“No todo es gris, a veces hay días soleados”: La resiliencia de una familia de caminantes venezolanos

Redaccion El Tequeno

José La Rosa habla calmado, y mantiene intacta la esperanza de mejorar sus condiciones de vida, a pesar de que ha atravesado tres países caminando, porque le tocó abandonar su patria junto con sus tres hijos y su esposa, en las peores circunstancias.

“No todo es gris, a veces hay días soleados”, dice La Rosa al referirse a la mano solidaria que le han brindado varias personas en medio de las largas caminatas y los aventones que les han dado, para poder retornar de Ecuador hasta Colombia, y así poder llegar a la ciudad de Bogotá, en donde encontró orientación, y cálidos abrazos de sus paisanos en la sede de la Fundación Juntos Se Puede, ubicada en la calle 104 del norte de la capital colombiana.

“La experiencia de migrar caminando ha sido muy dura, pero siempre vamos con la bendición de Dios”, recalca el migrante.

Su esposa, Sulmi Zapata, interviene para decir que han pasado frío, hambre y han dormido a la intemperie, pero que gracias a Dios tienen salud y eso es lo más importante para ellos, en estos momentos tan difíciles. Al llegar a Ecuador se dieron cuenta de que insertarse en el campo laboral es muy difícil.

En el año 2022 tomaron la dura decisión de salir de Venezuela porque estaban prácticamente asfixiados con la situación económica, sus hijos ya no podían estudiar y no tenían derecho a la salud. Lo peor que les sucedió a esta familia es que el régimen de Nicolás Maduro les quitó su vivienda cuando se enteraron de que habían emigrado a Colombia, y les pusieron una denuncia por supuestamente “estafar al Estado” ante el Ministerio Público y el Ministerio de Interior y Justicia, para meterlos presos si algún día regresan a Venezuela.

«El fiscal Tarek William Saab es implacable, y si regresamos a Venezuela nos esperan 25 años de cárcel», denuncia José La Rosa, quien lamenta que hayan perdido todas sus pertenencias en Venezuela. 

Según cálculos del Observatorio Venezolano de Migración, y de la plataforma de monitoreo R4V, un aproximado de 1.700 personas venezolanas salen huyendo a pie, a diario, en busca de mejores condiciones de vida. 

Ahora, José y Sulmi alistan la poca ropa que tienen para viajar en autobús hasta Cúcuta, gracias a la ayuda de la Fundación Juntos Se Puede. Allí, en Norte de Santander, unos conocidos los ayudarán a conseguir empleo y continuarán su caminata por la vida para sacar adelante a sus tres hijos. 

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