¿Quién no recuerda en su niñez aquellas compras en las bodegas de la cuadra? Los pequeños comercios populares han pasado por tiempos de escasez, dolarización y altos precios, pero se mantienen en pie de lucha ofreciendo su tradicional servicio, pese a los tiempos difíciles.
Los altos precios de los productos complican la competencia. Ya no basta con ir a mercados mayoristas para brindar buenas ofertas a los clientes.
Orlando Serrano tiene su negocio en Barquisimeto desde hace 20 años, pero se vio obligado a usar parte de su espacio para un autolavado, pues las ganancias mermaron.
“Acá llegó a funcionar un Mercal, incluso vendiendo pollo y carne. Pero hoy trato de incluir un poco de víveres“, dice a Prensa de Lara mientras señala las harinas, chucherías y refrescos como los más vendidos. También le afectó que a pocos metros, está un abasto y con más posibilidades de ofrecer mejores precios.
Ricardo Rivero cuenta que creció en la bodega con más de 60 años en La Antena y durante la crisis de escasez estuvo a punto de cerrar sus puertas. “Estaba casi quebrada, al punto que apenas podía comprar medio bulto de harinas“, admite y confiesa que debió ingeniársela al quitar un préstamo, luego le incorporó puntos de venta para más facilidad de pago.
La formalidad de su negocio implica el pago de impuestos y se queja de un gasto mensual que ronda los Bs. 1.600, pero las instancias gubernamentales ignoran la capacidad de ventas. “Es todo un sacrificio“, exclama y así lo ratifica Omar Silva a 35 años de puertas abiertas en el barrio El Carmen, cuya venta en charcutería se limita a queso, mortadela y suero, porque el jamón arepero, es de poca salida.
Con información de PRENSA DE LARA