En 1864, la Asociación Internacional de Trabajadores expresaba que se debían tener “ocho horas para el trabajo, ocho horas para el descanso y ocho horas para la instrucción”, lo cual implicaba una adecuada conciliación entre el trabajo y otros aspectos de la vida personal.
Por Clarín
En la actualidad, esto no ocurre ya que quien tiene la suerte de tener un trabajo, muchas veces tiene que vivir solo para trabajar y de la manera que se pueda, sin considerar si le resulta satisfactorio.
Hoy, en general, el trabajo se caracteriza por su condición de inestable e inseguro (precariedad) y que en casos extremos asume la forma de exclusión laboral. En estas situaciones como en casos de una excesiva carga horaria o malas condiciones de trabajo se puede producir una enfermedad psicológica y/o física en quienes los realizan.
Cuando una persona trabaja se establece entre él y la empresa una serie de acuerdos como horarios, funciones, compensación económica, obligaciones, lo que conforma una suerte de contrato legal.
Pero, y más allá de estos factores, también existen una serie de creencias y expectativas acerca de ese trabajo (buen trato, posibles ascensos, beneficios, reconocimientos por la tarea), lo que constituye una especie de contrato psicológico, tan importante como el primero.
Hace tiempo que algunas empresas reconocen la importancia de tener personal no solo satisfecho por su remuneración económica sino por otras atenciones que les permita contar con empleados más entusiastas y con gusto por su tarea, lo cual constituye un invisible “salario emocional”.
Un ejemplo muy conocido es Google, aunque no sea el único. Ahí, los trabajadores e ingenieros disponen de restaurantes donde pueden comer o beber gratuitamente lo que deseen, trabajar en el horario que prefieran, visitar a sus hijos en la guardería de la empresa o discutir y buscar soluciones a un problema mientras juegan al billar, pasean por el jardín o están en el gimnasio.
Qué efectos causa el Burnout
En el polo opuesto están aquellos trabajos que lo que estimulan es un estrés crónico que puede terminar en el Síndrome de Burnout, el cual se va generando de manera lenta pero progresiva.
Tan frecuente e importante es que en enero de este año entró de manera formal en la Clasificación de Enfermedades de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
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