«Es común ver cadáveres de animales flotando en La Mariposa», asegura Mario Marín, vecino del embalse que surte de agua a más de medio millón de familias altomirandinas.
Asegura que, pese a la advertencia de las autoridades de castigar a quienes hagan santería o invadan cerca del espejo de agua, la realidad es que a diario se observan personas realizando ritos en la zona.
«Sacrifican gallinas y otros animales, eso no es nuevo, tiene años», agrega otro residente del sector quien reconoce el esfuerzo de la Guardia Nacional Bolivariana GNB por impedir «ranchos» en la zona boscosa.
En las montañas que atraviesa la carretera que comunica el embalse con los sectores Potrerito y El Cuji se observan «pelones» que, según residentes, son la evidencia de la acción de los santeros en la zona.
«Ni la crisis no para los sacrificios», indica María Fernanda Sánchez, quien aunque aclara que respeta todas las religiones y creencias no entiende como hay quienes «sacrifican gallinas y otro animales cuando tanta gente pasa hambre».
Sobre la calidad del agua, aseguran que basta con ver la situación en la que se encuentra el embalse para saber que no está apta.
«No es por los sacrificios, es que además ese embalse jamás le hacen mantenimiento, esta en completo abandono», sentencia.
Redacción El Tequeño