En un país con una crisis humanitaria compleja, ser paciente con VIH resulta muy difícil por diferentes razones: la primera, los obstáculos para conseguir el tratamiento que, en teoría, debería suministrar el Estado; luego las dificultades para mantener una balanceada alimentación, y por si esto no fuera poco, también está el estigma en una sociedad que, según estudios, sigue siendo muy conservadora.
La situación con respecto a los medicamentos es tan crítica, que es por medio del Fondo Global de las Naciones Unidas que se distribuyen los tratamientos antiretrovirales, ya que desde el año 2016 el régimen de Nicolás Maduro no adquiere estos fármacos.
Según cifras que maneja ONU Sida, en el país hay más de 120.000 personas que viven con VIH, y en el Programa Nacional de Sida, tienen registrados a más de 74.000 pacientes, y de estos solamente son atendidas unas 54.000 personas a quienes se le suministra tratamiento.
Prejuicios y estigmas
En el estado Monagas no existe una cifra exacta de cuántos pacientes reciben tratamiento, debido a falta de pruebas gratuitas, como la Elisa de cuarta generación. Solo en la parte privada es posible realizarse esta prueba, manifestó Eduardo Franco, director general de la Red Venezolana de Gente Positiva (RVG+), quien también es miembro del equipo técnico de la respuesta humanitaria de la tuberculosis, malaria y VIH.
Franco señaló que el aproximado de personas que están en tratamiento es de 4.000 pacientes, debido a que la data que manejaba el programa ITS-Sida era de 8.000.
Sin embargo, muchas personas han emigrado o no han continuado con el tratamiento.
La RVG+ es una asociación civil sin fines de lucro que nace el 18 de octubre de 1997, tras el primer encuentro venezolano de personas que viven con VIH/Sida realizado en Los Teques.
La creación de esta organización surge debido a situaciones comunes que experimentan las personas por el estigma y la discriminación por la condición de vivir con esta enfermedad, como la falta de atención médica y de acceso a tratamientos, despidos injustificados en el ámbito laboral y educativo, entre otras realidades.
Uno de los objetivos de la asociación es fortalecer a las personas que viven con VIH/Sida a través de estrategias que permitan su capacitación y el intercambio de información.
Asimismo, busca generar acciones que garanticen la promoción y defensa de los derechos humanos de las personas que viven con esta condición.
Desde la fundación de esta ONG, ha prestado apoyo de manera ininterrumpida a pacientes con VIH, incluso, en los momentos de mayor escasez de medicamentos, gracias al apoyo de organismos internacionales como la ONU.
Cifras alarmantes
De acuerdo al coordinador de la Unidad de Infectología del Hospital Universitario Dr. Manuel Núñez Tovar de Maturín, Alexis Guzmán, en los últimos meses se ha registrado un aumento considerable de casos de VIH en la región, por lo que expresó preocupación.
El médico especialista señala que es a partir del año 2022 cuando comienzan a incrementarse los casos de transmisión, que a su juicio se debe a que durante 2020 y 2021 dado el confinamiento por la pandemia del Covid-19, los contagios de transmisión sexual se mantuvieron prácticamente sin variación.
No obstante, al relajarse las medidas de bioseguridad y se levanta el confinamiento, comenzaron a aumentar de forma alarmante los casos de VIH.
Solo en los meses de junio, julio y agosto de 2022, se contabilizaron 73 nuevos contagios que se detallan de la siguiente manera: en junio, 26 casos diagnosticados; 19 en el mes de julio, y 28 en agosto. La mayoría de los infectados son hombres.
Para mediados del mes de febrero, Guzmán ofreció una rueda de prensa en la que actualiza los casos de VIH de este 2023. En mes y medio, fueron diagnosticados 35 pacientes con el virus, es decir, 13 en enero (10 masculinos y tres femeninos), y 22 en solo 17 días del mes de febrero (12 masculinos y 10 femeninos).
Estas cifras han disparado las alarmas, ya que se trata de un aumento de 69%, días previos a las festividades de Carnaval cuando suelen dispararse los contagios.
“Lo que se espera, si la población no tiene conciencia con respecto al uso de preservativos, una vez pasen las fiestas carnestolendas, es que a finales de febrero e inicios de marzo, vamos a tener incremento, porque todos los años en estas fechas aumentan los casos de VIH, que ocurren en todo el país”, advertía en ese entonces Guzmán.
A pesar de estas elevadas cifras, “Monagas es uno de los estados con menor cifra de contagios, porque hacia el occidente es donde más diagnósticos de VIH se registran (…) Gracias a Dios que contamos con el tratamiento para suministrarle a los pacientes, que incluso se le entrega hasta por dos meses”, dijo.
El médico infectólogo afirma que en comparación al mismo periodo del año pasado, los casos han aumentado sin precisar cifras, pero insiste que de nada vale contar con el tratamiento antirretroviral, sino existe conciencia de parte de la ciudadanía en tener relaciones sexuales sin protección.
