Más allá de todas las advertencias de calificados críticos sobre riesgos imponderables que acarrearía el avance incontrolado de la Inteligencia Artificial (I.A.), ahora escuchamos la voz de un incuestionable opinante, el doctor Geoffrey Hinton, alguien que fue significativo en la obstetricia de este fenómeno científico que hoy nos quita el sueño. Este investigador, bautizado como “the godfather of artificial intelligence”, científico de la computación y psicólogo cognoscitivo, especialista nada menos que en lo medular del asunto, como son las llamadas redes neuronales, se ha retirado de Google para poder comentar, libre de su compromiso con esa empresa, los “peligros” de la I.A.
Aguas abajo de los dispositivos que ya conocemos, los Chatbots, el doctor Hinton teme que futuros dispositivos, si adquiriesen un comportamiento inesperado a partir de la vasta cantidad de data que analicen, signifiquen una amenaza para la humanidad. Esto es, que los sistemas de I.A., además del código de computación de las empresas que los crean, generen un código propio, emancipado, de comportamiento. Y como en las historias de ciencia ficción, se convirtiesen en armas autónomas y hasta los killer robots se hicieran realidad. “Antes pensaba que esto podría ocurrir en 30 o 50 años, ahora no lo pienso así…” afirma Hinton.
Un acelerador de este posible fenómeno sería la competencia por el liderazgo entre Google, Microsoft y otras empresas, ante lo cual ha de exigirse que los adelantos sean regulados globalmente para no ir más allá de dispositivos que sean controlables.
Pero además del interés pecuniario de esos competidores mercantiles, no soslayemos la fascinación que producen las revelaciones científicas, el éxtasis que cautiva a los investigadores cuando avistan un descubrimiento de ruptura. Es su instinto natural: “When you see something that is technically sweet, you go ahead and do it¨”, afirmaba Robert Oppenheimer, director del Proyecto Manhattan, el cual hace 70 años desarrolló la bomba atómica…