“Basta de violencia, respeten a la prensa”, “el periodismo libre es un derecho humano” y “censura, censura es dictadura”, fueron algunas de las consignas que corearon los trabajadores de los medios de comunicación, que denunciaron ante el Ministerio Público y la Defensoría del Pueblo, instituciones del régimen, las agresiones sufridas el 11 de febrero en el Aeropuerto Internacional Simón Bolívar.
La exigencia es clara: investigación oportuna, justicia, cese de la violencia en contra del gremio y respeto a la libertad de expresión. Los culpables también están identificados: El coronel Franco Quintero, encargado de la seguridad del aeropuerto, y Náyades Pérez, jefa civil de Catia La Mar. Además de Roiber Sojo, presidente del Consejo Legislativo de Vargas, y el constituyente Juan Iriarte.
Todos fueron participes de los hechos registrados el martes, donde al menos 14 trabajadores de la prensa fueron agredidos cuando daban cobertura al regreso del presidente interino, Juan Guaidó. Entre los lesionados están Iván Reyes, Maiker Yriarte, Nurelyin Contreras, Michelle Castellano y César Díaz, los últimos cuatro sufrieron traumatismo y latigazos en el cuello.
Primera parte
Desde que los medios de comunicación llegaron a las instalaciones del aeropuerto comenzó el amedrentamiento por parte de grupos de adeptos al chavismo, quienes sabotearon el trabajo de los periodistas en un intento de prohibir las transmisiones.
Gritos, insultos y empujones fueron las primeras muestras de violencia recibidas, que incrementaron con la llegada de los diputados. En ese momento, un grupo persiguió, con actitud agresiva, a los parlamentarios y medios que los acompañaban. “Traidores”, “asesinos” y “mercenarios pagados por Trump” eran los descalificativos que gritaban.
Tras este primer incidente, los medios presentes lograron entrevistar a un funcionario de la GNB. A su juicio, estos individuos eran “el pueblo enardecido”, que rechazaba la “llegada de un traidor que pedía intervenciones y sanciones”. Ante la pregunta de si se iba a garantizar la seguridad de los periodistas y legisladores, indicó que garantizaría “la seguridad del pueblo”.
“¿Cuál actitud agresiva?”, refutaba el constituyente Iriarte cuando El Nacional le consultó por el comportamiento del grupo de personas que él dirigía. “Es pueblo que está en contra del traidor”, dijo, siguiendo el discurso oficial.
Segunda parte
Alrededor de las 4:30 pm se dio la primera alerta del inminente arribo de Guaidó, por lo que equipos de prensa activaron sus cámaras para grabar la esperada llegada. En algunas, quedó registrado el momento en que un grupo de personas, presuntos simpatizantes del presidente, coreaban “hay un guerrero, vale por dos, es de La Guaira y se llama Juan Guaidó” ante el desconcierto de diputados, que no convocaron a la sociedad civil.
Por su parte, el grupo chavista, rivalizaba con la consigna: “Guaidó, traidor, te sale Tocorón”. El escenario de violencia se generó en segundos, cuando estos dos grupos se cruzaron y los adeptos del régimen corretearon a los supuestos simpatizantes, a diputados y personal de prensa, que se desplegaron por las instalaciones del aeropuerto.
La tensión en el lugar creció, el miedo y la angustia fueron emociones persistentes. “¿Qué pasa?”, se preguntaba la gente, cuando los violentos salieron a las inmediaciones del aeropuerto.
“Esto es lo que causa el asesino de Guaidó, generar la violencia”, vociferaba Náyades Pérez, cuya actitud hostil era notoria.
Estado de shock
Ese era el momento, en el que Nurelyin Contreras, reportera de Punto de Corte, fue brutalmente agredida por una de las adeptas al régimen, quien sin mediar palabra la atacó cuando transmitía la situación generada en el lugar.
“Quedé en shock. Uno no estudió para pelear con otro sino para reportar, para informar. Ver tanto odio venir sin motivos, me sentí vulnerada”, expresó Contreras al recordar la violencia que vivió.
Ella recibió golpes, mordiscos y arañazos. Además, sufrió la pérdida de cabello debido a los jalones. “Más allá de los golpes, me dolió ver tanto odio, tanto ensañamiento, tanta maldad de alguien que también es venezolano”, dijo.
En el instante en que fue agredida un funcionario de la PNB se encontraba en el lugar. “Un hombre me golpeó en la cara y caí al piso, lo primero que veo cuando me levanto es al funcionario riéndose”, rememoró.
“Pero ellos son minoría, la mayoría de los venezolanos somos buenos. La mayoría no estamos aptos para este tipo de violencia, que se incrementa gracias a que los efectivos policiales no garantizan la seguridad. Esto marca un precedente en la historia de la prensa venezolana”, subrayó.
Tercera parte
Después de este primer incidente, una aparente calma se instaló en el lugar. Equipos periodísticos se resguardaron y diputados hacían lo propio, cada uno evaluando daños. Diplomáticos llegaron al aeropuerto, entre ellos el encargado de Negocios de la Embajada de Brasil en Venezuela, Rodolfo Braga, y el embajador francés Romain Nadal. También hizo su aparición la primera dama, Fabiana Rosales, quien, al ser vista por las hordas chavistas, se convirtió en un nuevo blanco de violencia.
A las 5:11 pm salió el presidente encargado por la puerta de desembarque, llegó en el vuelo TAP173 Lis-CCS, proveniente de Lisboa, Portugal. Los aplausos, la ovación lo acompañaba, mientras él con una sonrisa en el rostro y con el puño en alto, saludaba a los ciudadanos que lo aclamaban.
