Masha, una niña rusa de 12 años, se atrevió a pedir la paz con un dibujo «subversivo» para el régimen de Putin. Los colores de la bandera ucraniana y rusa con la frase «No a la guerra» fueron suficientes para que el director de su escuela la denunciara ante las autoridades.
Las autoridades abrieron un proceso criminal contra el progenitor en diciembre pasado que podría llevarle a la cárcel tres años. Ahora las cosas se han complicado aún más. Esta semana, el señor Moskalev fue detenido y trasladado para ser interrogado en comisaría. Su hija Masha, que se quedó sola en casa, fue enviada a un centro de menores donde ha permanecido hasta ahora.
Tras prestar declaración, las autoridades han dictado para el padre arresto domiciliario hasta el 27 de marzo. A Masha le han dicho que podrá volver a casa este mismo viernes, pero aún no se ha confirmado la salida de la niña del centro de menores.
En Rusia no sólo los adultos, también los menores, tienen prohibido expresar su opinión sobre lo que el Kremlin sigue llamando ‘operación especial’.