De cara a las elecciones presidenciales que corresponden a 2024, el chavismo se ha paseado tanto por los escenarios de un adelanto de comicios como de unificar, al menos, los comicios presidenciales con los de gobernadores y alcaldes.
El objetivo parece claro: aprovechar la división opositora en torno a la candidatura presidencial y no darle tiempo a los adversarios para que reaccionen, se organicen ni alcancen a lograr mínimos acuerdos con relación a candidaturas regionales o incluso a la Asamblea Nacional (AN) si también se suma este proceso.
Se le suma el apoyo que estaría buscando Nicolás Maduro en las regiones, para que los candidatos a gobernaciones y alcaldías del Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv), por la reelección o nuevos, se esfuercen por captar votos «para todos» en una campaña electoral conjunta.
Analistas consultados por Efecto Cocuyo creen que ambos escenarios: megaelecciones y adelanto son posibles desde la lógica del poder político en Miraflores, aunque signifique atropellar períodos constitucionales y lapsos importantes para la organización de procesos electorales, puesto que ya se avanzó en nombrar a un nuevo Consejo Nacional Electoral (CNE).
Sin embargo, señalan, el chavismo aún evalúa el tema de las primarias opositoras y las próximas líneas de acción para garantizar la permanencia en el poder.
¿Cuáles son las elecciones a unificar?
«Todo lo que se haga en el sistema electoral desde ahora, incluyendo los mecanismos de control social y los esfuerzos por fragmentar aún más a la oposición estarán dirigidos a justificar un resultado a favor de Maduro. A ellos solo les basta con preservar el pequeño porcentaje de apoyo, basado en el clientelismo político que tienen y que máximo pudieran elevar a 20%. Ayuda que el otro 80% (de rechazo) esté dividido en seis pedazos», sostuvo el politólogo Nicmer Evans.
El también consultor político ve más factible que se unifiquen las presidenciales con las elecciones de gobernadores y alcaldes (sin las respectivas cámaras) que deberían realizarse en 2025, aunque no descartaría que se incluyan los comicios de la AN que también estarían adelantándose porque el período constitucional comenzó en 2021 y es de cinco años.
En cuanto a fechas se inclina por el primer semestre de 2024, aunque reitera, todo dependerá de cómo se organice la oposición, llegando incluso a manejarse diciembre de 2023 (antes de navidad). En ambas fechas resultarían afectados los períodos establecidos según la Constitución de cuatro años para gobernadores y alcaldes electos en noviembre de 2021 y 5 años para los diputados, electos en diciembre de 2020. Mientras menos tiempo tenga la oposición para ponerse de acuerdo, afirmó Evans, mejor para el gobierno.
¿Para qué megaelecciones?
El exministro de Comunicación e Información de Hugo Chávez y ahora detractor del gobierno de Nicolás Maduro, Andrés Izarra atribuye la unificación de las elecciones a la baja popularidad de Maduro por lo que podría apoyarse en la dirigencia regional para que hagan campaña por ellos y por él.
«En el Psuv todos saben que Maduro no puede entrar a un barrio sin ser objeto de abucheos. Dada su incapacidad para hacer campaña, recargará el trabajo en sus alfiles locales y regionales, con la amenaza implícita de que todos podrían sucumbir si él fracasa», escribió Izarra en su blog.
Evans señala que una campaña electoral apoyada en las regiones pudiera garantizar al chavismo madurismo el control territorial, por ejemplo, con mecanismos de control social (beneficios sociales como los Clap).
«La oposición se está concentrando en la candidatura presidencial a través de las primarias, si se convocan megaelecciones duplicas las posibilidades de triunfo a favor de Maduro porque será más difícil para la oposición ponerse de acuerdo con candidaturas unitarias a gobernaciones y alcaldías que atomicen ese 80% de rechazo», agregó.
¿Quiénes pueden arrastrar votos para Maduro?
También surge la pregunta de si ante el descontento general por la situación del país, incluso entre los mismos partidarios del chavismo, los gobernadores y alcaldes que opten por la reelección o nuevos candidatos serán capaces de arrastrar votos para Maduro.
Para el excoordinador nacional de Clase Media Socialista, antiguo aliado del Gran Polo Patriótico, Carlos Hurtado, no es tan sencillo, salvo casos puntuales como el gobernador Rafael Lacava, quien tiene un liderazgo en Carabobo.
«Maduro necesita refrescar lo que está sucediendo a nivel regional, dada las deficiencias que existen en cada una de las regiones. No hay un estado que exhiba un gran porcentaje de eficiencia, ninguno se escapa a los problemas de gasolina, bajones eléctricos y los gobernadores no tienen la capacidad para resolverlos. Entonces Maduro necesita poner a candidatos regionales que realmente muevan otra vez el sentimiento del pueblo chavista, es una tarea muy titánica», sostuvo Hurtado.
Recordó que a Maduro no es Chávez a quien solo le bastaba alzar la mano de algún candidato a gobernador para que ganara. Por lo tanto, advirtió, Maduro no tiene el suficiente liderazgo para designar candidatos regionales que puedan ayudar a sumarle votos, por lo que tendría que esperar a que la cúpula política del Psuv los designe.
Hay otras figuras como la alcaldesa de Caracas, Carmen Meléndez, quien pese a ser criticada por una gestión deficiente, especialmente por el tema de la basura, goza al menos del respeto de la base chavista que hace referencia siempre a ella como la «almiranta» y la ve más cercana en cuanto a actividades de calle, en comparación con la anterior mandataria local, Erika Farías.
«No veo que las candidaturas regionales vayan a dar un aliento o un impulso a Maduro, podría pasar si se maneja la parte del sentimiento, de la motivación política, que la gente pueda crearse una expectativa con un gobernador o alcalde nuevo pero sería más ilusión que realidad. Lo que sí va a dar un impulso a Maduro es la oposición por su incapacidad de ponerse de acuerdo, por la desmotivación que sentirá el elector al ver que habrá más de un candidato», aseveró.
De allí, subrayó, que el grueso de la estrategia del gobierno está dirigido a seguir profundizando las diferencias en la oposición para que el rechazo hacia la gestión, que admitió, es mayoría hoy en el país, no lo capitalice electoralmente una sola persona.