Sin embargo, la arremetida oficialista no se hizo esperar. Con mayor hostilidad, provistos de tubos, palos y conos de seguridad, el grupo de alborotadores centró su ataque en el objeto de su repudio: Guaidó. También fue golpeado, empujado y ultrajado, junto a su personal, parlamentarios y ciudadanos que trataban de resguardarlo.
Los periodistas, camarógrafos y fotógrafos no fueron olvidados. Mientras daban cobertura a ese escenario, también fueron maltratados. Cuando finalmente el mandatario logró abordar su vehículo y emprendió su retirada del aeropuerto, entre abucheos, ofensas y la consigna de “asesino”, la intimidación no cesó.
Los de la prensa son enemigos
El papel de enemigo lo volvieron a asumir los equipos de prensa, que se dirigieron al estacionamiento para abandonar el lugar. En el camino, cada persona con cámara, teléfono y micrófono fue correteado, insultado y empujado, en el menor de los casos.
En otros, fueron jaloneados y golpeados con puños, tubos y palos. Unos de estos casos es el de Iván Reyes, fotógrafo de Efecto Cocuyo, que recibió golpes y jalones de cabello. “Tenía mucho miedo. De hecho, la segunda vez ni levantaba la cara porque tenía mucho miedo que me golpearan la cara”, narró.
Cuando Reyes era agredido, Maiker Yriarte, reportero de TV Venezuela, intentó apartarlo de la horda que lo sometía, cuando pasó a ser él la víctima. “El primero es un escenario de mucha indignación, cuando vez que agreden a tus compañeros es como si agreden a un familiar. Me ha pasado que veo cómo agreden a mis colegas y yo he dejado la transmisión en vivo por defenderlos”, manifestó.
“En el momento en que te agreden a ti la vulnerabilidad es mayor. Yo sentía que no iba a salir. Fueron 30 o 40 segundos, pero es tanto el golpe que recibes que en un momento me entregué”, agregó.
«Es darte hasta que te mueras»
En primer lugar, Yriarte fue agredido por Roiber Sojo, de quien intentó defenderse. Sin embargo, en cuestión de microsegundos una manada de hombre violentos se unió a Sojo, con objetos contundentes y golpes, lo arrinconaron en la cerca del estacionamiento. Mientras le pegaban salvajemente, un grupo de mujeres, quienes al principio presidían los ataques, se burlaban y reían cual hienas con sus víctimas.
“No es darle un golpe para que te calles y te vayas, es darte hasta que te mueras. Ninguno de los agresores decía ‘basta, déjenlo, ya le dimos muchos golpes’ ¡Nadie! Ahí había saña y odio, pero ¿odio por qué?”, expresó.
Durante unos minutos eternos, nadie acudió al rescate de Yriarte o eso era lo que él pensaba. La verdad, es que quien intentaba ayudarlo, también era brutalmente golpeado. “Yo decía, ‘¿dónde está mi equipo que no me saca?’. Resulta que mi equipo también fue agredido por intentar salvarme”, mencionó.
Los violentados fueron Michellet Castellano y César Díaz, camarógrafos de TV Venezuela. Ellos también estuvieron hospitalizados, por traumatismos y latigazos en el cuello, por lo que ambos tienen collarín.
Impunidad
Pese a estos ataques, el compromiso con el periodismo libre continúa intacto en cada uno de los agredidos, en un país donde en 2019 173 trabajadores de la prensa fueron agredidos durante el ejercicio de sus labores informativas, de acuerdo con cifras del Instituto Prensa y Sociedad Venezuela.
En ninguno de estos casos hubo investigación oportuna ni se aplicó la justicia a los responsables de la violencia. “Hay impunidad en 100% de los casos”, denunció Marco Ruíz, secretario general del Sindicato de Trabajadores de la Prensa.
“Suena mal decir que uno está acostumbrado, pero ya sabemos a lo que nos exponemos. Lamentablemente, además, es algo normalizado. Cuando nos agreden, nunca los responsables pagan. Hay fotos, hay videos, hay pruebas y los responsables igual vuelven a hacerlo y están libres”, señaló Reyes.
Aunque exista esta situación de impunidad el SNTP y la ONG Espacio Público resaltan la importancia de realizar la denuncia ante los organismos competentes. “Hay que insistir en la exigencia de justicia, más allá de las omisiones de instituciones del Estado intente golpearnos diariamente a la cara, haciéndonos ver que no vale la pena”, dijo Ruíz.
“Las experiencias que hemos tenido en otros países con contextos autoritarios y dictatoriales, nos dicen que solo es posible la justicia cuando hay voluntad de demandarla y exigirla”, enfatizó Carlos Correa, director de la ONG defensora de los derechos humanos.
Volver a su labor: informar
Cuando culmine el reposo que tiene que cumplir, Nurelyin Contreras y Maiker Yriarte piensan retornar a su labor, a informar.
“Sin duda alguna volveré, los golpes pasan. ¿Con miedo? Sí, tengo mucho. ¿Con sentimientos? Sí, tengo muchos sentimientos encontrados, pero yo seguiré en Venezuela y trabajando por mi país”, subrayó Contreras.
Yriarte también regresará a trabajo: “No estoy haciendo nada malo, no soy un delincuente; no tengo porqué esconderme”.
“Nuestro deber es informar, nosotros nos debemos a la gente. Si no les gusta lo que yo digo, que busquen otros medios. Eso es parte de la libertad de expresión”, añadió.