencia de una red islámica turca que convertía a jóvenes indígenas de comunidades pobres de la Amazonia y los enviaba a Turquía. Según el sitio turco de noticias Artigercek, seis de estos niños llegaron a Turquía en febrero de 2022 y fueron enviados a escuelas coránicas salafistas en Kütahya y Tarso, no lejos de la frontera con Siria. El salafismo es un movimiento reformista islámico suní nacido en la segunda mitad del siglo XIX y es la más ortodoxa y radical de las diversas corrientes que componen el complejo mosaico de la religión islámica. Del salafismo, de la visión de una sociedad cerrada, de la anulación de toda forma de innovación y progreso, nacieron los movimientos fundamentalistas que responden al nombre de Al Qaeda, Al Shabaab, Boko Haram y, más tarde, el Estado Islámico (ISIS el acronimo inglés).
Por lo tanto, lo que está ocurriendo en América Latina, particularmente en Brasil, es un fenómeno nuevo. Inmediatamente después de la proclamación del Estado Islámico, el 29 de junio de 2014, si se excluye Trinidad y Tobago de donde partieron un centenar de yihadistas para combatir en las filas de ISIS, el flujo de extranjeros reclutados para hacer la yihad partió no sólo de Oriente Medio sino principalmente de Europa, más de 13.000 personas según datos del Centro Internacional para el Estudio de la Radicalización de Londres. Ahora, sin embargo, la situación parece haberse invertido. Desde Europa las salidas han desaparecido casi por completo. América Latina, en cambio, parece estar en el centro de una nueva ola de reclutamiento para el radicalismo islámico y uno se pregunta ahora si el objetivo es golpear a Europa.
Brasil, que en 2016 ya había sido objeto de la primera operación antiterrorista de la región, la Operación Hashtag, que había descubierto una célula local dispuesta a perpetrar atentados terroristas durante los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, ha vuelto a entrar en el radar de los grupos que predican el islamismo radical. En los últimos meses una campaña centrada específicamente en Brasil ha sido lanzada por Yamaat Tabligh (YT), una organización misionera suní fundada en la India en 1926 que ha estado repetidamente en el punto de mira de la inteligencia mundial en relación con actos terroristas. “El ecosistema islamista opera en dos direcciones”, reza un informe del Foro Democrático del Sur de Asia, “por un lado, desde el exterior a través de la infiltración de las actividades de YT, seguida del reclutamiento de sus misioneros.
Por otro, opera desde dentro de Yamaat Tabligh, que predica una interpretación ultraconservadora del islam. YT no sólo proporciona una plataforma intelectual, sino también un campo de acción que puede desembocar en actos de terrorismo”. Ya presente en Colombia, en el Chiapas mexicano y Argentina, que en 2005 bloqueó la entrada de sus 26 misioneros con pasaportes de Qatar, Egipto, Malasia, Pakistán y Sudáfrica, Yamaat Tabligh ha sido vinculada en el pasado por la Jamestown Foundation con Al Qaeda y los atentados de Madrid de marzo de 2004. Tres de los atacantes militaban, según los expertos estadounidenses, en el movimiento antes de perpetrar los atentados en los que murieron 193 personas. En la presentación de su campaña en Brasil, San Pablo es la ciudad elegida como epicentro de las actividades del grupo.
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