“Si no hay conciencia ciudadana por parte de la población, automáticamente esa persona corre el riesgo de infectarse de VIH u otra enfermedad de transmisión sexual”, alerta el especialista.
La realidad de ser seropositivo
Cristian (nombre ficticio para resguardar la identidad del paciente) cuenta lo difícil que es ser paciente con VIH en la realidad que vive el país, especialmente por la crisis económica.
Explica que debido a lo fuerte del tratamiento, debe tener una alimentación muy sana, pero dadas las circunstancias no es posible cumplir una dieta adecuada.
Agrega que también se le suma los costos de los exámenes médicos, pagar alguna consulta y comprar medicamentos que puedan necesitar en caso surgir otra enfermedad.
Lamenta que como paciente seropositivo no pueda realizarse exámenes como carga viral o una prueba de conteo de linfocitos CD4, que son muy costosos, con un precio que supera los 90 dólares.
En este sentido, destaca la labor de diferentes ONG que se han aliado con la ONU para ayudar a pacientes en la entrega de tratamientos, por lo que considera que su trabajo es fundamental, no solo en la entrega de los fármacos, sino en ayudar a costear exámenes que, por su alto costo, muchas personas no pueden pagar.
Subraya, además, la labor de estas organizaciones en la parte emocional de los pacientes. Los ayudan a aceptar su condición, que será de por vida, y que entiendan que el VIH no es sinónimo de muerte, mientras cumplan con el tratamiento y las indicaciones del médico.
Recordó la dura etapa de escasez de alimentos que afectó a millones de venezolanos, y a pacientes con VIH los golpeó con más fuerza.
En el caso de Cristian, cuenta que adelgazó 10 kilos y en varias ocasiones no tomaba su tratamiento, ya que no disponía de comida para cenar o desayunar, y por lo fuerte de los medicamentos, lo afectaba en su organismo. Recuperar los kilos que había perdido fue muy cuesta arriba, relata.
Hace seis años Cristian se enteró de que era paciente seropositivo cuando estaba dispuesto a donar sangre para un amigo. Del centro de salud para informarle, pero por motivos personales no pudo asistir en ese momento, sino dos meses después.
Comenta que al principio fue estresante y angustiante lo que vivió por el impacto de la noticia. Surgieron muchas preguntas: ¿qué iba a hacer?, ¿cómo se infectó?, ¿quién lo contagió? Y el remordimiento, sentirse culpable.
Agradece el apoyo de familiares, amigos, compañeros de trabajos y sus jefes, quienes lo ayudaron a sobrellevar esta situación.
“Durante todos estos años he sabido llevar esta realidad, evitando que personas inescrupulosas o mal intencionadas puedan regar (difundir) la noticia en el sector donde vivo por miedo al estigma social que padecemos los pacientes con VIH en Venezuela, porque vivimos en una sociedad muy conservadora. Mucha gente no se atreve a decir que padece esta patología por temor a ser señalados, sobre todo en la comunidad LGBTQ+ donde más reina el estigma social”, expresó.
Apoyo profesional
Cristian considera de mucha importancia contar con un equipo médico que brinde apoyo emocional a los pacientes con VIH, ya que es posible superar el impacto psicológico que genera saber que es una enfermedad de por vida.
A su juicio, considera que las personas con esta patología no pueden buscar culpables “donde los responsables somos nosotros, porque conocemos de los métodos de protección y sabemos la situación de las enfermedades de transmisión sexual, y aun así seguimos teniendo relaciones sin usar preservativos”.
Añade que es necesario quitarse el chip de la mente de que el Estado debe garantizar preservativos.
Tanto jóvenes como adultos deben ser precavidos, y al asumir relaciones sexuales sin protección, saber que existe el riesgo de contagiarse de alguna enfermedad de transmisión sexual.
“Debemos cuidarnos y cuidar a la pareja con la que estamos, porque si yo tengo una relación extramarital, ya sea del mismo sexo, heterosexual o bisexual, puedo llegar a contagiar a muchas personas. Cuando se tiene esto claro, creo que a partir de allí se da una sexualidad responsable, porque nadie es culpable de que uno se haya contagiado de una ETS”, puntualiza Cristian.
Profesionales de la medicina, representantes de ONG que apoyan a las personas con VIH, así como pacientes, reiteran su agradecimiento al Fondo Global de las Naciones Unidas por la ayuda que brindan a quienes viven con esta enfermedad, pero hacen un llamado al régimen de Maduro a que adquiera los medicamentos que de por vida deben tomar este sector de la población.
Recuerdan que se trata de un derecho consagrado en la Constitución de la República y en la carta de los derechos humanos de la ONU. Por último y no menos importante, desean que termine la estigmatización hacia las personas seropositivas en diferentes aspectos de la vida diaria.