Por Juan Bello, Director Regional y Representante, Oficina para América Latina y el Caribe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.
En un momento donde la interconexión entre la salud humana y la salud del planeta se manifiesta de manera más evidente, la crisis de Resistencia a los Antimicrobianos (RAM) surge como un desafío ineludible que requiere nuestra atención inmediata.
Al igual que nos enfrentamos a otras crisis ambientales en nuestra región, la RAM demanda un enfoque sólido y cooperativo, basado en el diálogo y la acción conjunta. Esto, en efecto, se ha hecho al implementar el plan de acción conjunto “Una sola Salud”, en asociación cuatripartita entre la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA, antes OIE) y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
En el contexto de la RAM, es esencial implementar esta perspectiva que apela a lo colectivo y multidisciplinario. Este planteamiento holístico reconoce que la salud humana, la sanidad de los animales domésticos y silvestres, de las plantas y del medio ambiente están estrechamente vinculados y son interdependientes.
En ese sentido, la Semana mundial de concienciación sobre la resistencia a los antimicrobianos, del 18 al 24 de noviembre, es una muestra de cooperación interagencial y multisectorial para abordar en este tema.
América Latina y el Caribe, con su rica biodiversidad y comunidades multiculturales, no es inmune a esta amenaza. La sobreutilización, falta de regulación y la gestión inadecuada de residuos de antimicrobianos en los centros de salud, la agricultura y producción animal, la industria farmacéutica, en las comunidades rurales y urbanas, han acelerado el desarrollo de cepas resistentes, poniendo en peligro la eficacia de tratamientos médicos esenciales y comprometiendo la salud de las personas, animales, plantas y el medio ambiente.
La analogía ambiental: lecciones desde otras crisis
Si bien ejemplos como la deforestación del Amazonas y la pérdida de hábitats marinos son asuntos a los que les falta un largo camino para ser resueltos, nuestra región está enfrentando con tenacidad distintas crisis ambientales, demostrando que cuando nos unimos podemos abordar grandes desafíos. La resistencia a los antimicrobianos no es diferente.
Al igual que en la lucha por preservar el Amazonas, la resistencia a los antimicrobianos representa una última oportunidad para replantear nuestras prácticas y salvaguardar el futuro de la salud humana y ambiental.
En la medida en que la resistencia a diferentes medicamentos se expande a nivel global, los antimicrobianos muestran una creciente falta de eficacia dando lugar a un aumento en las infecciones de difícil tratamiento y, lamentablemente, contribuyendo al incremento de la mortalidad directa y asociada a bacterias farmacorresistentes.
Esto ha tenido como resultado casi 90.000 decesos en América Latina. Y en un contexto global, se estima que la RAM podría provocar hasta 10 millones de muertes directas cada año para 2050. Esta cifra se equipara a la tasa de mortalidad por cáncer en 2020.
Así, la urgencia de contar con nuevos antimicrobianos es innegable, especialmente para hacer frente a las infecciones derivadas de bacterias resistentes a los antibióticos de amplio espectro (o de amplia efectividad), identificadas como patógenos prioritarios por la Organización Mundial de la Salud.
Diálogo y cooperación: las claves del éxito
El diálogo y la cooperación, principios fundamentales que han guiado nuestras acciones en otras crisis, deben ser el fundamento de nuestra respuesta a la resistencia a los antimicrobianos. La colaboración entre sectores, gobiernos y comunidades es esencial para implementar medidas que fomenten prácticas sostenibles.
En el ámbito de la salud, es imperativo promover el uso responsable de antimicrobianos en la medicina humana y animal. La educación pública y la concientización son herramientas cruciales para cambiar comportamientos y fomentar la preservación de estos recursos.
En este sentido, el reciente informe “Preparándose para los supermicrobios: fortalecimiento de las medidas ambientales relativas a la respuesta a la resistencia a los antimicrobianos mediante el enfoque ‘Una sola salud’ (2023)” presenta recomendaciones específicas para los sectores económicos involucrados en la liberación de contaminantes biológicos resistentes a los antimicrobianos en el medio ambiente: los servicios de salud, el sector agrícola-alimentario y la industria farmacéutica.
Innovación y acción sostenible: nuestro compromiso compartido
Al igual que enfrentamos las crisis ambientales a través de la innovación y la adopción de prácticas sostenibles, debemos aplicar estos principios a la gestión adecuada y disposición final de antimicrobianos. Invertir en investigación y desarrollo de alternativas, promover tecnologías más limpias en la agricultura y reforzar las regulaciones y educación de los profesionales de la salud para limitar el uso no justificado de antimicrobianos en seres humanos y animales son pasos esenciales.
Estas y otras medidas están contenidas en el Plan de Acción Global en Resistencia a los Antimicrobianos, donde cada gobierno está convocado a responder de manera intersectorial y a generar estructuras de gobernanza para la coordinación de actores, creación de legislación y regulaciones del uso de antimicrobianos e intervenciones educacionales y de cambio de comportamiento.
En América Latina, 16 países cuentan con Planes de Acción Nacional, con casos resaltantes como el de Perú, donde se la logrado establecer la Comisión Multisectorial para enfrentar la Resistencia a los Antimicrobianos, primera comisión de esta naturaleza en el país.
Además, casos destacados como el de Chile, Paraguay y Argentina, que con apoyo de la alianza cuatripartita han desarrollado legislación y normativas para poder regular el uso de antimicrobianos en los principales sectores productivos.
Finalmente, la prevención, incluyendo una gestión eficiente y sostenible de residuos en el medio ambiente contribuye positivamente a la lucha contra la RAM. Esta es precisamente la base de nuestro llamado a la acción colectiva, con medidas tales como:
- Aumentar la comprensión y mejorar los patrones de prescripción de antimicrobianos.
- Reducir los vertidos y proteger las fuentes de agua de la contaminación por microorganismos resistentes y residuos antimicrobianos.
- Considerar el tratamiento in situ de las aguas residuales hospitalarias.
El llamado a la acción es claro: mejorar patrones de prescripción, proteger fuentes de agua y fortalecer las regulaciones. La prevención, desde mejores diagnósticos, hasta la regulación efectiva son nuestras líneas de defensa.
Juan Bello
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