Sanantoñeros buscan en la montaña «energía vital» en medio de la pandemia

Redaccion El Tequeno

Quedar agotados físicamente, pero recargados de energía vital, parece ser el fin de los cientos de sanantoñeros que cada fin de semana «huyen» de la ansiedad generada por la pandemia, subiendo a las montañas que rodean la ciudad.

Las antenas, ubicadas en lo más alto del Municipio Los Salias y desde donde se puede divisar tanto San Antonio de los Altos como Los Teques, Carrizal e incluso zonas de Caracas, se han convertido en un polo que atrae cada domingo a más y más personas.

PULSO hizo la ruta de unos 10 kilómetros de longitud (ida y vuelta) en compañía de un grupo de jóvenes que buscan en el verde y silencio de la montaña, la tranquilidad que la crisis generada por el Covid-19 les ha robado.

La salida fue a las 7:30am desde el Distribuidor de Las Minas. Desde ese punto se inicia el ascenso por una pendiente que deja sin aliento al más entrenado. Desde lo alto de ese primer tramo se puede observar parte de la Panamericana y prácticamente toda la urbanización Las Minas.

El segundo tramo es mucho más ligero, se recorre parte de los terrenos de La Fragua, incluyendo la ruta que utilizan los corredores, para llegar a un borde en el que debe descenderse para llegar a una extensa siembra de hortalizas.

Tras un recorrido de un kilómetro aproximadamente, atravesando la siembra, comienza el ascenso por dos rutas de tierra que son utilizadas tanto por quienes hacen la ruta a pie como en bicicleta montañera.

Las vistas son impactantes. Dependiendo del clima, el recorrido puede estar acompañado de una densa neblina con llovizna o de un intenso sol en un cielo azul que contrasta con el verde del paisaje.

De acuerdo a la ubicación en este tercer tramo, se puede observar La Rosaleda, parte de la urbanización Club de Campo y si está despejado, el impactante cerro Ávila coronado por el hotel Humbolth.

La ruta está bordeada por plantas propias de la zona, destacan orquídeas salvajes y flores silvestres sobre un campo de pasto con muy pocos árboles. El desgaste generado por las lluvias minó de enormes grietas y zanjas el camino, por lo que es vital estar alerta. 

La primera antena está a la vista prácticamente durante todo el recorrido. Para los principiantes, es la meta del día que al cumplir llena de emoción el alma y da descanso – temporal porque luego hay que regresar – al cuerpo.

Al llegar a este punto – el más alto de la ruta – se puede continuar hacia la segunda antena, por un camino que obliga a pasar por parte de las instalaciones del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas IVIC.

A diferencia del tramo anterior, acá se camina bajo un frondoso bosque de árboles y pinos sobre un camino de piedras bien señalizado con pocas pendientes.

La segunda antena está ubicada en una loma desde donde se puede ver prácticamente todos los Altos Mirandinos incluyendo la carretera vieja Caracas – Los Teques y una parte de Antimano.

En este punto es donde, en compañía de los montañistas, disfrutamos de un desayuno compuesto por frutas y galletas, se descansan las piernas y se recrea la vista, para luego retornar a la ciudad por la misma ruta con la certeza de que el próximo domingo volveremos a la cumbre en busca de más energía. 

Daniel Murolo 

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