La oscura historia del líder de 84 años de la millonaria secta del porno sadomasoquista

Redaccion El Tequeno

Juan Percowicz, jubilado en los papeles y afiliado a la obra social del PAMI, se hacía llamar “El Maestro” o “El Ángel”. Con 84 años quedó detenido en el marco de 50 allanamientos realizados este sábado a la madrugada por la Policía Federal como el líder de una organización internacional dedicada a la trata de personas que operaba desde el barrio de Villa Crespo, y que contaba con una sede en Estados de Unidos. La secta de Percowicz prometía “mejoras espirituales” para captar a sus víctimas, y reducirlas a la servidumbre o, en algunos casos, ofrecer servicios sexuales a “personas de poder”. No es la primera vez que Percowicz está acusado por este tipo de delitos, el hombre es un viejo conocido para los investigadores: cuenta con causas desde 1993.

Por El Patagónico

La primera vez que quedó en el foco de la Justicia fue justamente ese año, cuando se abrió una investigación contra la Escuela de Yoga de Buenos Aires (EYBA) que “El ángel” lideraba. Las acusaciones eran similares a las que tiene que enfrentar ahora: captación de víctimas para su explotación sexual bajo el cuento espiritual. En ese momento, la causa pasó por tres jueces y finalmente le dictaron falta de mérito.

30 años de impunidad

Unos años después, en 1996, Percowicz terminó procesado por hurto calificado y con un embargo de 150.000 pesos. El juez Roberto Murature, a cargo de la investigación, en ese momento consideró que Percowicz desvalijó, junto con su hijo, el departamento de la psicóloga y vicepresidenta de la Fundación, Susana Schiavi, luego de que esta murió en un accidente de tránsito. También, el hombre fue denunciado en otras oportunidades por el fundador de la Red LibreMentes y promotor de una ley antisectas, Pablo Salum.

Así pasaron los años hasta que este fin de semana, otra vez, los detectives del Departamento de Trata de Personas de la Superintendencia de Investigaciones Federales de la PFA lo arrestaron en uno de sus domicilios ubicado en el country Barrio Santa Clara, en la localidad bonaerense de Benavídez. En el operativo, los detectives comprobaron que Percowicz era millonario y vivía rodeado de lujos. Los policías secuestraron dólares y medallas de oro. Incluso, una camioneta Ford Bronco de alta gama con un valor de mercado cercano a los 9 millones de pesos.

Aunque no solo él estaba involucrado en la operatoria. En los allanamientos detuvieron a otros 23 sospechosos. Algunos de ellos fueron capturados a punto de fugarse en el aeropuerto de Ezeiza: como Marcela Sorkin, una pieza clave en el perverso entramado que conducía “El Ángel”.

Investigación compleja

“El Ángel” ahora está acusado de captar a sus víctimas con promesas exóticas como terminar con “los males del SIDA y las drogas” y “buscar el desarrollo de la felicidad”. También ofrecía tratamientos “médicos” que hacían en sus “clínicas”, con el propósito fundamental de obtener dinero, influencias y “coberturas” para sus líderes. Otra de las maniobras que realizaba era la que consistía en ser “curas de sueño”. No era otra cosa más que drogar a los “fieles” de la organización y a otras personas captadas en el extranjero para dormirlos durante días como una forma de castigo en el primer caso y un supuesto tratamiento contra las drogas para los otros.

Así, los incorporaba a la organización y lograba reducirlos a una situación de servidumbre.

Una de las formas que Percowicz tenía para atraer era en la Escuela de Yoga de Buenos Aires (EYBA). Allí, captaba víctimas y las introducía a su sistema de puntajes y jerarquías. Para concretar sus engaños y reclutar víctimas, la organización criminal poseía una estructura interna en la que prometía “evolucionar” y luego “reencarnar” en alguno de su insólita jerarquía: el líder, “maestro” o “ángel” (nivel 7); “Apóstoles, (nivel 6); el nivel 5 con los “genios”; nivel 4 de los “alumnos” y los niveles 3, 2, 1, que serían los “humanos comunes”.

Desde la EYBA, “El Ángel” utilizaba a sus adeptas para el ofrecimiento de relaciones sexuales a personalidades poderosas, como el caso de un artista internacional que según indicaron quedó expuesto en escuchas telefónicas.

Además de la captación de víctimas y los servicios que ofrecían, la PFA descubrió el sofisticado método para blanquear el dinero que obtenían. Las ganancias de la explotación de todas estas personas —“alumnos” de la EYBA y los “pacientes” de la clínica denominada “CMI ABASTO”— presuntamente ingresaron al circuito legal mediante inmobiliarias y una escribanía que tiene la organización en el país, además de distintas fundaciones creadas en Estados Unidos. Esto último les generaba un flujo constante de divisas extranjeras, cuya cara pública y legal para ese fin era la empresa BA GROUP.

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